Los nuestros ya no son tan nuestros

Ellos deben decidir...
Cunde poco a poco el desánimo en un colectivo, al que llamaré la derecha sociológica española, aunque sepa que muchos individuos a los que encuadro dentro del grupo no responden al mismo perfil ideológico. Para que nos entendamos, cuando me refiero a la “derecha sociológica” hablo de aquellos ciudadanos que en las pasadas elecciones generales, que tan lejanas parecen, votaron al PP. 
En ese colectivo destaca un grupo muy importante cuyos componentes tenían puesta su fe, una fe radical, la fe del carbonero, en los poderes taumatúrgicos de Mariano Rajoy que parece iban a solucionar lo del paro, el aminoramiento del déficit, la falta de liquidez bancaria, la desconfianza de los inversores  o de los mercados si lo prefieren, el mosqueo de la UE y todo lo demás, en menos tiempo que el que tarda en persignarse un cura loco o  para los que lo religioso no termina de convencer, en menos tiempo que necesita Benjamín Sinclair Johnson, Ben Johnson para los amiguetes, en correr 100 metros.
Unos porque esperaban lo imposible, otros porque se quedaron con la parte del mensaje que más les gustó y los más, porque no suponían que les iba a tocar vivir tiempos tan duros, se han sentido engañados y han dado por buena la infumable simplificación y el mensaje demagógico que la izquierda lanzó inmediatamente después de la toma de posesión de Rajoy y lo que fue amor fervoroso, ha pasado a ser odio feroz y credulidad interesada ante cualquier cosa que vaya en contra del gobierno de España y del partido que lo sustenta.
Bueno, cada uno es cada uno y para gustos se hicieron colores. Junto a esos ciudadanos cuya mala opinión tampoco parece que preocupe demasiado a los responsables peperos, que opinan que en cuanto la economía comience a mejorar, la mayoría de ellos volverán entusiastas al redil electoral de Génova presumiendo de su adhesión inquebrantable, digo que junto a ese grupo mayoritario existe otro mucho más fiel, que a pesar de lo que está sucediendo ha seguido apoyando las tesis, las acciones e incluso las inacciones de Mariano Rajoy y los suyos, pero que empiezan a oír una voz interior que les dice insistentemente  que los suyos, desgraciadamente ya no son tan suyos.
Muchos de los más fieles seguidores del PP, comienzan a manifestar su hartazgo, no por la cuestión económica, me refiero a la subida de impuestos, los recortes y el paro, que entienden como inevitables si bien confían en su solución, aunque muchos piensen que las políticas que se refieren a esos asuntos  se podrían haber hecho de otra manera. No son los problemas económicos los que socavan su confianza, lo que les lleva por la calle de la amargura es la percepción que tienen de que Mariano Rajoy no se emplea con la misma decisión y contundencia con la que usa la tijera, en otros asuntos muy importantes ante los que reacciona con una blandura, que está empezando a cansar hasta a sus más fieles.
No les gusta lo que hace el gobierno con la reinserción de los presos etarras; están hasta la coronilla de la tibia actuación de Rajoy ante el independentismo catalán. No saben qué cara poner ante el triste papel del ministerio del Interior permitiendo filtraciones interesadas de la UDEF, les repatea el hígado lo de la política exterior en manos de Margallo, que no hará bueno a Moratinos porque eso es imposible, pero por ahí le anda. 
Exigen firmeza ante los enemigos de la unidad de España, un cuidado extremo en la concesión de algunas subvenciones de muy difícil justificación, pretenden que la Agencia Tributaria meta mano a tanto sindicalista de postín que por ahí andan haciendo unas declaraciones de la renta que mueven a irrisión. Demandan con urgencia una limpieza en la Administración que garantice la necesaria neutralidad de los funcionarios, sobre todo en los puestos más sensibles. 
Puede entenderse, como excepción, que a veces la mejor decisión es que no haya decisión, pero esa ocurrencia no puede convertirse en la filosofía que impregne la acción de un gobierno. El ejecutivo no puede dar muchas alegrías, por no decir ninguna, a los administrados en las cuestiones que tengan que ver con la economía, pero sí puede actuar con firmeza en asuntos que preocupan a muchísimos ciudadanos y sobre todo a casi todos sus votantes.
Hay que tomar medidas políticas y hacer una labor muy importante en comunicación. Hay que llevar a cabo las reformas que son necesarias y hacerlo sin rehuir el diálogo, aceptando el consenso si lo hubiera, pero sabiendo que cuentan con una mayoría absoluta que les libra de la necesidad de pastelear y ceder ante la izquierda y los nacionalistas. Y si éstos gritan, patalean y/o se indignan, que lo hagan. Allá penas, el PP debe seguir su línea sin mirar a uno u otro lado.
Las inaplazables reformas de la Administración, el recorte del poder de las CC.AA, las mejoras en la Educación, la erradicación de privilegios de imposible justificación, la lucha contra ETA, la Ley de Huelga. El obligado recorte del dinero público que llega a los sindicatos,  organizaciones empresariales y partidos políticos,  todas estas cosas y muchas otras que no incluyo, son tareas políticas que deben llevarse a cabo sin que las frene el temor al ruido, la protesta callejera o la algarada.
Aceptemos con resignación el sometimiento a las políticas que nos impone Europa, que nos dejó en herencia el socialismo, no por buenas  sino por inevitables; pero en la política que nos es propia, el gobierno debe actuar con firmeza y además de hacer las cosas, explicarlas en su momento y explicarlas bien.
Sería terrible que por falta de carácter, por amor a la comodidad o por cobardía cívica, Mariano Rajoy y su gobierno consiguieran que los que todavía están con ellos, tuvieran que decidir que no son merecedores de su apoyo y aceptar que los del PP, lamentablemente ya no son tan suyos…

Comentarios

  1. Estimado Miguel, como siempre tu artículo me parece magnífico, pero los afiliados de base o "los de a pie" seguimos confiando en nuestros dirigentes incondicionalmente. De todos es sabido que los votantes veleta están molestos porque esperaban una solución inmediata, pero se van consiguiendo poco a poco metas que nos llevarán a buen fin.
    Cris Varona

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    1. Yo soy de derechas pro europera total, Y el gobierno de rajoy se ha convertido en una especie de ''izquierda suave''. No merecen el repeto de los que si tienen principios.

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  2. Estoy de acuerdo contigo, aunque el PP debe espabilar porque se lo comen por los pies, si me permites la expresión. Muchas gracias por tu comentario, un abrazo.

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