¡¡¡Hay que reformar la Constitución!!!


Probablemente les sorprenda mi afirmación, pero me he convertido en un declarado partidario de emprender la reforma de la Constitución. Aunque  debo aclarar que la opinión que sostengo sobre las reformas más necesarias a nuestra Carta Magna, van justamente en sentido contrario de las que sostienen los del PSOE y ya para qué les cuento si comparo mis ideas a las que proponen todos aquellos que están por sacralizar el inexistente “derecho a decidir”, concepto que se utiliza eufemísticamente por todos aquellos que no se atreven a decir con claridad lo que realmente desean.

Cuando un progre de salón, un nacionalista de la izquierda radical –ya sé que es un oxímoron, pero ellos se definen así- o uno de la derecha más provinciana, nacionalista y  rapaz hablan del derecho a decidir, se refieren al derecho a la autodeterminación, concepto que no utilizan por no asustar a su clientela política más tibia y porque en realidad no les es de aplicación conforme al derecho internacional.

En esta España de nuestros pecados, el que sea cofrade que coja su vela, entre la gente de la derecha se encuentran muchos timoratos a los que no les gusta tener problemas y mucho menos defender sus ideas con la firmeza que la situación demande; por el contrario la izquierda anda por estos mundos de la política nacional, presumiendo de una superioridad moral que jamás ha tenido, porque uno de nuestros principales fallos estructurales como nación, es la de "disfrutar" de la izquierda más asilvestrada y guerra civilista de toda Europa. 


Lo han tenido muy sencillo, les bastó hace unos años, con tildar de franquista y ahora de fascista a todo aquél que no aceptara con mansedumbre pastueña sus exigencias. Con eso le han tapado la boca a muchos acomplejados, que se han dejado comer el terreno de tal manera que en España se acepta como verdad revelada que todo lo que hace la izquierda es bueno y por el contrario lo que hace la derecha es malo, así de sencillo y así de falso.

Por eso cuando algún ciudadano, como es mi caso, se declara partidario de reformar la Constitución, automáticamente todo el mundo entiende que estás a favor del federalismo asimétrico inventado por mi paisano Maragall o que eres un ferviente defensor de la falaz definición que afirma que España es una nación de naciones y no tiene por qué ser así.

Comprendo que lo de leer estadísticas aunque sean las del CIS, pueda ser extremadamente aburrido, pero a veces resulta muy formativo tragarse todas esas cifras. Los números, los datos ofrecen una ventaja; fue uno de los zurdos más zurdos que en este mundo han sido, me refiero concretamente a Lenin, el que afirmó rotundo, es lo que tiene ser de izquierdas que la rotundidad les viene de origen, aquello de que “Sólo los necios (estúpidos dijo realmente) discuten los datos.

Resulta que nuestros amigos del CIS han publicado una encuesta que ofrece unos resultados muy, pero que muy consoladores. En esta España en la que si uno ve la tele, lee la prensa y escucha la radio tiene la impresión que la mayoría de la población está por las reformas más radicales que propone la izquierda, resulta que el 37,3% de los españoles se muestran conformes con el  Estado de las Autonomías que consagra la Constitución y el 28,2% se muestra partidario de que nos gobierne un gobierno único o al menos unos gobiernos autonómicos con sus competencias recortadas. 

Unas cifras sorprendentes que a algunos les parecerán increíbles, eso sucede porque de toda la vida dos tíos gritando hacen más ruido que cien callados y eso es lo que sucede con la zurda y sus ideas, que están todo el día en el “candelabro” mediático, haciendo  ruido, mientras que esa mayoría silenciosa que por lo que opina en las encuestas y por lo que vota, está más por las ideas de derecha y centro derecha, guarda un prudente y medroso silencio.


Así que habrá que empezar a moverse porque la Constitución se puede reformar en dos sentidos, podemos permitir que se siga destruyendo la idea de España como nación única e indivisible, tal y como dice la Constitución, o por el contrario, podemos exigir que se reforme la Constitución, aprobando medidas que fortalezcan la idea de España y recorten de manera importante las competencias que hoy por hoy, administran de manera muy ineficaz las CC.AA.

Hay que reformar la Constitución porque hemos permitido que se hayan creado una suerte de 17 “mini-estados”, cuando esa no era la idea que propició su creación. Resulta sorprendente que siendo como son las CC.AA parte de la administración del Estado, hayan creado órganos ya existentes , como por ejemplo los Defensores del Pueblo, los Tribunales de Cuentas y otros muchos, cuya existencia no tiene sentido, ya que en la administración de la que forman parte ya existen esos órganos y su clonación no ayuda en nada al ciudadano y esquilma los presupuestos.

Por otra parte hay competencias que la experiencia nos enseña que deben volver al Estado, como pueden ser la Educación, Sanidad y otras. En ese sentido, no podemos permitirnos vivir en la UE, teniendo como tenemos 17 leyes del comercio, porque estas tonterías nos convierten en un país raro y complicado que expulsa a los inversores.

Así que propongo empezar a trabajar por reformar la Constitución. Tras 38 años de vigencia hemos visto claramente los fallos instalados en el sistema, corrijamos los errores y trabajemos para conseguir la unidad de España, la solidaridad inter territorial (mandamiento constitucional) y para que todos los españoles seamos de verdad iguales ante la ley y  tengamos el mismo acceso a los servicios que propicia el estado.

Vamos a pedir reformas en la Constitución que garanticen la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles y que organice la estructura del Estado de las Autonomías, con un sistema aminorado en sus competencias, de manera que construyamos una España más fuerte con unas CC.AA. convenientemente adelgazadas. Reformas, que sin duda serían apoyadas por una mayoría importante de los españoles, a la zurda esto les sonará a chino, pero francamente no podemos seguir mansamente el camino que nos lleva a la destrucción de la nación española. 

Así que, a reformar, pero a reformar bien.

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