Podemos afronta su Asamblea en plena división



Poco a poco, desde el ya lejano mes de junio, en Podemos han ido creciendo las tensiones internas que ahora que su asamblea constituyente está a horas de celebrarse, ponen de relieve una división que traerá consecuencias tras el más que previsible triunfo del modelo de partido que va a imponer Pablo Iglesias y su selecto grupo de politólogos complutenses, que han cuidado mucho de presentar un proyecto que asegura una estructura centralizada, frente a lo que pretende la otra mitad de la organización y que cuando sea derrotada en la asamblea, ya veremos que decide hacer.

Nadie puede negar que Podemos constituye un caso nuevo en la vida política española, de hecho nació sin que algunos se dieran cuenta siquiera. Un grupo de expertos en el márquetin político, aprovecharon el descontento ciudadano y con cuatro duros y unos cientos de  individuos que trabajaron en una campaña distinta, pero efectiva, se hicieron con 1.200.000 votos. Podemos no tenía militantes, no tenía estructura, no tenía sedes, no tenía organización territorial, no tenía dinero, pero consiguieron que un millón doscientos mil ciudadanos les concedieran su confianza. Un éxito sorprendente, que nadie, ni siquiera los Iglesias, Errejón, Alegre y Monedero esperaban, al menos en esa medida.

Se encontraron con un activo en las manos extremadamente importante y con el brillo de ser los triunfadores de las elecciones europeas, a pesar de que no las ganaran. Su novedad, el mensaje que transmitían, la promesa de acabar con el régimen actual a base de conseguir el empoderamiento popular, la democracia directa y la horizontalidad, hizo que los votantes se transformaran en seguidores y hace poco en militantes, de tal manera que Podemos consiguió un éxito de afiliación muy importante.

A todo esto las encuestas, una tras otra, seguían advirtiendo que los números de los circulares mejoraban a cada día que pasaba, aunque sólo se habían dedicado a predicar. Esos números tan impresionantes, los habían conseguido gratis, bueno gratis total no, se habían gastado la lengua hablando, cosa mala, pero hacer, lo que se dice hacer, nada han hecho todavía Podemos, ni sus líderes.

Subidos en la ola del éxito, sus seguidores creían que eso era una buena noticia, que no diré yo que no, pero lo que se consigue fácil, normalmente dura poco. Mientras la cuestión ha estado en oírlos con reverencia, su gente ha disfrutado muchísimo, pero en cuanto ha llegado el momento de actuar, en cuanto ha habido que acomodar la especial estructura de Podemos a la realidad, han comenzado los problemas.

Podemos se ha partido prácticamente en dos, por un lado Iglesias y sus amigos y por otro lado la gente que está por conservar el ADN fundacional de Podemos, que dicen los “eclesiales” que no se puede mantener, porque no resulta operativo. Unos apuestan por el poder de los Círculos y el sistema asambleario, los otros quieren centralizar el poder en una especie de comité federal, presidido por un secretario general, que los de Podemos, quizás por vergüenza torera, han decidido que se llame portavoz.

Unos, están todavía por el empoderamiento de las bases, la horizontalidad en la toma de decisiones y la democracia participativa de la militancia a través de Círculos y  asambleas, nada nuevo, eso es precisamente lo que vendían Iglesias, Errejón, Alegre y Monedero en las tertulias, pero que lo que es la vida, ahora que se han hecho mayores y pretenden el asalto al poder a través de las elecciones autonómicas, como primer escalón que los lleve a La Moncloa, se han dado cuenta que lo que vendían como el bálsamo de Fierabrás, no funciona.

Las cosas están complicadas, Pablo Iglesias, hace unos días chantajeó a su militancia, advirtiendo que si no ganaba su propuesta, él se iba de Podemos. Si se tuvo que descarar de esa manera, no creo que esté demasiado seguro de cómo le van a ir las cosas, aunque ya sabemos que los promotores de la asamblea fundacional de Podemos, fueron seleccionados por el propio Iglesias, así que éste sale con ventaja, sobre los que se presentan por su cuenta. Existen dos cuestiones importantes, que ponen de manifiesto las intenciones que tienen los “promotores” y que han molestado muchísimo a los “otros”. En primer lugar el modelo de votación elegido elimina el elemento de proporcionalidad, tal y como habían pedido las distintas corrientes alternativas para que el resultado tendiera a la integración y no a la división entre vencedores y vencidos.

En segundo lugar la cláusula incluida en el último momento en la propuesta de la promotora, por el propio Pablo Iglesias, que impide que todo aquel que esté afiliado a una organización política pueda ocupar cargos ejecutivos en Podemos, una maniobra dirigida a dejar de lado a los representantes de Izquierda Anticapitalista y he de suponer a cualquier otro que esté sindicado.

Hay dos tendencias opuestas, que defienden dos modelos de partido muy distintos. Unos, los de Pablo Iglesias, apuestan por quitar poder a los Círculos y huir de un modelo asambleario que consideran lento y poco eficaz, mientras que los representantes de la otra propuesta pretenden que se mantenga el modelo con el que nacieron a la vida política y que los Círculos tengan el poder de decisión, que no haya un solo portavoz, sino una dirección colegiada y que los puestos en el comité que dirigiría Podemos, se sorteen entre la militancia.

Lo que queda meridianamente claro es que cuando a Pablo Iglesias le aprieta el zapato a cuenta de los de Izquierda Anticapitalista, que sabe le pueden dar un disgusto, se olvida de esos cuentos que tantas veces nos ha contado al calor de la pantalla de la televisión y nos deja claro que también para el líder populista, una cosa es predicar y otra distinta repartir trigo.


Porque si el modelo con el que se postulaba para cambiar a España, resulta que no quiere o no puede aplicarlo en su propio partido  por resultar inútil, no sé de qué  diablos nos ha estado hablando. Empoderamiento popular, democracia participativa y horizontalidad en las decisiones, pero para los demás, para él no, que pretende mandar en Podemos y que nadie le moleste.

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