Albert Rivera y su irrelevancia política


No creo que haya nadie en la cúpula de Ciudadanos que ante el panorama al que se enfrentan los naranjitos, haya recordado el refrán que señala “¡Qué poco dura la alegría en la casa del pobre!”. Los dirigentes de Ciudadanos viven en un plano ético superior al resto de los mortales, son los aristócratas de la política, inventores de la honestidad y defensores acérrimos de la transparencia, lo que parece les autoriza a criticar y dar lecciones a todo el mundo, aunque paradójicamente pierdan apoyo ciudadano en cada contienda electoral. Que en esto de la política podrás ser muy fino, educado, bien parecido y tener cierta facilidad de palabra, pero al final lo que cuentan son los votos que obtienes y sobre todo qué diablos haces con esos votos, pero que quede claro,  son demasiado finos y exquisitos como para ser pobres.

De igual pie cojea su líder y principal activo político al que la realidad, esa tozuda realidad que termina colocando a cada uno en el lugar que le corresponde, lo está dejando como al célebre gallo de Morón, sin plumas y cacareando. En Ciudadanos hay muchísima gente preocupada, unos averiguando qué es exactamente lo que está pasando y otros que le dan coba al “nen Albert” y prefieren presentar lo que se les viene encima como una dulce y pasajera lluvia primaveral y no una tormenta de tomo y lomo.

Desgraciadamente a Rivera le ha pasado lo que a muchos, se ha endiosado con un éxito que debía en gran manera a la plancha de intelectuales que lo impulsaron al estrellato político y al apoyo mediático y económico de algunas gentes que están representadas en el IBEX 35, que creyeron que habían encontrado en él, al recambio de Rajoy.

Y como nadie aprende de los errores ajenos y algunos, como es el caso del “niño Rivera”, ni de los propios y porque seguramente será cierto eso de que los dioses ciegan a los que quieren perder, el hombre decidió apuntarse para sí ese éxito y ha pasado de las advertencias de los intelectuales en cuanto empezaron a opinar en sentido contrario al suyo y del apoyo mediático y económico no tuvo que pasar, porque los del IBEX 35 que son muy suyos, en cuanto empezó a sacar los pies del plato le retiraron ipso facto su apoyo y algunos hasta el saludo.

En estos momentos se encuentra solo, fané y descangayado como la cabaretera del tango y sorprendentemente ha sido incapaz de prever la jugada de Mariano Rajoy, que tiene muchas cuentas que ajustar con él y que ante el estado de extrema necesidad electoral del PSOE, sabía que sería capaz de conseguir acuerdos con los socialistas, que por no ir a unas elecciones en junio harían lo que hiciera falta. 


Rivera lleva mucho tiempo equivocándose, para el 26J se lanzó a una campaña que a imagen y semejanza de la de Pedro Sánchez, esgrimía como argumento principal la necesidad de cargarse a Rajoy como fuera, advirtió hasta la extenuación que no pactaría jamás con el líder popular y cuando el resultado fue el que fue, no entendió o no atendió al primer mensaje de Rajoy, al que Albert en el fondo daba por amortizado. No quiso dar importancia al hecho de que la primera propuesta de acuerdo que ofreció Rajoy fue dirigida en exclusiva al PSOE. En aquel gobierno que proponían los populares se hablaba de PSOE y PP, porque si se ponían de acuerdo los dos, maldita la falta que hacían los naranjitos en esa fiesta y a pesar de lo clara que quedaba la intención de Rajoy, no tomó ninguna precaución, pensando que habían acabado con la carrera política del gallego.  

Como no quería pactar con Mariano Rajoy, que era lo que pedía la mayoría de sus votantes, lo hizo con Pedro Sánchez y fracasó. Volvió a fracasar en las elecciones del 26J y al final tuvo que tragarse lo dicho y llegar a un acuerdo con Rajoy, pero volvió a liarla cuando tras el fracaso de la primera investidura le faltó tiempo para advertir que el acuerdo suscrito con el PP terminaba su vida útil con ese fracaso. Luego vino lo de llamar exigencias a los 150 acuerdos del pacto y para rematar la faena el propio Rivera exigió la cabeza de Rita Barberá como condición sine qua non para apoyar la investidura de Rajoy.

Ahora se encuentra ante un hecho que estaba cantado y que su falta de formación para la política real  le ha impedido ver. PP y PSOE han aprobado la subida del salario mínimo, el techo del gasto, la subida de impuestos y probablemente aprobarán los Presupuestos y muchísimas iniciativas más, sin contar para nada con Rivera y sus chicos, porque para cerrar estos acuerdos los naranjitos resultan absolutamente irrelevantes y ya se sabe que en estas cuestiones cuanto menos bultos, más claridad.

Albert Rivera al igual que su compañero de desgracias Pedro Sánchez minusvaloró a Mariano Rajoy, que ha sabido esperar su momento y si ustedes creen que nos es así pregúntenle a Pedro Sánchez. Ahora mismo el gobierno es capaz de llegar a acuerdos con el PSOE y los de Ciudadanos no están ni se les espera. Mal asunto, fatal para las ambiciones de Rivera; pero lo peor es que le han dejado fuera de juego en muy mal momento para él y su partido. 

Daba grima ver a Girauta en la tele intentando justificar el dulce coqueteo que mantiene Arrimadas con el independentismo catalán. Está claro como el agua que Ciudadanos está “modulando” en Cataluña su mensaje con respecto a los secesionistas, lo digo yo, pero lo dice también Carolina Punset, que dimitió de la Ejecutiva naranja, harta del pasteleo que se traían los naranjitos con los nacionalismos.

Por otra parte convertir al partido - que se suponía era el especialista en pactos y que gracias a ese superpoder iba a salvar a España - en irrelevante, tiene su mérito, negativo, pero mérito al fin y al cabo. El endiosamiento de Albert Rivera, su cúpula trufada de desechos de tienta y retazos de hospital, provenientes de las filas del PSOE y de UPyD, que en nada le han ayudado ante esta situación, los cargos públicos que abandonan C,s para ir a UCIN, las corrientes de pensamiento internas como TransC´sparencia que le están buscando las vueltas, advierten que los problemas le crecen a Albert de manera exponencial y que ante lo que se le viene encima haría bien estudiando a fondo la historia de UPyD.

No hay que ser un experto en estrategias de negociación, ni un politólogo de alcurnia para saber que se cosecha lo que se siembra. Parece que Ciudadanos será, si se hace caso a lo que dicen, los inventores del pacto y la honestidad, pero lo del sentido común les queda lejos, muy lejos.

Albert Rivera se ha cargado con su tontería la posibilidad de terminar con lo del bipartidismo. Se le viene encima su Asamblea General, se escucha con nitidez el ruido de cuchillos afilándose, ahora habrá que ver a quién culpa de sus errores.



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