La chulería les puede

Vaya par de patas pa'un banco



Puedo conceder que el gobierno de Pedro Sánchez se ha encontrado ante un problema de muy difícil solución con el asunto de la epidemia. Nadie puede negar la dificultad de la cuestión, pero salvo los zurdos muy zurdos, tampoco se puede negar que la incapacidad del gobierno social comunista ha alcanzado límites absolutamente inaceptables. Han mentido sin límite para defender su actuación, pero la realidad es muy tozuda y por lo visto olvidaron que la mentira tiene las patas muy cortas y que se coge antes a un mentiroso que un cojo. Que es lo que les está sucediendo día sí y día también; la verdad se impone y sus mentiras no pueden evitarlo.

A pesar de los esfuerzos de sus asesores de imagen, de sus especialistas en comunicación, del ímprobo trabajo de su sección de agitación y propaganda, de la entrega absoluta de sus defensores en la redes sociales, a pesar de los millones de euros regados a las televisiones amigas, a pesar de las medidas tomadas contra la libertad de expresión y las amenazas a los críticos, están perdiendo la batalla de la comunicación y eso les está poniendo muy nerviosos. 

Pero lo que resulta inadmisible de todo punto es la chulería con la que se produce un gobierno, que ante sus fracasos reaccionan como si de matones de taberna se tratara. Pedro Sánchez y algunos de sus ministros a cada día que pasa me recuerdan más a ese grupo de matones, acompañados de chicas de buen ver, pero con cara de malas que  acostumbramos a ver en la películas americanas en las que la trama se desarrolla en un instituto. 

Pedro Sánchez, Carmen Calvo, María Jesús Montero, José Luis Ábalos, Pablo Iglesias, Irene Montero son todo ellos unos chulos de manual, incapaces de aceptar que la sociedad se queje de sus errores. Chulería pura la de Pablo Iglesias cuando sacó la Constitución a pasear para amenazar a la CEOE con la posibilidad de nacionalizar empresas o cuando en una rueda de prensa en la que intervenía en su condición de Vicepresidente del Gobierno, aprovechó para atacar a SM el Rey. 

Chulería pura la de Pedro Sánchez cuando justificó que Iglesias se saltara la cuarentena para acudir al Consejo de Ministros, asegurando con una sonrisita de conejo, que todos sus ministros cumplían con las medidas de protección contra el virus. Chulería pura la imagen del presidente y del vicepresidente del gobierno, sentados en el banco azul del Congreso de los Diputados, que mientras intervenía la oposición se dedicaban a jugar con sus teléfonos móviles. Chulería de matoncillo de discoteca, la mala costumbre que tiene Pedro Sánchez de no mirar al orador que interviene en el Pleno del Congreso cuando lo que dice el interviniente no le gusta.

Podría seguir porque la chulería de ese grupo es infinita y son incapaces de controlarla, Cómo van a gobernarnos unos individuos que no son capaces de gobernarse a sí mismos. Unos tipos que demuestran sin el menor empacho el desprecio infinito que sienten por los ciudadanos, el Parlamento, el Rey y sobre todo por la verdad.

¿Qué cómo soy de derechas todo me parece mal?. Veamos un ejemplo, hace unos días Pedro Sánchez suplicaba el apoyo de la oposición, pedía unidad y lealtad y para conseguirlo el presidente prometía "de corazón" aparcar los insultos para lograr un encuentro con la oposición esta semana.

No es que creyera las palabras de Sánchez, la mayoría de los españoles entendíamos que esa promesa no era otra cosa que una maniobra destinada a chantajear al PP, que no puede apoyarlo con un cheque en blanco como él exige y cuando Pablo Casado le niegue el apoyo a las demenciales medidas económicas que quiere aprobar, podrá salir a acusar a la oposición de poner palos en las ruedas del gobierno.

Pedro Sánchez comparece y hace un llamamiento a la "desescalada de la tensión política" pero sigue sin descolgar el teléfono para al menos comunicar sus decisiones a la oposición. Así que lo de la suavización política no está en el programa más cercano de Pedro Sánchez, al que, como a otros gobiernos socialistas, le conviene que haya tensión para acusar al Partido Popular de ser culpable de lo que sea que suceda.

Pero veamos como la chulería les puede, Sánchez prometía de "corazón" aparcar los insultos y el mal rollito y hoy lunes se descolgaba José Luis Ábalos con un leñazo subliminal al PP en una entrevista en RNE en la que comentaba el reparto de mascarillas a los ciudadanos que hoy habían ido a trabajar. Decía Ábalos, que “lamentaba decepcionar” porque el reparto, había ido muy bien.

Una chulería de más y que además es falsa porque resulta que el Consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid comentaba que el reparto, a pesar de lo que había prometido el Ministerio de Sanidad, sólo se había producido en cincuenta y una de las más de doscientas cuarenta y una estaciones que tiene la Comunidad. Por lo tanto el reparto que había ido tan bien, según Ábalos, no atendía más que al 20% de las estaciones existentes, con los problemas consiguientes para los usuarios del transporte público.  

Para más INRI, señalaba el consejero que el reparto había estado presidido por la improvisación, porque la Delegación del Gobierno en Madrid les había comunicado que no se iba a repartir en todas las estaciones y hasta las 22,00 horas del domingo no indicaron las estaciones en las que se produciría el reparto.

Así que diga lo que diga Ábalos, si se trata del reparto de las mascarillas, no hubo otra cosa que improvisación, mendacidad y chulería. Nada nuevo bajo el sol, pero las cosas del ministro nos demuestran que tenemos un problema muy grave, porque éstos son los que tienen que sacarnos las castañas del fuego.

Me parece que salvo milagro mediante, crisis de gobierno o dimisión de Sánchez, estamos listos de papeles.


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