Leonardo Padura, nuestro hombre en La Habana


Espero que me excusen ustedes y sobre todo mi admirado Graham Greene por haber parafraseado uno de sus títulos, pero la verdad es que cuando decidí escribir sobre Leonardo Padura se me vino el título a la cabeza y no pude resistirme a la idea, claro que lo del parafraseo tiene su explicación. Contaba Padura que la ciudad de La Habana es tan protagonista de sus novelas como el resto de sus personajes y explicaba esa circunstancia afirmando que tal y como le había comentado Vázquez Montalbán, “…los poetas pueden pertenecer a una lengua pero los novelistas pertenecemos a las ciudades. Yo soy un escritor de La Habana, igual que Cabrera Infante lo era…” y precisamente desde esa ciudad es desde la que Leonardo Padura ha tratado “de llegar a lo universal desde las entrañas de lo local, y de lo circunscrito y limitado, a lo eterno”. De ahí el título de la presente entrada del blog, que creo que le va como anillo al dedo a la circunstancia personal  y literaria de Padura.

Leonardo de la Caridad Padura Fuentes escritor, periodista y guionista cubano, nació en La Habana el 9 de octubre de 1955. Estudió Literatura Latinoamericana en la Universidad de la Habana y en el año 1980 comenzó su carrera como periodista publicando en la revista literaria El Caimán Barbudo para posteriormente colaborar en el periódico Juventud Rebelde. Más tarde se dio a conocer como ensayista y escritor de guiones audiovisuales y novelista.

Es conocido internacionalmente por la serie negra protagonizada por Mario Conde, esto es cierto, pero habrá que subrayar que Leonardo Padura es mucho más que un escritor del género negro, tiene una obra literaria a sus espaldas muy apreciable y sin profundizar demasiado creo que puedo destacar de ese importante conjunto “La novela de mi vida”, publicada en el 2002, una novela histórico-detectivesca sobre el poeta cubano José María Heredia. “El hombre que amaba a los perros” un relato sobre Ramón Mercader, el asesino de Trotski y “Como polvo en el viento” publicada el año pasado en la que plasma el drama de la diáspora cubana.

Me parece que Padura es otro autor que escogió el género negro que le facilitaba la posibilidad de escribir novelas realistas que contuvieran crítica social e incluso política lo que no era nada sencillo en la Cuba castrista. De hecho Padura afirma que el género policiaco “es una forma narrativa muy generosa que le permite al escritor contar todo lo que quiera” y en otra ocasión manifestó que “Aprendí de Hammett, Chandler, Vázquez Montalbán y Sciascia que es posible una novela policial que tenga una relación real con el ambiente del país, que denuncie o toque realidades concretas y no sólo imaginarias".

Así que Padura nos muestra de manera muy realista aquella Cuba del año 1989 antes de la quiebra del régimen soviético de la URSS. El autor adora su país, su clima y su gente y muestra su realidad sin pudor. El durísimo racionamiento, las desigualdades existentes entre clases; las motivaciones de los que se han ido y los que se quedan, los recuerdos de una época no muy lejana donde los homosexuales y otros, eran perseguidos, juzgados, apartados, reeducados, asimilados y lo hace con un estilo claro, fácil y muy atrayente.

Hablando de las novelas que componen la serie de Mario Conde, Padura decía que su protagonista es un nieto del Marlowe de Raymond Chandler y un hijo del Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán. El resultado, un personaje "de mirada crítica e ironía desencantada".  En otra ocasión contestando a una pregunta sobre su protagonista afirmó: "No es que sea mi alter ego, pero sí ha sido la manera que yo he tenido de interpretar y reflejar la realidad cubana".

Esa es la visión del escritor sobre su personaje, al que hizo nacer en el mismo barrio en el que nació él. En la primera novela de la serie tiene treinta y cuatro años y lleva doce trabajando para la policía. Fracasado en el amor, amante del alcohol y del tabaco, odia el ejercicio, le mata subir escaleras y teme que en cualquier momento el corazón le juegue una mala pasada. Vive solo y se siente envejecer, comparte su soledad con un pez peleador, al que llama “Rufino”, en recuerdo de su abuelo, criador de gallos de pelea.

Resuelve sus casos estudiando antecedentes, pistas, sospechosos y también mediante premoniciones, iluminaciones y certezas. Sus éxitos se basan a partes iguales en la investigación rutinaria y en el conocimiento de la gente. Pese a que su trabajo le condiciona a percibir sólo el lado oscuro de la vida, se mantiene en su puesto porque no le gusta que los hijos de puta, tal y como Conde los llama, se salgan con la suya impunemente.

Padura rodea a su protagonista con una serie de personajes, los amigos del alma de Conde, que enriquecen el relato de manera muy notable: Carlos “el Flaco", Andrés, médico, que finalmente emigra a Miami; Candito “el Rojo”, Yoyi “el Palomo” y el “Conejo”, que representan de alguna manera a la sociedad cubana, con sus problemas, sus miserias y contradicciones. Conde irá evolucionando a lo largo de la serie, abandonará la policía y se convertirá en un investigador privado que para sobrevivir vende libros antiguos.

Leonardo Padura, admirador confeso de Vázquez Montalbán, aprovecha las novelas de la serie para darle un repaso importante a la gastronomía cubana. Lo hace de la mano de Josefina "Jose", la madre del Flaco, que nos presenta una mesa imposible para los cubanos de a pie, si tenemos presente la escasez terrible que abruma al pueblo. Pero a pesar de los pesares nos va a describir una serie de platos de la cocina tradicional de la Isla: Tamal en cazuela, ajiaco a la marinera, pavo relleno con congrí, arroz frito y con pollo, quimbombó con carne de puerco y jamón, ensaladas de lechuga y rábano, o de aguacate, berro y tomate y las viandas (acompañamientos): fríjoles y los plátanos, y para postre,  la mermelada de guayaba con queso fresco.

Por resumir la serie Mario Conde nos ofrece por ahora nueve novelas muy interesantes, en la que se nos describe a los españoles un entorno lejano y muy próximo a la vez, como es el cubano y que nos van a servir para conocer mejor la realidad cubana contemporánea. Los personajes están muy logrados y las tramas atrapan, la recomiendo y como siempre les aconsejo que la lean en el orden en el que fueron publicadas las novelas que la componen. 

 Serie Mario Conde

 Pasado perfecto, 1991.

 Vientos de cuaresma, 1992.

 Máscaras, 1995.

 Paisaje de otoño, 1998.

 La cola de la serpiente, 2001. Reescrito en 2011.

 Adiós, Hemingway, 2001.

 La neblina del ayer, 2003.

 Herejes, 2013.

 La transparencia del tiempo, 2018.

Hasta aquí hemos llegado, si Dios quiere, nos encontraremos aquí el próximo viernes. Cuídense mucho.

 Un abrazo.

 

 

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