El homenaje de Estado por las víctimas del coronavirus



No quería hablar de este asunto por muchos motivos, pero sobre todo porque el acto de homenaje a las víctimas del coronavirus no es otra cosa que el intento, por parte del Gobierno, para que la opinión pública olvide la miseria moral que ha demostrado Pedro Sánchez a lo largo de la epidemia sobre todo con las víctimas y sus familias. El acto buscaba blanquear el repugnante comportamiento que ha tenido el gobierno social comunista ante el Covid-19 y sus consecuencias. Lo dije una vez y alguno de mis lectores discutieron mi aserto, los muertos no tienen ideología, suponiendo que la tuvieran en vida.

La epidemia no hizo distingos entre izquierdas y derechas, eso es algo incomprensible para los social comunistas que viven de la polarización de esta sociedad y que no podían permitir que los españoles nos uniéramos, aunque fuera en el dolor producido por la pérdida de nuestros seres queridos. Había que dividir a la sociedad y lo consiguieron, los buenos eran los que seguían las consignas de la agit prop gubernamental y aplaudían a los sanitarios todos los días y cantaban en los balcones y los malos éramos los que nos quejábamos de la ineptitud y falta de previsión del gobierno de Sánchez ante la avalancha de muertos e infectados y señalábamos que si la epidemia era mucho más cruel con nosotros que con el resto de Europa la responsabilidad era del Gobierno.

El acto que se celebró ayer no puede borrar el comportamiento del gobierno para con los enfermos, los fallecidos y tampoco para los “héroes”, a los que mandaron  a trabajar sin los medios de protección suficiente, porque en España sufrimos un gobierno que decidió en su momento hacer oídos sordos a la  información que llegaba vía Europa y OMS y resolvió que la epidemia declarada, declarada repito, por la OMS no nos iba a afectar tal y como nos afectó y que tras la equivocación ya no fue capaz de tomar ningún tipo de medida que garantizara la seguridad de los españoles, encadenando error tras error.

He hablado de miseria moral y de inepcia que creo invalidan el acto que se celebró ayer y es que resulta muy difícil aceptar por las buenas un supuesto homenaje a los muertos del coronavirus y a los héroes que combatieron la epidemia, cuando en primer lugar somos el único país de Europa que oficialmente no sabe todavía cuántas fueron las víctimas del virus y que este Gobierno, a pesar de ello, decida montar el acto sin dar el número oficial de fallecidos, describe perfectamente que clase de gobierno sufrimos. 

Lo de homenajear a los sanitarios a los que mandaron a la lucha sin medios para actuar y protegerse, me parece una burla, porque el Gobierno no compró lo que nos hacía falta en el mes de enero tal y como recomendaban la UE y la OMS y ese “fallo” nos puso en el número uno de los países con más sanitarios infectados del mundo.

Únicamente la soberbia de Pedro Sánchez es capaz de hacer frente a una situación tan incomprensible, la absoluta falta de empatía del narciso socialista le permite creer que con este “homenaje” queda cumplido. Nada raro por otra parte, estamos hablando de un individuo que se negó en redondo a ponerse una corbata negra porque era malo para su imagen, que advirtió a los alcaldes socialistas que no pusieran crespones en sus ayuntamientos y que se atreve ahora, tarde, mal y de manera incompleta, homenajear a veintipico mil víctimas, porque al resto, hasta casi cincuenta mil, ha decidido ignorarlas.

Por eso no quería hablar de este asunto, porque estoy escribiendo y se me está poniendo la presión arterial por las nubes, pero al final he decidido hacerlo, porque aunque me empeño en no ser una víctima de la actualidad, creo que no debía permanecer mudo ante tamaño disparate. 

Hay que hablar, hay que hacerlo porque el silencio favorece a esta gente que nos han vendido a todos una tragedia horrorosa como una situación idílica en la que los ciudadanos disfrutaban mucho cantando en los balcones de sus domicilios y aplaudían día a día a los sanitarios, mientras las víctimas morían en soledad, sin la presencia de sus seres queridos y eran enterrados con la mayor discreción, casi de tapadillo.

No puedo estar más de acuerdo con lo que SM Felipe VI ha dicho hoy, nos decía el Rey que actuáramos unidos, desde "el respeto y el entendimiento", para responder a la "deuda moral y el deber cívico" que nos obliga al homenaje a los fallecidos con coronavirus. 

Estoy convencido que el Rey cuando hablaba de deuda moral, señalaba a quien sin duda tiene una deuda con los fallecidos de un tamaño sideral, es decir al Gobierno, que fue incapaz de defender su salud y además les ha faltado al respeto tratándolos como números de una estadística. Sí me doy por aludido con lo del deber cívico, los españoles tenemos el deber de conseguir que se respete la memoria de los fallecidos y no debemos permitir que con un acto de relumbrón, los deudores declaren saldada una deuda que debiera perseguirles a lo largo de su miserable vida.

En el acto intervino Aroa López Martín, enfermera jefa de Urgencias del hospital Vall d'Hebrón que nos pedía que “No olvidemos nunca la lección aprendida”, me temo que a Aroa, que por su profesión sufrió el embate de la epidemia en primera línea, le ha podido su bondad. No creo que los españoles hayamos aprendido demasiado bien la lección, quién sea cofrade que coja su vela y quien desde luego no la ha aprendido ni de lejos es el Gobierno que no parece haber rectificado ni un milímetro su actitud.

Lo que hay que conseguir es que las cerca de 50.000 víctimas no hayan muerto en vano, que desgraciadamente parece que sí. Los responsables de su muerte han liquidado el asunto en treinta y cinco minutos y por noche celebrarán un  banquete de gala - dos estrellas Michelín señalan desde Moncloa - y asunto terminado; espero que la puñetera cena se les atragante a los responsables del homenaje.


PD. Por cierto a los encargados de protocolo de las presidentas del Congreso y del Senado que los pongan en la calle por inútiles. Ni queriendo, se puede ir peor vestida a un homenaje a los muertos de una epidemia.


Presidentas del Congreso y el Senado


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