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¿Feliz año 2024?

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  Quedan apenas unas horas para que liquidemos el 2023 y asistamos a la llegada del nuevo año. Tal y como se han encargado de contarnos insistentemente en las redes sociales finiquitamos el año en curso en domingo, por lo que hoy a las 24,00 horas terminaremos el día, la semana, el mes y naturalmente el año. No es que ese hecho cambie nada, pero ahí dejo el dato, harto de leerlo una y otra vez en las RR.SS. El 2023 que dejamos atrás, para que vamos a engañarnos, no ha sido un buen año. En nuestro país la inflación, la subida de precios de la cesta de la compra, de la energía, de los carburantes, de la vivienda y de muchísimas cosas más se han encargado de hacernos muy difícil la vida a lo largo de sus trescientos sesenta y cinco días. A eso habrá que sumar la situación política que resulta a cada día que pasa más preocupante si cabe y dejemos el asunto ahí. Y si miramos más allá de nuestras fronteras, por desgracia hemos sufrido una cantidad de desastres naturales muy preocupantes.

El Día de la Madre

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  Este artículo lo publiqué originalmente con otro título el día 5 del mes de marzo del año 2011, así que ya ha pasado mucha agua bajo el puente; no es un escrito que ponga de relieve las virtudes de la maternidad, pero tiene que ver con la festividad de hoy y no he podido resistirme a la tentación de publicarlo otra vez. En su día me hizo gracia publicarlo y hoy quiero añadir algo de humor a este Día de la Madre que hoy celebramos Espero que me perdonen por la ocurrencia.   Decía en marzo de 2011: "Antes de comenzar a escribir y por no hablar de memoria me he pasado por la página del CIS y he consultado los resultados del último barómetro que corresponde al de enero del presente año. Allí queda claro cuáles son los tres principales problemas que, en opinión de los ciudadanos encuestados, sufrimos en España. El primero es el paro, le siguen los problemas de índole económica y en tercer lugar los españoles perciben como problema importante a la clase política. Estoy convencido que

In memoriam. Se nos ha ido Alexis Ravelo

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  Quería publicar el presente artículo ayer martes, pero las circunstancias de mi vida me impidieron hacerlo, pretendía hacerlo porque el lunes fallecía por sorpresa el escritor Alexis Ravelo víctima de un infarto, uno de los referentes contemporáneos de la literatura canaria. Ravelo escribió casi de todo antes de afianzarse como un especialista del género negro en el que demostró su gran valía como escritor. Nos ha abandonado, a la temprana edad de 51 años, por sorpresa, emprendió el viaje del que no se vuelve jamás; es por lo que he aprovechado un texto que escribí en el pasado mes de mayo, en el que hablaba de su trayectoria y de la novela – Los nombres prestados – con la que consiguió el Premio de Novela Café Gijón.  Decía entonces:   “Hace algo más de un año citaba en este blog la letra de un antiguo bolero que en uno de sus versos decía: “…Dicen que la distancia es el olvido” y lo hacía para significar la difícil situación de los escritores que viven y escriben en Canarias para

Hoy cumplo cuarenta y siete años... en la isla de Fuerteventura

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He publicado repetidamente este comentario durante muchos años porque no quiero dejar de recordar mi llegada a la bendita isla de Fuerteventura. Me he limitado a cambiar en el título los años que cumplo en la isla y me repito porque en primer lugar soy un pesado y por otro lado porque me satisface muchísimo expresar los sentimientos que me produce el hecho de vivir en la Isla. Decía hace ya unos años y digo: Reza la letra de un tango que “veinte años no es nada.” No me voy a poner a discutir con Gardel, en primer lugar, porque Movistar no presta servicio de médiums que me permita hacerlo; veinte años son nada o mucho, dependiendo de las circunstancias que hayan concurrido durante esos cuatro lustros a las distintas vicisitudes que haya experimentado el sujeto en esas dos décadas. En segundo lugar, no hay debate porque Gardel canta sobre veinte años y yo pretendo escribir sobre cuarenta y siete, lo que me permite afirmar que cuarenta y siete años dan para mucho, sin entrar en disc

Que esta noche es Nochebuena...

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  Siempre he sostenido que la Navidad es una época mágica o al menos así me lo parece. Se ha escrito y hablado muchísimo de este fenómeno, millones de personas creen en su existencia, basta salir a la calle para percibir que, en estos días, existe un ambiente distinto al de otras épocas del año. Sin embargo, hay quienes opinan que ese encantamiento no existe; que lo del hechizo navideño no es otra cosa que un lugar común de dudosa veracidad o en el mejor de los casos y puestos a conceder, no es otra cosa que la expresión de un deseo buenista y pare usted de contar. Para gustos colores, que decía el castizo, en esto como en tantas otras cosas de nuestra vida lo mejor es que cada uno haga lo que quiera y a ser posible respete las costumbres, creencias e ilusiones de los demás. Estoy de acuerdo en que los cristianos celebramos la Navidad, es decir, el nacimiento de un niño en una cuadra, porque sus padres por falta de medios no pudieron encontrar otro alojamiento mejor y lo hacemos con un

Se acerca la Navidad

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Nos acercamos a la Navidad, un tiempo lleno de sonidos y sabores característicos. Hoy, apoyándome en la proximidad de estas fechas, pretendo hablar del sabor, de los sabores de la Navidad; aunque sé que va a resultar difícil, la elección del sabor representativo de estas fiestas. Probablemente lo prudente sería retroceder hasta la infancia. La Navidad y la infancia son conceptos que caminan muy de la mano. Creo que fue Rilke el que afirmó que “La verdadera patria del hombre es la infancia” y en cuestión de sabores, los de ese tiempo marcan de manera muy importante, si no definitiva el gusto del adulto. Quiero confesar una frustración, aunque no sé si sólo la sufro yo, o son de esas cosas que le pasan a todo el mundo y que por tanto debemos aceptar con una deportiva naturalidad. Me explico. Cuando alguien, hablando de comida, dice ¡qué bien huele!, de inmediato, el bienintencionado de turno, afirma optimista, ¡mejor sabrá! Lo que, desde mi experiencia, es absolutamente falso. En est

"La velocidad de la Luz". Javier Cercas escribe sobre la capacidad del hombre para hacer el mal

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  Hacía tiempo que daba vueltas en mi cabeza un pensamiento, no era capaz de recordar si les había comentado en este blog la novela “Soldados de Salamina” de Javier Cercas que estoy seguro comenté en ese programa de televisión en el que hablaba sobre los libros y del que extraigo las obras que aparecen por aquí. Así que el jueves me dediqué a buscar entre mis apuntes y no pude encontrar ningún dato al respecto, aunque sí me tropecé con otra novela de este autor,  “La velocidad de la luz” y, como a falta de pan buenas son las tortas, decidí que el comentario de hoy versaría precisamente sobre este relato. Javier Cercas nació en Ibahernando en la provincia de Cáceres, trabajó durante dos o tres años en la Universidad de Illinois, lo que le permite exhibir en esta obra el profundo conocimiento que de Estados Unidos y sobre todo de su Medio Oeste tiene nuestro autor, éste conoce perfectamente la sociedad americana de una ciudad pequeña universitaria y eso se nota a lo largo de la presente