Élmer Mendoza un explosivo autor mejicano

 



Les pedí a los Reyes Magos que me trajeran un escrito para publicarlo hoy en el blog y ahorrarme un poco de trabajo, pero no debo haberme portado demasiado bien durante el pasado año, porque su paje me comunicó que se iban a limitar a darme un tema para que escribiera sobre él y que me diera por satisfecho porque mi conducta no daba para más.

De todas maneras me hicieron un grato favor porque me propusieron que escribiera sobre Élmer Mendoza, un magnífico, aunque peculiar autor mejicano, que ha publicado entre otros relatos una serie de novela negra que protagoniza el detective Edgar Mendieta (a) “El zurdo Mendieta” sobre el que no esperaba escribir, porque con la novela negra europea, al menos por ahora, me sobran autores, pero es un novelista como la copa de un pino del que poseo un ejemplar de “Balas de Plata” el primer relato de la serie del Zurdo Mendieta, dedicado por el propio autor, que conseguí gracias a mi buen amigo Paco Camarasa (QEPD), una autoridad en todo lo que hiciera referencia a la novela negra que en aquellos tiempos era dueño de la librería Negra y Criminal de Barcelona.

Para mí “Balas de Plata” fue un auténtico descubrimiento, el lenguaje, el estilo, la manera un tanto anárquica de novelar, me atraparon y desde el mismo momento en el que comencé a leer las primeras páginas de la novela me convertí en un auténtico fan de Mendoza, del Zurdo Mendieta y de su ayudante, la policía Gris Toledo.

Élmer Mendoza nació en la ciudad de Culiacán, capital del estado de Sinaloa, aunque creció en el campo junto a su abuelo. Cuando regresó a la ciudad descubrió la música, la cultura del rock y la lectura. No fue hasta los veintiocho años cuando su vocación literaria eclosionó con una fuerza que le impulsó a dejar su trabajo como ingeniero y trasladarse a México DF para estudiar literatura. Con cincuenta años publicó, su primera novela, “Un asesino solitario” (1999), con la que se convirtió en el primer narrador que fue capaz de trasladar a los lectores el efecto causado por el narcotráfico en la cultura mejicana, a la vez que llevaba a cabo una exploración del lenguaje de los narcos para manejarlo como un elemento importante en su quehacer literario. 

Profesor o catedrático, que eso no lo tengo demasiado claro, de la Universidad Autónoma de Sinaloa, es un incesante promotor de la lectura e instituciones culturales. Fue elegido miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua en la sesión plenaria del 11 de agosto de 2011 y se integró a ella el 26 de abril de 2012.

Como ya he señalado Mendoza es un escritor que en sus textos no tiene el menor empacho en utilizar el lenguaje popular. El autor cuenta que cuando Tusquets publicó su primera novela, su editor le preguntó: ¿Qué crees que has hecho”, “una novela de lenguaje”, respondió muy seguro. Para entender su postura creo que sería bueno recoger un párrafo de su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua en el que deja muy clara la cuestión de la oralidad, tal y como llama a este fenómeno:

“El mundo es una fuente de palabras que escuché desde siempre pero que se escurrían cuando quería fijarlas en papel o en la pantalla. ¿Cómo conseguir que esas palabras callejeras quedaran en las líneas ocupando un sitio que sintieran propio y no escaparan a la primera provocación? Escuchándolas, después haciéndolas sentir que ese era su sitio, el lugar propio que es en el que se está mejor porque se oyen mejor. Así fue como expresiones sin historia como morro, ándese paseando, un bato acá, chilo, tramo, lima, marcando, jaipo, prodolino, perico, ochito, chirrin, soletear, nel, tuvieron su lugar en la casa del ser, como llama Heidegger al lenguaje”

Y así es Mendoza, escribe tal y como se habla en su estado natal, escribe como habla un sinaloense de la calle y ese es uno de sus méritos. Convencido, afirma que “Me gusta contar de cierta manera: caótica quizá, incómoda quizá, pero viva; dejar que las palabras lluevan sobre la línea y que escurran, ensucien, limpien u oscurezcan la página la pantalla o el sueño” y lo hace porque es dueño de un estilo peculiar y al respecto afirma que “Un autor no depende de las tramas pero sí de un estilo, y cuando agarras uno no puedes dejarlo. Yo creo que lo conseguí”

En mi modesta opinión Élmer Mendoza es uno de los representantes punteros de lo que se ha dado en llamar, algo peyorativamente, narco literatura. El autor rechaza que éste sea un género para oportunistas, por el contrario sostiene que sus escritos ponen de relieve la muy compleja y difícil realidad social que se vive en Méjico en general y en particular en Sinaloa, el territorio en el que sitúa sus relatos. 

Lo que hace Mendoza con su peculiar estilo narrativo y con la utilización de ese lenguaje oral que cultiva en sus escritos, es imponer una nueva manera de novelas mientras recupera los viejos cánones del relato negro: Por una parte en sus novelas la búsqueda de la verdad es mucho más importante que la localización del culpable y por otra, independientemente del lenguaje que utiliza, se sirve de la violencia y la corrupción como elementos fundamentales en su decurso narrativo, que le permiten llevar a cabo la crítica social correspondiente.

Un autor sorprendente, con un estilo muy suyo, brillante, anárquico, caliente, explosivo, que creo les va a sorprender gratamente, cierto es que la utilización del lenguaje popular sinaloense les puede presentar alguna dificultad, pero creo que el contexto les va a ayudar y por otra parte estoy convencido que a algunos de mis lectores, Netflix y sus series sobre narcos mejicanos, les van a permitir entender mucho mejor ese lenguaje.

Les dejo una lista de las novelas de Élmer Mendoza, resaltadas en negrita las novelas de la serie del “Zurdo Mendieta”. Les va a costar algún trabajo habituarse a los modismos del español del norte de Méjico, pero creo que  no constituyan un problema insalvable. Ánimo, les recomiendo su lectura.

Novelas.-

Un asesino solitario, Tusquets, 1999

El amante de Janis Joplin, Tusquets, 2001

Efecto tequila, Tusquets, 2004

Cóbraselo caro, Tusquets, 2005

Balas de plata, Tusquets, 2008

La prueba del ácido, Tusquets, 2010

Nombre de perro, Tusquets, 2012

El misterio de la orquídea Calavera, Tusquets, 2014

Besar al detective, Random House, 2015

Asesinato en el Parque Sinaloa, Random House, 2017

No todos los besos son iguales, Random House, 2018

La cuarta pregunta, Random House, 2019

Espero que se hayan portado mejor que yo en año 2020 y en consecuencia los Reyes Magos hayan sido muy generosos con ustedes y sus familias. Cuídense mucho y el próximo viernes, si Dios quiere, volveremos a encontrarnos por aquí.

Un abrazo.

 

 

 

 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Albert Rivera y su irrelevancia política

El Día de la Madre

In memoriam. Se nos ha ido Alexis Ravelo