¡Viva el 8 de marzo!


Si prefieren ustedes escuchar el texto del post de hoy en lugar de leerlo, lo pueden hacer en el enlace que pongo a su disposición. Les ruego perdonen los errores. 

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Cuando ayer Pedro Sánchez en su intervención en el Pleno del Congreso en el que se iba a aprobar la sexta prórroga del Estado de Alarma, en tono desafiante soltó “yo lo digo alto y claro: ¡Viva el 8 de marzo!", supongo que pretendía demostrar su nula preocupación por las responsabilidades que contrajo su gobierno cuando autorizó, a través del Delegado del Gobierno en Madrid, la manifestación del 8 M. Una decisión que realmente define el paradigma que conforma la actuación de su gobierno ante la epidemia del coronavirus: Irresponsabilidad, falta de previsión e ineptitud.

Pretendía dejar claro que no le preocupa lo más mínimo lo que sucedió ese día, ni la responsabilidad contraída por el crecimiento exponencial de los contagios, que produjo ,nadie lo puede negar, la masiva asistencia a la manifestación que rendía tributo al feminismo más radical y volvió a sacar esa vena de matoncillo de taberna que lleva en su interior para soltar una frase con la que pretendía provocar a la oposición y a los críticos al gobierno.

Últimamente Sánchez está cometiendo muchos errores y ayer cometió uno fundamental. Si realmente no le preocuparan las consecuencias y las responsabilidades derivadas de haber promovido con todos los medios del gobierno la asistencia de tanto inocente, que tranquilizados por los mensajes de Carmen Calvo, Fernando Simón y muchos más, acudieron a la manifestación ignorando el peligro del contagio, porque se les había asegurado que no había ningún riesgo; si realmente no le preocupara, si efectivamente pensara que nada tiene que temer de la decisión adoptada, hubiera pasado por encima de lo del 8 M y hubiera ignorado las críticas de la oposición.

Pero como se siente concernido y las cosas se empiezan a complicar sobremanera, ese narcisismo atroz que le posee tuvo que ser satisfecho ayer con una frase brutal que le permitiera quedar por encima de las críticas y las acusaciones. Y efectivamente lo dijo alto y claro, pero si no lo sabía en ese momento, lo sabe ahora, se equivocó sacando a pasear en su intervención a la funesta manifestación feminista.

Desde luego ofendió a la gente de bien que ante el exabrupto, pensarían que constituía una falta de respeto a tantos y tantos fallecidos a cuenta del Covid-19, a los infectados, a sus familiares y amigos y puedo entender que eso le importe un rábano, porque él no creo que cuente con la gente de bien, en todo caso la ignora. Aunque la frase tuvo que molestar a muchos votantes de su partido, que por mucha fidelidad que profesen a unas siglas percibieron que su Secretario General es un psicópata peligroso que no respeta a nada ni a nadie. Porque se puede ser socialista y tener la calidad moral que no tiene Sánchez y las encuestas ya le han avisado de que está perdiendo votos por el ala más moderada de su formación política y los ha perdido de muy mala manera porque esos votos van a parar al Partido Popular.

Se encuentra ante un dilema de muy difícil solución, por un lado necesita el apoyo de Pablo iglesias para mantenerse en el Gobierno, por otro su pacto con los podemitas le obliga a radicalizarse, pero sabe que esa  decisión supone una huida hacia delante que lo lleva hacia el desastre. Todos sabemos, porque la experiencia lo demuestra, que aceptar el programa electoral de Unidas Podemos, por mucho que se maquillen algunas decisiones, está convirtiendo al PSOE en una mala fotocopia de los podemitas y cuando llega el momento de acudir a las urnas los votantes tienden indefectiblemente a votar al original. No va a tener tiempo para cambiar la deriva antes de que lleguen las próximas generales, porque no puede frenar esa huida hacia delante y él mejor que nadie sabe que la situación económica, la presión de los poderes fácticos y de Europa, igual le obligan a convocarlas el año que viene.

Así que la repugnante frase lo único que consiguió es reafirmar a la derecha y crear problemas a, no diré que a muchos, pero sí a bastantes de sus votantes a los que ya lleva tiempo haciéndoles sentir una incomodidad manifiesta. Le pudo ese carácter bronco, ese deseo de ofender y humillar a Pablo Casado y como no sabe dominarse, soltó la coz dialéctica, que me parece le va a costar más de lo que él creía en el momento de expresarla.

Pero es que además intentar quitarle importancia a lo que sucedió el 8M o pretender que no le preocupan las consecuencias de las decisiones equivocadas que adoptó, resulta muy difícil de creer porque su conducta demuestra que le preocupa muchísimo lo que sucedió el 8 M y las consecuencias que puedan provenir del profundo error que cometieron todos aquellos que impulsaron y aprobaron la asistencia a la manifestación.

Pretende afectar tranquilidad e indiferencia y hay que ver la que ha liado para averiguar qué contenía el informe que rindió la policía judicial de la Guardia Civil a la magistrada Carmen Rodríguez-Medel sobre su buen amigo José Manuel Franco, Delegado del Gobierno en Madrid. Los hechos demuestran que le preocupa y le inquieta porque para averiguarlo no dudó en ordenar a su ministro del Interior “que se pusiera las pilas” y consiguiera la información. 

Supongo que el contenido del informe debía ser muy importante para el  gobierno, porque aquella decisión provocó una purga irracional en la Guardia Civil, el fulminante cese del Coronel al Mando de la Comandancia de la GC en Madrid y ha colocado en una situación delicadísima al ministro del Interior, al Secretario de Estado y a la Directora General de la Guardia Civil, que como se descuiden van a terminar imputados por lo que hicieron, amén de las responsabilidades políticas que entraña el haber mentido una y otra vez sobre un asunto extraordinariamente delicado.

Por eso vino la baladronada (1), tenía que demostrar que estaba por encima de cualquier crítica y ¿por qué necesitaba demostrarlo? muy sencillo: Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. Tenía que afectar tranquilidad porque se ha encontrado con un problema que le preocupa mucho y que no ha sabido manejar.

En boca cerrada no entran moscas, claro que Iván Redondo igual no se atreve a recordárselo

(1)  Baladronada: f. Hecho o dicho propio de baladrones.

     Baladrón: 1. adj. Fanfarrón y hablador que, siendo cobarde, presume de valiente.

Comentarios

  1. Lo has clavado, Miguel. Muchas gracias por tus muy buenos artículos. A mí me sirven mucho y me clarifican un montón de cosas. Un auténtico placer poder leer todo lo que escribes. Gracias

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  2. Muchas gracias, eres muy amable. Un abrazo.

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