Gallardón y la “violencia estructural”

El momento de la "violencia estructural"
Vaya por delante que Alberto Ruiz Gallardón no es uno de mis ministros favoritos de este gobierno, a decir verdad y si tengo que ser sincero como ya lo he reflejado más de una vez, no es santo de mi devoción. Desde aquello del “verso suelto” me ha parecido alguien poco responsable y con una autoestima demasiado elevada. Los “versos sueltos” no militan en partidos políticos, porque en definitiva militar en un partido supone la aceptación por disciplina de cuestiones con las que uno no va a estar de acuerdo. Pertenecer a cualquier tipo de agrupación de organización jerárquica supone de facto un recorte en la libertad individual, por eso digo que los “versos libres” debieran hacer la guerra por su cuenta.

Dicho esto, quiero hablar del jaleo que le ha organizado a Alberto la izquierda parlamentaria, la extraparlamentaria y la mediática a cuenta de su intervención en el Congreso en la que trataba de contestar a una pregunta de una diputada socialista que le requería para que explicara las modificaciones sobre  la ley del aborto que previsiblemente llevará a cabo el gobierno de Rajoy.

A Gallardón le pierde esa proximidad que ha tenido a lo largo de los años con los socialistas de este país. Desde siempre ha sido el candidato que hubiera elegido el PSOE para que representara al PP; El País que hoy lo acusa de maltratador, lo adoraba, y es que tenía y tiene muchas cuestiones en común con los socialistas. Para empezar su manera utilizar el dinero público, hay que ver la afición que tiene Gallardón a gastar a manos llenas el dinero de los impuestos, hay que ver la querencia que tiene por la celebración de fastos y a emprender proyectos y obras faraónicas, igualito, pero igualito que nuestro desdichado ZP, lo de la deuda y el déficit lo hermana con lo más recio del socialismo nacional y también su manera de hablar. Nuestro ministro de Justicia, recurre a un lenguaje que lo aproxima muy mucho a la perversa utilización de la semántica que ha distinguido de siempre a los oradores socialistas.

Y ayer a cuenta de la utilización del lenguaje la lio en el Congreso, cuando contestaba a la diputada  del PSOE que le preguntaba sobre el presunto recorte que está llevando a cabo el Gobierno a “la protección de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer”, sacando a pasear un nuevo concepto, el de la  protección de las féminas frente a  “una violencia de género estructural”. Si el lenguaje del ministro hubiera sido más cercano al estilo de los populares, esta frase jamás hubiera salido de su boca, pero en ese empeño permanente de llamar a las cosas no por su nombre, sino mediante alambicados procedimientos gramaticales, neologismos imposibles y subterfugios semánticos, habló de la “violencia de género estructural” y para que fue aquello, la izquierda se puso de los nervios y procedieron de inmediato a su crucifixión en los medios de comunicación y a la reglamentaria lapidación llevada a cabo por declaraciones de las Trinidades, Llamazares y demás pandilla en los pasillos del Congreso. ¡A quién se le ocurre!

Me dirán ustedes que  Gallardón tenía razón, que en esta España de nuestros pecados se han producido multitud de abortos por no ser capaces las embarazadas de soportar la condena familiar o social de una preñez inoportuna y que la única solución que han ofrecido los socialistas a esas mujeres ha sido la del aborto y que por tanto sería muy deseable que se ofrecieran ayudas y soluciones sociales a la mujer para que ésta no se vea abocada a abortar y así preservar la vida de su hijo.

Personalmente estoy de acuerdo, estoy convencido que si se hubiera ayudado a muchas mujeres a lo largo de su embarazo y se les hubiera facilitado la posibilidad de tener a sus hijos y criarlos, muchos abortos no se hubieran producido.  Y en lo que se refiere al lenguaje me parece de una hipocresía feroz hablar de la defensa de los derechos reproductivos de la mujer, cuando se está hablando de evitarlos mediante la aplicación de un  aborto.

Que eso es lo que dijo en definitiva Gallardón, que el Gobierno está decidido a primar la maternidad y por tanto implementará medidas que ayuden a las mujeres  “a aumentar la protección del derecho por excelencia de la mujer: el de la maternidad”. Y añadió que si se observa la realidad, se descubre que “muchas mujeres ven violentado su derecho a ser madres por la presión que generan a su alrededor determinadas estructuras”. A su juicio, al producirse un “supuesto embarazo no deseado” la sociedad hace a las mujeres responsables únicas de conflictos o situaciones problemáticas ante las que el legislador no puede permanecer indiferente.

O sea que Gallardón nada dijo que fuera extraño a la doctrina que siempre ha defendido el Partido Popular, si exceptuamos claro está el brillante descubrimiento lingüístico de lo de la “violencia de género estructural contra la mujer” que es lo que ha servido de pretexto a la izquierda para conseguir lo que pretendían, organizar un follón mediático que les permitiera atacar al PP.

Los socialistas han convertido al aborto en el único remedio que tiene una mujer ante un embarazo no deseado y eso es falso, no ya desde el punto de vista moral o ideológico sino también desde el punto de vista práctico. Es muy cierto que esa barra libre para abortar construye una situación terriblemente injusta, la mujer se convierte en sujeto activo del derecho a abortar y se ignora el derecho a la vida del nasciturus y se libera de cualquier tipo de responsabilidad al padre de la criatura y nunca mejor aplicado el lugar común.

Pero no quería hablar de eso, sino de la feroz hipocresía de los que utilizando un asunto tan sensible se dedican a hacer demagogia, sectarismo y con ello pretenden sacar ventaja política. Estamos hablando de la vida y de la muerte de seres vivos, de madres y de sus hijos, y estos se cabrean por lo de la “violencia estructural”, si Gallardón  fuera de los normales del PP, hubiera hablado de la presión social que sufren y han sufrido muchas embarazadas y todos tan contentos.

No se puede tratar del aborto y su legislación utilizándolo como banderín de enganche de voluntades políticas. Personalmente creo que hay que ayudar a las mujeres para que puedan decidir libremente y para hacer eso que reclaman tan hipócritamente las socialistas, no basta con facilitarles el uso del bisturí, hay que ofrecerles soluciones alternativas que les permitan tener a su hijo si libremente así lo desean.

Lo que he escrito no va a satisfacer ni a tirios ni a troyanos, pero esto no es un  escrito moral, simplemente comento una cuestión de la actualidad política. Las cuestiones de conciencia quedan para el fuero interno de cada uno, líbreme Dios de entrar en ello.

Comentarios

  1. primero hola a todos,en mi opinion en algun momento estoy de acuerdo con gallardon y en otro momento estoy con los socialistas,no porque me gusta serlo,pero a mi entender y segun la manera que se entiende en mi cultura,abortar un bebe sin causas que lo justifiquen como por ejemplo perjudicar la salud de la madre o porque esta en juego la vida de la madre en esos casos hay que buscar el lado positivo,pero hacer niños para luego desprenderse de ellos sin motivo eso no es humano,porque si vuelvo a la manera de defenderse gallardon,entiendo tambien que esos niños que han sido ejecutados durantes esos años donde se autorizo dicho abordo,podriamos hoy en dia de algunos elementos essenciales para no llegar que vivir esta crisis quizas la solucion la tenian ellos pero que nosotros no les hemos dado la oportunidades de demostrarlo siendo nuestros hijos,debemos ser justos con nosotros sin necesidad de importar idiologia desde el exterior que son distructibles para nuestra sociedad,hay que razonar humanamente sin ver el lado del que vienes ou del que perteneces,primero hay que salvar la humanidad luego veremos y esa idiologia debe de salir de españa si españa quieres volver a ser importante entre los otros.mohamed

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Albert Rivera y su irrelevancia política

In memoriam. Se nos ha ido Alexis Ravelo

El Día de la Madre