Sam Savage nos ofrece su fantástica obra "El lamento del perezoso"


 

Me decía hace unos días una buena amiga que tiene la generosidad y la paciencia de seguir mis escritos que tenía un buen número de novedades editoriales esperando a que tuviera tiempo para leerlas y que la obra que yo recomendaba en el blog debería esperar, lo que me pareció muy razonable. Como ya he explicado, creo que más de una vez, me limito a comentar alguno de los libros que en su momento presenté en aquel programa de televisión que se llamaba “Sólo Libros” y que por uno u otro motivo llamaron de manera especial mi atención.

Y en esas publicaciones se encuentra de todo, las de una calidad literaria extraordinaria o las que sin alcanzar esa excelencia llamaron mi atención por el tema que trataban, por el género al que pertenecían o porque el autor me pareció original, aunque todas comparten una cuestión, pese a su valía todas parece que están olvidadas por los lectores. La de hoy la comento porque su autor me enamoró con una obra, “Firmin”, que me pareció una ocurrencia extraordinaria y que comentaré para ustedes si soy capaz de encontrar de una vez el texto que escribí en su momento. Mientras tanto les comentaré “El lamento del perezoso” una novela magnífica del mismo autor que me gustó mucho cuando la leí.

Su autor fue Sam Savage, doctor en Filosofía, nacido en Carolina del Sur en el año 1940 y fallecido en Wisconsin el 17 de enero de 2019, se coló en la primera fila del panorama literario internacional con “Firmin”. Consiguió con esa fábula y con la complicidad de los lectores, utilizando el boca a boca como procedimiento de promoción, vender nada más y nada menos que un millón de ejemplares. Un éxito extraordinario si además consideramos su género, una fábula como las de Esopo, en la que se relataba la vida de una rata de biblioteca.

Poco después Seix Barral, que ya había publicado “Firmin”, publica en España “El lamento del perezoso” una novela que nos presenta a su protagonista, un ciudadano entregado en vida y alma a la literatura, que intenta sin éxito conseguir que la revista literaria que dirige no fracase miserablemente y que pretende evitar que ese fracaso económico le arrastre también a él y a su paupérrima existencia. Es el relato de una triste realidad pero construido desde del humor fino e inteligente del que hace gala Savage, que consigue que sonriamos a pesar de estar retratando la dolorosa soledad del protagonista.

Pudiera parecer que Savage estuviera empeñado en triunfar escribiendo para géneros poco usuales. Si primero fue la fábula, ahora se enfrenta a una novela epistolar en la que nos sorprende con un relato compuesto por las cartas, esbozos de novelas, listas de la compra y notas que salen de la pluma de Andrew Whitaker, un hombre dedicado en cuerpo y alma a su revista literaria Soap.

Un personaje el de Whittaker que irremediablemente me recordó al inefable Ignatius Reilly de “La Conjura de los necios” – otra novela que tengo que comentar aquí - dos personajes que resultan hilarantes pues sus desmesurados sueños y ambiciones se topan irremediablemente con la realidad de su mediocridad y con su incapacidad de adaptar su visión a las realidades de la vida cotidiana.

Creo que puedo decir sin temor a equivocarme que Sam Savage se muestra como un auténtico maestro del humor utilizando una serie de claves y resortes que nos producen hilaridad, pero también una ternura ante la visión del pobre protagonista inmerso en un mundo que le resulta incomprensible y del que tampoco puede esperar comprensión alguna. Si en “Firmin” descubríamos el poder redentor de la literatura a través de la figura de una rata que iba humanizándose a medida que se empachaba de las palabras escritas en las páginas de  los libros que comía; en el “Lamento del perezoso” nos vamos a encontrar con un ser humano que solamente es capaz de sentirse partícipe de este mundo y de la suerte de sus habitantes a través de la magia de la letra impresa que es el único motivo que le permite vivir sin despeñarse en la locura absoluta o en la autodestrucción.

El protagonista es un escritor americano que hace del activismo cultural su principal razón de existir. Dirige Soap una revista literaria de tirada nacional que sobrevive miserablemente y que aunque su director se empeñe en buscar los mejores contenidos, no consigue que la publicación resulte viable económicamente hablando. Porque Whittaker, que creo que es el resultado de un ejercicio de alteridad llevado a cabo por el autor, vive en una maraña de facturas sin pagar, de inquilinos que no le abonan las rentas y de bancos que le exigen lo que es suyo.

A través de las cartas que escribe entenderemos que el autor es un absoluto incapaz para los asuntos prácticos, aunque tampoco es que tenga demasiado acierto en lo que hace referencia al resto de su vida, incluyendo la faceta amorosa. Hay mucho de Firmin en Andrew Whittaker por su amor raramente compartido por la literatura, emblema de las causas perdidas en el país del sueño americano de los años setenta, y porque Whittaker acaba viviendo como una rata, descuidando el mantenimiento básico de su estructura vital, rodeado de basuras y restos de su vida anterior, fotografías, álbumes, libros y cientos de objetos que ya no sirven para nada.

Nuestro autor ha conseguido un personaje capaz de competir con ventaja con su anterior protagonista, con Firmin y ha sido capaz de superar ese desafío tan difícil que se le presenta a cualquier escritor tras tener un gran éxito con su novela anterior. Savage ha sido capaz de regalarnos una obra tan buena o mejor que su primera novela.

"El lamento del perezoso" es una novela que hace un análisis sobre la soledad y la deshumanización que sufre el ser humano condenado al olvido por la sociedad en la que vive. Whitakker es un hombre que ha perdido el contacto con sus semejantes y con la realidad social en la que debería vivir. Esto lo deshumaniza, el único vínculo que le mantiene dentro del género humano son esas cartas que le permiten resistir.

Una fantástica novela que se puede leer con facilidad, tiene apenas unas 260 páginas. Una habilidad poco común permite al autor mantenernos enganchados a la lectura de esas notas, cartas, etc. que diariamente el protagonista escribe y que tienen que ver básicamente con sus relaciones familiares, con la edición de Soap y con las reclamaciones que hace a sus inquilinos.

Si en “Firmin” ensalzaba el amor a la lectura, en esta novela ensalza la escritura y los mundos alternativos que con ella se pueden crear, dejando tal vez un regusto amargo porque en cierta medida le deja desfallecer y consumirse finalmente ante la aplastante realidad, eso sí, enarbolando su escritura ante todo aquel que quiera leerle. Hasta aquí hemos llegado, espero que si Dios quiere volvamos a encontrarnos por aquí el próximo martes. Cuídense mucho.

Un abrazo.

Como probablemente sepan ustedes he publicado una novela negra "Al madero no le gusta la ropa vieja" cuyo escenario es Fuerteventura y su capital, Puerto del Rosario. Sus protagonistas, dos guardiaciviles que investigarán un homicidio. Por si estuvieran interesados en adquirir un ejemplar aquí les dejo el enlace que les permitirá hacerlo. ¡Feliz lectura!

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