Rectificar es de sabios...


…Eso dicen algunos últimamente, cuando pretenden defender los bandazos y las contradicciones de este gobierno. A mí lo de que rectificar es de sabios, siempre me ha parecido una afirmación un tanto aventurada, dirigida en todo caso a aplaudir la capacidad para la rectificación. Es cierto que quien reconoce los errores propios tiene que hacer un ejercicio de autocrítica y de humildad que en ocasiones merece el elogio; pero como todo en este mundo las rectificaciones y su mérito tienen un límite. 

Una cosa es que uno se vea obligado a reconocer que ocasionalmente ha cometido  un error y otra muy distinta es que haya quien se pase la vida rectificando porque su capacidad para cometer errores es casi infinita. Por mucho que se rectifique no creo que haya nadie en sus cabales que sostenga que esa cadena de correcciones merezcan elogio alguno. Amigos míos el que se pasa la vida reconociendo errores no es un sabio, muy probablemente sea un perfecto imbécil.

Eso es lo que pensé cuando el otro día Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados, ante las críticas generalizadas a su actuación en la lucha contra el coronavirus pidió “empatía” porque los bandazos que lleva protagonizando su gobierno son “rectificaciones en positivo”. Una vez más el uso torticero de la semántica para ocultar la verdad; lo de llamar “rectificaciones en positivo” a los obligados cambios que ha impuesto la realidad sale de la misma escuela, Ferraz, en la que se inventó lo del “crecimiento negativo” para explicar el descenso de las cifras económicas.

Llama la atención que un individuo como nuestro presidente que ha pecado de falta de empatía de pensamiento, palabra, obra y omisión, un individuo que no ha sido capaz de ponerse una corbata negra en señal de luto por los 23.190 muertos o los que sean, que ya nadie sabe cuántos muertos ha ocasionado el Covid-19 en España, tenga la osadía de reclamar para sí mismo la empatía de sus críticos y defina como rectificaciones en positivo, lo que no es otra cosa que el reconocimiento por la vía de los hechos de los innumerables errores de él y de su gobierno, me parece de un cinismo espectacular. 

¿Las rectificaciones en positivo convierten a Sánchez en un sabio? yo diría que no, antes bien creo que lo que señalan es justamente lo contrario, claro está que la misma soberbia que le impide ponerse una corbata negra, le impide llamar a los errores por su nombre y en una elipsis infantil los titula como rectificaciones en positivo.

Ya de paso advirtió que iba a “rectificar en muchas decisiones” no porque se hubiera equivocado, eso jamás lo hará, la culpa la tiene “la evolución de la pandemia que no responde a unos parámetros estrictos”. La culpa no puede ser de Pedro Sánchez, la culpa es de la pandemia que no se comporta como debería, eso que quede claro. Y puestos a presumir de cosas que no conoce ni de lejos, tras lo de la empatía, declaró que las rectificaciones que toman no son “síntomas de descoordinación ni de desgobierno” sino el resultado de afrontar “con humildad” las decisiones que toman por el bien de los ciudadanos.

O sea y para que nos vayamos enterando, si el gobierno hace un anuncio fijando las condiciones en las que los niños podrán salir hoy a la calle, condiciones que se supone han sido aprobadas en Consejo de Ministros y a las pocas horas el gobierno se ve obligado a rectificar y no contento con eso al rato vuelven a las andadas y rectifican lo ya rectificado, no es una señal de descoordinación ni desgobierno, eso simplemente en el lenguaje sanchista es “afrontar con humildad las decisiones que inciden en el día a día de los ciudadanos”.

El estudio de la seroprevalencia que fue calificado por María Jesús Montero como el elemento “básico”  para poder actuar con rigor en la lucha contra la epidemia y del que opinaba Salvador Illa, hace apenas unos días, que era “esencial para monitorizar la evolución de la infección en la población y saber con precisión su prevalencia”, ese estudio que tenía que haber comenzado hace ya un par de semanas y que por fin parece, sólo parece, que comenzará el próximo lunes, con problemas logísticos importantes, porque los kits de los test no han llegado a algunas CC.AA y otras como Galicia y el País Vasco, han empezado a hacerlo por su cuenta; ese elemento básico que decía la ministra o esencial que afirmaba el ministro, como son incapaces de ponerlo en marcha, resulta que tampoco es tan importante, es sólo "una medida más para la toma de decisiones". Y ese giro copernicano no es señal de desgobierno ni de descoordinación, que va, no vayan ustedes a pensar mal. Y si tienen la tentación de hacerlo, reaccionen y apliquen empatía hasta decir basta.

España entera sabe que las cifras de los fallecidos no son reales, cuesta decirlo porque lo de no respetar a los muertos tiene una carga emocional importante, pero lo cierto es que la estadística de fallecidos tiene más trampas que una película de chinos. Hoy Sanidad vuelve a la carga y la lía con el que me parece que es el sexto cambio de sistema para cuantificar a los infectados. Todo sea por cuadrar, aunque sea a martillazos, las cifras que les permitan anunciar que ya tenemos menos infectados que ciudadanos dados de alta, lo que es mentira. 

Han tenido que hacer muchas horas de “ingeniería aritmética” hasta encontrar el método para falsear la estadística. Supongo que Pedro Sánchez y sus seguidores culparán de lo sucedido a la epidemia que no sigue unos “parámetros estrictos” y así no hay manera.

El viernes pasado Fernando Simón tuvo que hacerse eco de un estudio de Sanidad que deja más que claro cristalino que la cadena de contagios comenzó en las dos últimas semanas de Febrero. Lo han negado hasta la saciedad para evitar las responsabilidades que contrajeron cuando sabiendo lo que pasaba impulsaron la manifestación del 8M. Reconocen las fechas de los contagios pero evitan relacionarlas con la concentración feminista. 

Decía Pedro Sánchez en su aciaga intervención en el Congreso de los Diputados que era necesario “hacer pedagogía y no correr a la crítica precipitada”, si realmente cree en su discurso debería estar en la tele explicando el error que cometieron el 8M. Pero la humildad, de la que se ha atrevido a presumir en alguna ocasión, es algo que nada tiene que ver con la manera de pensar y actuar del Presidente, de tal manera que ahora nos enteramos que la culpa de la expansión descontrolada de la epidemia, la tiene el turismo.

Dicen que rectificar es de sabios, si lo de rectificar por la vía de los hechos vale para los que sostienen la afirmación, a Pedro Sánchez y a su gobierno les deberían dar un Nobel y si en España no hubiera tanto fascista, un premio Princesa de Asturias o un Premio Cervantes en la categoría de mejor relato de ficción. 

Pero la derechona con su falta de empatía lamentablemente lo va a impedir. Una pena.

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