Curiosidades sobre la preparación de mi novela (Segunda parte)

Pármenides de Elea y Heráclito de Éfeso


Les dejaba el otro día cuando me disponía a iniciar el estudio del manual de Patología Forense, tarea que me costó bastante más esfuerzo del que suponía y muchísimo tiempo. Tengo que reconocer que el esfuerzo no fue baldío, además de aprender muchísimo sobre el tema, lo cierto es que la idea de cómo apiolar a mi víctima, surgió del estudio de esa publicación. Visto desde la perspectiva que me proporciona el tiempo que ha transcurrido, me da la impresión que lo de llevar a cabo el estudio de las trescientas cincuenta y ocho páginas del puñetero manual me preparó para los trabajos de estudio y documentación que fui llevando a cabo antes de comenzar a escribir la novela y también los que me tocó afrontar durante el proceso de creación. No diré que me aficionara a la patología forense, porque no sería cierto, pero me pico el gusanillo y busqué documentación sobre fenómenos tales como el rigor mortis, la putrefacción cadavérica o la hemorragia subgaleal.

¿Me fueron útiles todo esos conocimientos? Pues unos sí y otros no, la verdad es que me harté de buscar documentación sobre asuntos que pensé podrían serme útiles y una gran parte de ellos se han quedado en el disco duro de mi ordenador, espero que para mejor ocasión. Por poner un ejemplo, toda la información, que fue mucha, que recabé, ordené y estudié sobre los delitos preterintencionales (1), al final no me hizo ninguna falta.

Creía hasta hace unos días que ese exceso de búsquedas  se debía a mi bisoñez como novelista, probablemente la causa que haya una parte de ese cúmulo de informaciones que me empeñé en recopilar y que están en  el limbo de mis archivos se deba a mi inexperiencia, pero ya ven lo que son las cosas, el otro día en el grupo de Facebook “Al madero no le gusta la ropa vieja” leí la intervención de una amiga Gaby Taylor que es escritora y ha publicado unas cuantas novelas que decía  -espero que me perdone por citarla sin pedirle permiso – “…Si se es medianamente serio y quieres de verdad presentar un buen trabajo lo mínimo es que se tenga otra novela solo de la documentación y datos que localizas y que luego no se usan al completo…” afirmación que sin duda me confortó, al ver que a Gaby, escritora reconocida y con experiencia, le sucede el mismo fenómeno, por el que tuve que pasar.

Cuando me planteé, en el terreno de lo puramente hipotético, como debería producirse el desarrollo de la investigación, cuando empezara a escribirla, reflexioné sobre el trabajo de análisis que realizan los investigadores para determinar que cuestiones son ciertas y cuáles no lo son. A cuenta de esa duda, me lie a darle vueltas a lo que opinaban Parménides, Heráclito y Platón sobre la apariencia y la realidad. Alguno de ustedes se preguntará que relación me unía con esos caballeros, debo decir que era prácticamente nula, si dejamos de lado mis estudios de Filosofía de mi casi prehistórico sexto curso de bachillerato, pero la tecnología tiene sus cosas y en cuanto puse apariencia y realidad en Google surgieron, gracias a la magia de Internet, estos tres ciudadanos.

No voy a castigarles explicándole a ustedes que opinaba cada uno de los pensadores sobre estas cuestiones, pero por si a alguno de ustedes le pica la curiosidad, les dejó aquí un esquema que tenía archivado de lo que opinaba Parménides, que es el que más me convenció. He traído a colación al trío de helenos para que se den cuenta de cómo funcionaba mi cerebro, ¡antes! de comenzar a escribir la novela.  Quisiera expresar mi agradecimiento a Platón, Parménides y Heráclito, porque la lectura de sus opiniones me sirvió, una vez que comencé a escribir mi relato, para definir el procedimiento de investigación y análisis de los hechos, con el que se manejaron los dos guardias civiles protagonistas de las pesquisas que pusieron en claro el homicidio.

Hasta aquí hemos llegado, no sé si los estaré aburriendo, si es así háganmelo saber, a mí, que quizás soy demasiado optimista, me parece que conocer cómo se gestó mi novela puede resultar si no interesante al menos curioso. Les dejo hasta el viernes, día en el que si Dios quiere, volveré a publicar en este blog, un comentario que tenga que ver con el proceso de creación de “Al madero no le gusta la ropa vieja”.

Un abrazo muy fuerte para todos y cuídense.

 

       (1) El artículo 24 del Código Penal define la conducta preterintencional como aquella "cuando su resultado, siendo previsible, excede la intención del agente". Hay delito preterintencional o ultra intencional cuando el resultado antijurídico de la conducta va más allá de la intención del agente.


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