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Amigos, tenemos un problema

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Perdonad, pero es que no os escucho Efectivamente amigos míos, sufrimos un problema que a todos atañe. A los de derechas, a los de izquierdas, a los populistas, a los progresistas y a los que no saben, no contestan. Todos sufrimos un problema, fundamental diría yo, que nos está llevando por la calle de la amargura,  directos a la ruina. Algún lector dirá que, si sólo tuviéramos un problema, él firmaba de inmediato su conformidad, pero se equivocaría. Estamos muy preocupados por el paro, la inmigración irregular, la fractura social, el terrorismo yihadista, las pensiones, los impuestos, la inseguridad ciudadana…; pero lo cierto y verdad es que todos esos problemas, que ya sufríamos, están creciendo exponencialmente a cuenta de una situación difícil de aceptar. En España el PSOE ganó contra pronóstico una moción de censura y Pedro Sánchez, su líder, se vio de hoz y coz, presidente de un gobierno que de acuerdo con lo que el propio Sánchez aseguraba iba a ser transitorio.

El gobierno socialista chaquetea en Barcelona el 17A

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17 de agosto de 2008 Plaza de Cataluña El pasado viernes se celebró en la barcelonesa Plaza de Cataluña un acto que presuntamente homenajeaba a las víctimas del terrible atentado islamista que sufrió la ciudad de Barcelona el 17 de agosto del pasado año. Un acto que tenía un repugnante antecedente, al menos para los que tenemos memoria. ¿Histórica?, no Dª María, gracias a Dios memoria a secas.  Decía que el acto tenía un repugnante antecedente en aquella manifestación que circuló por el Paseo de Gracia de Barcelona el 26 de agosto de 2017, en la que en lugar de recordar a las 16 víctimas, a los más de 100 heridos y a sus familias, los independentistas catalanes montaron una emboscada al rey de España que tuvo que soportar insultos, abucheos y todo lo que les dio la gana a los independentistas que demostraron al mundo dos cosas.  En primer lugar que aquello de que “Barcelona era el archivo de la cortesía”, que decía mi ilustre tocayo D. Miguel de Cervantes, desgraciada

Otra vez toca Pedro Sánchez

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Felices y contentos. ¡Que suerte tienen! Me decía el otro día un buen amigo que se me notaba mucho que Pedro Sánchez me caía como una patada en el hígado, lo cual es cierto, pero no por eso escribo sobre él. Sin ir muy lejos me basta contemplar la lista de los miembros de su sobredimensionado gobierno para que se me ocurran tres o cuatro ministros que me caen igual de mal o peor que el flamante presidente y por ahora no he dicho gran cosa sobre ellos. Por citar alguno Carmen Calvo, Ábalos o Margarita Robles, por ejemplo. Mi problema con Pedro Sánchez no es que sea un individuo bronco y mal encarado, con aspecto y conductas de matón tabernario, que lo es, el problema real radica en que sea presidente de un gobierno, que no gobierna y que únicamente se dedica a intentar captar votantes a base de gestos y medidas publicitarias que pagamos con nuestros impuestos y a devolver los favores recibidos en la moción de censura que le llevó al poder. No vayan a caer en la tramp

De cuero ajeno, correas largas

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Overbooking ministerial No sé cuál será el motivo, pero a mucha gente le repatean los refranes y las personas que tenemos la costumbre de utilizarlos, de tal manera que los “contra refraneros” han creado algunas máximas en las que se nos pone cual chupa de dómine. A tal fin les ha bastado rimar refranero con puñetero, majadero o putañero, que no sé yo que relación pueda existir entre la inocente afición por los refranes y el trato con señoritas de moral dudosa.  Reconozco que soy un  refranero impenitente y buscando título para esto que ahora leen, dudaba entre la expresión que reza “Disparar con pólvora del rey” o el refrán ese del cuero y las correas, que los dos señalan la mala costumbre de gastar muy generosamente cuando el gasto producido lo pagan los ajenos o el monarca de turno. Escogí “De cuero ajeno, correas largas” por mi confesa afición por los refranes y porque creo firmemente que D. Pedro Sánchez  - que desde que llegó a La Moncloa está derrochando el

Una herencia problemática

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¿Problemas con la llegada de inmigrantes? ¿Asalto a la frontera? Tranquilo yo me voy de vacaciones No piensen que cuando hablo de herencias me estoy refiriendo al injusto y rapaz Impuesto de Sucesiones que con tanto empeño defienden y nos imponen los socialistas. Desgraciadamente desde que Pedro Sánchez logró colarse por la gatera de la moción de censura en Moncloa, el gobierno socialista se ha dedicado con fruición a subir impuestos o a advertir que los va a subir.  Apoyarán lo que afirmo los sufridos trabajadores autónomos que han visto como les subían la cuota a una velocidad de vértigo o la anunciada subida del IRPF – tengo que recordar que los ricos en España, los ricos de verdad, no tributan por las rentas del trabajo – así que esa bobada de que los gastos que, realmente servirán para retribuir el favor de los votos que le dieron al PSOE la victoria en la moción de censura, los van a pagar “los que más tienen” no es otra cosa que un cuento como la copa de un pino.

Pedro Sánchez: Entre col y col, lechuga...

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Desde que el actual presidente del gobierno tomó posesión de su cargo recuerdo aquellas declaraciones en las que, antes de ganar la moción de censura, afirmaba que tras su victoria convocaría elecciones “lo más pronto posible”. Una afirmación rotunda que no ha evitado que tras tomar posesión afirmara con igual rotundidad que agotaría la legislatura porque “el país necesitaba estabilidad”.  Y lo dice un sujeto que por todo apoyo parlamentario cuenta con la escuálida cifra de 84 diputados, porque qué sepamos y según afirmó el propio Sánchez, no contaba con pacto alguno para llevar a cabo la moción de censura. Claro está que esa es una afirmación difícil de tragar, para empezar porque Pedro Sánchez es del sindicato de los que no le dicen la verdad ni al médico y en segundo lugar porque está muy claro que no le interesaba reconocer los acuerdos previos a los que había llegado con Podemos, PNV, ERC y PDCAT. Y vaya si los había, para demostrarlo ahí están las treinta

La verdad y la post verdad

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Creo que todos o casi todos estamos hartos de escuchar aquello tan viejo de que “En este mundo traidor nada es verdad o mentira, todo es del color del cristal con que se mira”. Por tanto, nuestra sociedad sabe y acepta desde siempre que la verdad, lo que se dice la verdad, en esta España de nuestros pecados, se vende a precio de baratillo. Últimamente – hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad – se ha ido imponiendo la utilización de un concepto novedoso, me refiero a eso tan socorrido de la posverdad. Supongo que les suena, sobre todo si son aficionados a las tertulias políticas o a leer los comentarios de las redes sociales. Para que nos entendamos, que tampoco eso es tan sencillo como parece vamos a concretar qué diablos es eso de la posverdad. Dicen los que afirman saber de estas cosas que el término se refiere a toda información o aseveración que no se basa en hechos objetivos, sino que apela a las emociones, creencias o deseos del público. Creo que la definic