Como adivino ... no tengo precio

Es muy cierto que como adivino no tengo precio, pero no porque valga mucho, sino por todo lo contrario, debo reconocer que adivinando lo que vaya a suceder en el futuro no valgo un céntimo. No sé si a la bola de cristal que me vendieron en un chino le fallan las pilas o venía con un defecto de fábrica, pero la verdad es que llevo unos años que acierto bien pocas cosas. Viendo que la dichosa esfera mágica no funcionaba, decidí aprender uno de los muchísimos métodos, que desde el nacimiento de las humanidad existen en este mundo, con los que adivinan el futuro aquellos que los conocen. Alguien me habló de la Cromniomancia y quizás hubiera elegido ese método, no me atrevo a llamarlo ciencia, si viviera en Lanzarote donde se cultiva tanta cebolla, porque este procedimiento de adivinación utiliza los bulbos de esa planta herbácea, estudiando su olor, color, forma y la dirección que toman sus brotes para predecir el futuro. Pero después de un par de encontronazos con mi mu...