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Iglesias anima a “naturalizar” los insultos. ¿Será la violencia lo siguiente?


Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se han repartido el trabajo para dominar a los medios de comunicación, Pedro presiona  a los medios y Pablo se dedica a amenazar a los periodistas independientes y en esa tarea el podemita ha llevado a cabo una exhibición que asusta. Y asusta porque la barbaridad que soltó Pablo Iglesias el pasado martes, no se hizo en un mitin político, ni fue una opinión vertida en la barra de un bar o un comentario que algún periodista hubiera escuchado por casualidad. Lo que soltó Iglesias por esa bocaza que Dios le ha dado, lo hizo el Vicepresidente del Gobierno de España en una rueda de prensa acompañado por tres ministros, realizada en La Moncloa sede de la presidencia de este gobierno que a cada día que pasa, no sé yo si da más miedo que vergüenza o viceversa.

Estoy convencido, los hechos así lo demuestran, que los social comunistas han decidido llevar a cabo su política de comunicación con la intención de saturar a la opinión pública, utilizando para ello una táctica a la que yo llamo la tabla de quesos. Muchos de ustedes sabrán que si les sirven una fabulosa tabla de quesos deben ir con mucho cuidado en el orden que en que los prueban, hay que huir de la tentación de comenzar a degustar los quesos azules o los más curados, porque el fuerte sabor de esos productos saturarían sus papilas gustativas lo que les impediría apreciar los sutiles aromas de los quesos más frescos y menos curados.

Pues precisamente eso es lo que están haciendo Pedro, Pablo y el resto de sus cuates, pero justamente al revés, en ese plan la idea que subyace es generar un escándalo tras otro, llevar a cabo declaraciones que escandalicen muchísimo o creen debate y hacerlo sin descanso, para que la opinión pública pierda el sentido de la medida y al final asuntos muy gruesos pasen por ser algo normal. Eso es lo que sucede cuando uno está expuesto a una sobre exposición de “información” teledirigida, sin querer, se pierden las referencias, se deforma la escala de valores y se atenúa o desaparece el sentido crítico.

Pablo Iglesias que tiene la lengua muy larga para los demás y la piel muy fina para soportar las críticas, afirmó en ese tono melifluo que utiliza cuando le conviene que: “Creo que hay que naturalizar que cualquiera que tenga presencia pública o cualquiera que tenga responsabilidades en una empresa de comunicación o en política” estén sometidos “tanto a la crítica como al insulto en las redes sociales”.

Vayamos por partes como decía aquel británico tan famoso, yo creo que el Vice no acertó en la elección del verbo porque naturalizar en todo caso significa según recoge el DRAE - por buscarle un significado que justifique su utilización - Introducir y emplear en un país, como si fueran naturales o propias de él, cosas de otros países. Aunque no creo que se equivocara, simplemente quería decir que había que “normalizar” el insulto, pero como ese verbo se entiende muy bien y lo de naturalizar suena como más leve, más ecológico y más bonito, decidió utilizar el que no significa lo que él pretendía señalar, porque lo que Iglesias buscaba era que los insultos dirigidos a periodistas o directores de los medios de comunicación, entraran en los parámetros de la normalidad.

Partamos de la base que insultar está mal, independientemente de a quién vaya dirigido el insulto, a nadie le debe parecer normal – de normalidad o si eres podemita de naturalizar – que se insulte a  periodistas, a políticos o a ese cuñado tan pelma e insoportable que casi todos tenemos. Por otra parte y aunque a los podemitas les moleste, el insulto es una forma de violencia, verbal si se quiere, pero en definitiva violencia y por tanto debe ser desechado del debate político y desde luego de las relaciones personales.

Llama la atención que Pablo Iglesias haya decidido que lo mejor para España y los españoles sea que a partir de la fecha de su intervención - porque por mucho que quieran no van a poder llevar semejante disparate al BOE y lo saben, que son malos pero no tontos - decía que a Iglesias le parece que lo mejor para el interés general es que a partir de ese momento mágico que protagonizó el martes pasado, todos podamos insultar con total libertad al periodista que nos caiga mal.

Claro está que aunque usted y yo caigamos en el vicio de insultar a los periodistas que no sean de nuestra cuerda, lo nuestro pasará desapercibido, todo lo contrario sucederá cuando la “naturalización” la ponga en marcha un Vicepresidente con el inmenso poder que atesora y me parece horroroso que Pablo Iglesias en el momento en el que  tiene un jaleo de aúpa con la prensa a cuenta del móvil de Dina, de la tarjeta y de sus contenidos, un lío muy complicado porque nadie entiende que Iglesias se quedara con la dichosa tarjeta, que no era suya y no la devolviera de inmediato a su legítima dueña. 

Aunque parece que le repatea el hígado que unos cuantos periodistas independientes, cuatro y el cabo decía yo hace unos días, estén poniendo en conocimiento de la opinión pública los oscuros detalles del follón de la tarjeta opinando libremente sobre el asunto y precisamente ahora, tras montarles la correspondiente campaña en las redes sociales parece ser que con poco éxito, justo ahora, decide que lo mejor para solucionar estas cosas es que se naturalicen los insultos a los profesionales de los medios de comunicación.

Está claro que el señalamiento de los críticos y los ataques a su integridad profesional no han bastado y Pablo Iglesias ha decidido darle un par de vueltas a la tuerca – nada que ver con su programa televisivo – y si tras aceptar la naturalización del insulto, los independientes siguen ejerciendo su derecho a la libertad de expresión y comunicación, libertades que no deben tener más límites que los que señala la ley, decía que si cuando sean “convenientemente” insultados siguen dando la matraca ¿Qué será lo próximo? ¿Naturalizar la violencia física?

Igual no hará falta "naturalizar" la violencia, tras las declaraciones de Iglesias y el señalamiento que él y Monedero - su “escolá d’amén” (1) de cámara - han llevado a cabo a los profesionales que tozudamente mantienen su amor por la libertad y defienden la integridad de su profesión dando la cara, probablemente esperen que la presión popular crezca y si desgraciadamente sucediera algo parecido a una agresión, la zurda unánime se apresuraría a justificarla tildando de provocadores a las víctimas.

Así estamos, normalmente dan asco, con frecuencia vergüenza y en ocasiones miedo, lo malo es que son los que deberían velar por el interés general de los españoles.



(1)   Ser Escolá d’amén, Enc. Cat: Acomodarse en todo a la voluntad de otro

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