Los políticos modulan el discurso, los votantes no.

Dos españoles intercambiando opiniones... Somos un país difícil, formado por gente bronca, tozuda, con fama de tener malas pulgas, mucho más aficionados a la discusión y la agarrada que al diálogo o el consenso, en el que la flexibilidad y el talante negociador se toman como señal de debilidad, cuando no de algo peor y en el que el insulto al adversario se entiende justificado y ejercicio que, según en qué circunstancias, se considera hasta honroso. Esto es lo que hay sálvese quien pueda, somos gente difícil de convencer, porque tenemos las cosas muy claras, gracias a Dios, dirían unos o afortunadamente, afirmarían los otros, aquí nadie se equivoca. Nuestra postura ante cualquier propuesta que no se corresponda al milímetro con lo que pensamos es el de la indignación y el exabrupto. Creo que define muy bien como somos lo que sucedió entre un limpiabotas gaditano y un pastor anglicano, de aquellos que en plan misionero venían a la tierra de María Santísima al...