"La calle de las tiendas oscuras" de Patrick Modiano, una de esas novelas que hay que leer.


 

Hoy quiero comentar una novela de un autor que ya debiera haber pasado por estas páginas, pero que por una u otra razón se me estaba quedando el comentario en el teclado, porque lo del tintero ya no tiene razón de ser. El último retraso sucedió el pasado martes, día en el que tenía previsto publicar esta entrada, pero ese día, en Puerto Rosario, celebrábamos el martes de carnaval  razón por la que me acometió una galbana que me impulsó a disfrutar del asueto y no publicar en el blog, ausencia que ruego excusen. Y ahora que les he explicado el "motivo" por el que falté a lista el pasado martes vamos a comentar esta novela de Patrick Modiano. 

Patrick Modiano es un novelista y guionista francés nacido en Boulogne-Billancourt, es uno de los novelistas franceses de más prestigio, tras ganar en 1971 el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa con su tercera novela, “Los bulevares periféricos” recibió el reconocimiento internacional que merecía, aunque en España necesitaríamos casi una decena de años para que nuestras editoriales se animaran a publicar su obra. Con su primera obra “La Place de l’Étoile”, que publicó en el año 1968, ya había ganado dos premios, el Roger Nimier y el Fénéon. En 1978 ganó el Goncourt con la novela que hoy vamos a comentar “La calle de las tiendas oscuras” un relato en el que el autor nos plantea los problemas que han sufrido en Francia los judíos a lo largo del pasado siglo. Escritor prolífico ha publicado más de veinticinco novelas entre las que destacan las que conformaron la Trilogía de la Ocupación, un tema recurrente en su obra, “El lugar de la estrella”, “La ronda nocturna” y “Los paseos de circunvalación” que publicó en el año 2007 recopiladas en un solo tomo la Editorial Anagrama y que ya de paso les recomiendo.

Muchos de ustedes conocerán al autor, pero me van a permitir que subraye una de las características principales de su estilo. Su obra se caracteriza por la utilización de una extraordinaria economía de recursos, con un tono despojado de cualquier adorno inútil y con un lenguaje muy directo, su aire desolado se mueve entre la realidad casi documental y la ficción más sutil.  Resulta sorprendente como con esa economía de recursos literarios con los que se enfrenta a sus narraciones, es capaz de gestar unas novelas maravillosas, plenas de matices y en las que la narración deja una multitud de puertas abiertas a la imaginación del lector, una cualidad extremadamente importante desde mi modesto punto de vista.

En esta “Calle de las tiendas oscuras” Modiano nos va a presentar el Paris de la ocupación nazi, a través de las experiencias de una serie de personajes que se nos irán apareciendo a cuenta de una investigación que lleva a cabo Guy Roland, un hombre que ha perdido la memoria y desconoce quién es y ni siquiera sabe cómo se llama. Guy trabaja en una agencia de detectives como ayudante del barón von Hutte, que está lleno de ternura y cuidado con Guy Roland -de hecho éste le debe su identidad actual al barón - pero éste se jubila y el protagonista se lanza a la búsqueda de su pasado, pero no como un tiempo perdido, sino para encontrar su lugar en el mundo.

La memoria, en este caso la falta de ella es uno de los temas recurrentes en la obra de Modiano; no tanto la memoria como contenido sino como proceso activo. El autor nos explica el proceso que según él experimentamos para recordar; tenemos memoria de lo que hemos vivido porque somos capaces de reconstruir lo sucedido gracias a una serie de hechos, personas y acontecimientos que son los que nos ayudan a revivir nuestro pasado. Nuestra memoria existe gracias a la huella que esos hitos han dejado en nosotros, aunque Modiano sostiene que esos hitos que nos ayudan a recordar también son susceptibles de mantener la huella de nuestro paso; y aun cuando ellos no tengan la capacidad de rememorar, de recordar, es posible reelaborar nuestros recuerdos no mediante las huellas que han dejado las cosas en nosotros sino a través las que hemos dejado nosotros en ellas: una especie de memoria sin sujeto y por tanto no susceptible de contaminación.

Una estimulante propuesta, porque si se nos concediera la posibilidad de recordar todo lo que hemos vivido, parte de lo cual hemos olvidado, a lo peor podríamos enfrentarnos a un problema que anos iba a colocar frente una disyuntiva de difícil solución. Supongamos por un momento que de golpe tuviéramos la capacidad para recordar todo lo vivido, quizás los buenos momentos “recuperados” no nos iban a compensar los recuerdos de sucesos que no querríamos recordar.

Modiano es un gran narrador que permite que el lector componga su propia perspectiva, porque no cierra el relato y no responde a todas las preguntas, como por ejemplo esta que les he comentado y que es una de las que se me han ocurrido a lo largo de la lectura de este relato.

Siguiendo las investigaciones que lleva a cabo Roland, nos daremos cuenta del terrible peligro que acecha al protagonista. Al intentar reconstruir su propio pasado tiene que seguir unas pistas que van resultando falsas por muy verosímiles que le puedan resultar. Siempre le quedará la duda de si el personaje con el que se siente identificado hubiera sido él o no. Unas investigaciones que tienen como escenario principal la ciudad de Paris, el París de la ocupación y el de la posguerra, una ciudad que conoce y describe Modiano con una habilidad que hay que subrayar, una ciudad por la que transita Guy Roland en busca de su identidad y que a lo largo del relato va a creer haber sido cuatro personas distintas.

Denise una protagonista femenina va a marcar la historia que intenta recuperar Guy Roland, una mujer muy importante en la vida de uno de esos personajes que él cree pueda haber sido, es una mujer de la que se ignoran más cosas que las que se conocen y a pesar de ello un personaje muy importante en el relato.

Una novela más de Modiano en el que la búsqueda de la identidad del protagonista ocupa el centro de la narración, y también una novela más en la que París, un París que ya no existe pero que fue real, desfilará ante nuestros ojos tratado de manera realista pero con algún toque onírico que caracteriza a este autor. Una buenísima novela escrita con esa economía de recursos que ya señalaba, de hecho el propio autor que reconoce esa característica manifiesta que una frase corta, algo lineal, es el único modo, que tiene de captar lo onírico, porque para dar esa impresión de un sueño interrumpido, en el que entra alguien por sorpresa, necesita de frases muy concretas.

Un relato muy interesante, no quiero sonar pretencioso, es una obra que ganó el Goncourt nada más y nada menos, por tanto resulta fácil recomendarla. Un estudio sobre el paraíso perdido, es decir el pasado real del personaje y la redención salvífica en busca de la personalidad que busca sin desmayo ese hombre que sabe lo que es, pero ignora quién y qué ha sido. Modiano nos enfrenta a la soledad inevitable que sufrimos cuando pretendemos recuperar nuestro pasado, víctima de la subjetividad con la que lo conformamos. Así de sólo se siente el personaje que intenta reconstruirse como persona, pero que indefectiblemente a cada paso que da se le abren más dudas y misterios.

Una curiosa novela, muy bien escrita en un ambiente urbano, el de ese París onírico que señalaba, en la que acompañaremos al protagonista al fondo de ese pozo en que se encuentra su pasado. Un descenso peligroso en el que en cualquier momento podemos caer al abismo más oscuro.

Hasta aquí hemos llegado, si Dios quiere espero que nos volvamos a encontrar por aquí el próximo sábado. Cuídense mucho.

Como probablemente sepan ustedes he publicado una novela negra "Al madero no le gusta la ropa vieja" cuyo escenario es Fuerteventura y su capital, Puerto del Rosario. Sus protagonistas, dos guardiaciviles que investigarán un homicidio. Por si estuvieran interesados en adquirir un ejemplar aquí les dejo el enlace que les permitirá hacerlo. ¡Feliz lectura!

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