Pedro Sánchez miente porque a sus votantes no les importa que lo haga


Si por casualidad prefieren ustedes escuchar el texto del post de hoy en lugar de leerlo, lo pueden hacer en el enlace que pongo a su disposición. Ya me dirán lo que les parece y les ruego que perdonen los errores.

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Hace ya unos días el escritor y académico Arturo Pérez Reverte afirmaba que “El problema no es que alguien con poder sobre vidas y economías mienta. Todos lo hacen, tarde o temprano. El problema, grave, es cuando a demasiada gente no le importa en absoluto que les mientan” y creo que tenía mucha razón, máxime cuando nos encontramos en una situación en la que sucede exactamente lo que definía en su tuit el escritor.

Ya sabemos que la izquierda piensa que la mentira es un arma revolucionaria. No estaba muy de acuerdo con esta afirmación - que comúnmente se atribuye a Lenin - George Orwell, miembro del POUM trotskista que sostuvo que "En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario" cuando combatía al totalitarismo comunista encarnado en la figura de Josef Stalin y dijo más porque Orwell nos advirtió que "El pensamiento corrompe el lenguaje y el lenguaje también puede corromper el pensamiento" que es lo que llevan haciendo los de Ferraz hace muchos años.

Lo cierto es que jamás la verdad ha cotizado al alza en nuestro país y las mentiras de nuestros políticos, pecado mortal en cualquier país medianamente civilizado, aquí se ignoran si son de los “nuestros” y se atacan con ferocidad si la mentira viene de la boca de alguno de los “otros”. Mal asunto porque no se puede vivir y prosperar socialmente en un ambiente en el que la mentira se considere una herramienta que se puede utilizar impunemente, mientras convenga al político de turno, si es de los míos.

Lo de la doble vara de medir ha llegado a un extremo que resulta insoportable, ahí está el cisco descomunal que le montaron a Díaz Ayuso a cuenta de la improvisada ceremonia del cierre del hospital de Ifema y el atronador silencio que ha guardado la izquierda ante el entierro de masas que acompaño al Califa Rojo a su última morada. 

Cuando vi las fotografías me acordé de Julio Anguita, que era  sobre todas las cosas un hombre honrado y pensé en el cabreo que sin duda se hubiera pillado, si hubiera sido capaz de prever la ceremonia de su entierro. La misma izquierda que le puso cuál chupa de dómine cuando la pinza entre IU y el PP, le infirió la ofensa de celebrar una ceremonia que incumplía todas y cada una de las normas del desescalamiento.

El Gobierno mandó a los antidisturbios a que “controlaran” lo que estaban haciendo en la calle unos cientos de ciudadanos en Madrid, en la que unos cumplían con las recomendaciones sanitarias y otros no y además de los antidisturbios, mandó a la división acorazada de los medios de comunicación para que los pusieran a caldo. Sin embargo Pedro Sánchez, Marlaska, Carmen Calvo, María Jesús Montero guardaron un silencio absoluto ante la concentración de filo etarras que enaltecían a sus asesinos.

A Pedro Sánchez, Marlaska, Salvador Illa, José Luis Ábalos, Pablo Iglesias, Irene Montero, Alberto Garzón y alguno más, los han pillado con el carrito de la mentira, la patraña y el embuste, no una sino cien veces y aquí no pasa nada, porque a la zurda le da igual que le mientan.

El pasado 19 de marzo, Salvador Illa, máxima autoridad durante el estado de alarma, delegó en Pablo Iglesias la coordinación de los servicios sociales. Es decir, lo puso de facto, al frente de ellos, incluyendo las residencias de mayores. Hace apenas unos días cuando se le preguntaba sobre los 17.000 ancianos fallecidos en residencias geriátricas, el vicepresidente y responsable de esas residencias afirmaba que la culpa de lo sucedido la tenía el PP porque “las entregaron a fondos buitre y a corruptos". Es más se atrevió a afirmar que el 19 de marzo lo que hicieron fue "reforzar a la única autoridad que tiene competencia en las residencias de ancianos que son las comunidades autónomas". Una mentira como la copa de un pino porque a partir de la declaración del Estado de Alarma el gobierno pasó a gestionar esos centros.

Y a partir de ese día y ante el colapso hospitalario se prohibió aceptar como pacientes a los ancianos provenientes de las residencias de mayores, de las que jamás se ha ocupado Pablo Iglesias. Se miente en un asunto de una gravedad terrible y se pasa por encima de ello como si a nadie le importara la suerte de esos ciudadanos condenados a morir porque el sistema sanitario, del que era el responsable el gobierno central, se negaba a atenderlos.

Se ha mentido a mansalva con las compras de material sanitario y francamente no es un tema menor, por ahí se han ido más de mil millones de euros y nadie sabe en qué, ni se entiende el uso indiscriminado de sospechosísimos intermediarios de confianza, supongo que de la de Illa, ni sabemos que es lo que tenemos, ni porqué hemos comprado respiradores de la señorita Pepis o porqué todavía no tenemos los test y los hisopos necesarios para testar a la población de este país.

A Marlaska lo van a contratar en Frigo o Kalise, porque lo han cogido tantas veces con el carrito del helado, que podría ser gerente de cualquier empresa dedicada a esos menesteres, las amenazas a los críticos, la “monitorización” de la redes sociales, el control de la Guardia Civil sobre los desafectos y todo los asuntos que ustedes quieran añadir.

Estamos hablando de más de treinta mil muertos, cientos de miles de enfermos graves, de ciudadanos a los que se ha dejado morir, por falta de medios que no teníamos porque se hicieron oídos sordos en enero pasado a las recomendaciones de la UE y de la OMS. Estamos hablando de medidas como el confinamiento que ha arruinado a este país y condenado a cientos de miles, por ahora, de sus ciudadanos a acudir a las “colas del hambre” y a millones de españoles al paro y todo eso se cubre con una oscura nube de mentiras, falacias varias, medias verdades, patrañas, engaños y parece que a los votantes de Pedro Sánchez eso les importe un rábano.

Quiero recordar a los que aceptan la mentira como solución, a los que entienden que su utilización es en todo caso un mal menor o a aquellos que cierran los ojos a la triste realidad, que son y serán cómplices de lo que ya nos ha sucedido y de lo que nos queda por padecer.

No se puede apoyar a un hombre que ha hecho de la mentira, la excusa y la falsedad, las armas fundamentales del Gobierno de España.

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