Georges Simenon. (Segunda parte)

Jean Gabín, para mí el mejor Maigret

Me decía un sufrido lector y a pesar de ello buen amigo, que se notaba que Simenon es uno de mis autores favoritos, no diré que no, pero debería aclarar que hablando de novela negra o policial tengo muchos autores preferidos. Dicho esto debo reconocer que Georges Simenon y su comisario Maigret, fueron muy importantes para mí en aquellos lejanísimos tiempos en los que un servidor cursaba, no voy a decir estudiaba por no mentir, el bachillerato superior.

He dicho muchas veces, porque tengo el defecto de repetirme mucho y me consta, que hice el bachillerato elemental con los libros de Salgari, Karl May, Julio Verne y Richmal Crompton y el bachillerato superior en la buena compañía de Perry Mason y el Comisario Maigret. También leí alguna de esas novelas “duras” del autor, mis padres eran lectores convencidos del belga, pero para ser sincero en aquellos momentos me parecieron un poco tétricas y preferí la lectura de las aventuras e investigaciones de Maigret.

Recuerdo muy bien una de las charlas que mantuve con Paco Camarasa  en la librería Negra y Criminal en la que salieron a relucir las lecturas de mi bachillerato superior, Paco se echó a reír y me explicó que había leído a Simenon cuando ya estaba en la universidad y no le había terminado de convencer, con el tiempo me parece que alguien le aconsejó que lo releyera y se enganchó a la serie, al autor y al personaje. Le extrañaba que a mi edad me hubiera gustado tanto y me confesó que jamás recomendaba a Simenon a los lectores de menos de treinta años, claro que ahora supongo que se refería a esas novelas duras que escribió Simenon y que a mis quince años me parecieron demasiado descarnadas. Lo cierto es que devoré todas las novelas de Maigret y lamentablemente para mi formación académica dejé de lado el latín, el griego, la filosofía y el resto de las asignaturas, a pesar de ello tuve muchísima suerte y logré aprobar el sexto curso de bachillerato y la correspondiente reválida en junio, lo que sin duda fue uno de los milagros más grandes que se han dado en el terreno de la educación en España.

Hoy en día tengo en casa unas cuarenta y cinco novelas de Maigret y quiero completar la colección en la medida de lo posible, esa es una tarea que da más trabajo de lo que parece. Lo de escribir sobre novela negra me está creando unos problemas que no tenía previstos; entre los libros que sé que tenía en mis estanterías y que han desaparecido misteriosamente, como esos calcetines que se pierden en la sima insondable que debe existir en todas las lavadoras de este mundo y los que tuve hace tiempo y se perdieron en traslados y cambios de vivienda o población - ya he perdido en esta vida dos bibliotecas, modestas, pero bibliotecas - me están surgiendo unas  necesidades imprevistas y la lista de libros que quiero comprar crece casi al mismo ritmo con el que escribo estas entradas.

Pero vamos a lo que vamos, hoy no quiero hablar de Georges Simenon, hoy el protagonista debe ser Jules Maigret nuestro admirado comisario y dejo para un tercer capítulo de esta miniserie la tarea de hablar de los méritos literarios, que son muchos, de nuestro autor. Al fin y al cabo estamos hablando de uno de los autores más importantes de lengua francesa del siglo XX.

El comisario Maigret nace del genio de un escritor y un ser humano excesivo tal y como ya he señalado, por lo tanto no extrañará a nadie que Maigret sea un personaje complejo, del que se han hecho muchas interpretaciones pero creo que la cualidad que más distingue al personaje es que en el mundo de la literatura negro-policial resulta único, es distinto al resto de la pléyade de investigadores y policías del género. Creo que esta afirmación queda demostrada por la extraordinaria acogida y el protagonismo público de los que ha disfrutado el personaje. Maigret ha protagonizado con extraordinario éxito setenta y cinco de las cerca de doscientas novelas escritas por Simenon, eso sin contar que lo ha sido también de veintiocho de los relatos cortos de su autor. Su personaje ha sido adaptado más de treinta veces al cine y ha conseguido ser el protagonista de varias series de televisión entre las que se cuenta la segunda más longeva de la historia de la televisión.

Según nos cuenta su padre literario, nació el año 1887 en el pueblo ficticio de Sant-Fiacre, que está inspirado en una población real llamada Paray-le-Frésil. En 1907 Maigret empieza la carrera de medicina en Nantes, pero al año siguiente la abandona y se traslada a París donde empieza a trabajar en la policía. En 1913 se casa con su inseparable mujer Louise Leonard, yéndose a vivir al apartamento del Bulevar Richard Lenoir, que no abandonarán hasta la jubilación del Comisario.

Físicamente es un hombre grande, mide sobre 1,80 metros, corpulento, mueve su humanidad con pausa; no es precisamente un genio deductivo, no destaca por los procedimientos de investigación; eso sí empatiza con la víctima porque cree que si la conoce bien, si es capaz de ponerse en su piel, ese conocimiento le llevará a descubrir la verdad. No es un hombre brillante ni demasiado inteligente, pero tampoco tonto, pero sí es muy paciente. Es trabajador, reservado, serio y francamente no tiene demasiado sentido del humor. Excelente gourmet, fuma en pipa, le gusta la buena mesa, bebe abundantemente  cerveza, calvados y el licor de ciruelas que le prepara su mujer, Louise, una alsaciana que completa el acogedor universo casero del comisario. Vive en el bulevar Richard Lenoir  y desde allí va andando a su trabajo en el Quai des Orfevres; no cree que tenga que llevar a cabo ninguna misión, entiende que su tarea en realidad no es otra cosa que una forma de acercarse al ser humano.

Así lo han visto unos cuantos críticos, pero creo que será mucho más interesante saber lo que dice de él, John Simenon, el hijo del autor, que deshace el mito que sostiene que la creación del personaje se gestó en unos días en los que Simenon esperaba que le arreglaran una avería de su barco y se aburría y decidió escribir una novela. Lo cierto es que el nacimiento de Maigret según el hijo del escritor “No fue casual, lo buscó: había acabado su etapa anónima en la literatura pulp y al saltar a la novela seria le pareció que para estructurarla le sería más sencillo con un detective: construir una novela es estar en la cuerda floja; con un detective es como estar en un balcón con barandilla”.  Y para ello “Decidió moldear un comisario contrario a todo los cánones de la época dorada del género, era todo lo que los demás no eran: Maigret no es inteligente, es grandote, habla poco, no es deductivo como Holmes sino intuitivo y, sobre todo, no investiga el delito a lo Poirot sino a las personas”.

No puedo ni quiero olvidar a los personajes secundarios que tan bien acompañaban a Maigret en sus aventuras, entre otros, el sargento Lucas o los inspectores Janvier y Lapointe, además de la ciudad de París - sus calles, cafés, barrios, tabernas, bistrós, sus gentes, sus tiendas de barrio - que cobra un protagonismo muy importante en los relatos, sin olvidarnos de madame Maigret, la alsaciana que cuida con mimo al comisario y procura darle todas las comodidades posibles de un hogar pequeño burgués.

Recomiendo que lean los libros de Maigret, porque todavía no me cabe en la cabeza la tibia acogida que han sufrido en España esos relatos, no voy a aconsejarles ninguno en especial, naturalmente que unas novelas son mejores que otras, pero siendo eso cierto, también lo es que todas ellas se leen francamente bien. Aprovechen la ocasión porque la Editorial Acantilado está publicando desde el año 2012 una serie de novelas de Georges Simenon, ahí pueden iniciarse en la lectura de este genio.

Hasta aquí hemos llegado, si Dios quiere nos veremos por aquí el próximo miércoles, día en el que pretendo cerrar el capítulo dedicado a Georges Simenon. Cuídense mucho.

Un abrazo.

 

 

 

 

 


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