La cabeza de Rajoy, objeto de coleccionista


Llevamos desde la campaña del 20 D escuchando como C,s y  PSOE pedían al alimón la cabeza de Rajoy, de hecho todo este proceso que sufrimos ha tenido como elemento vertebrador al líder popular. Pedro Sánchez era el primero que rompía el fuego señalando que su único objetivo era echar de La Moncloa a Rajoy, qué decir de toda la mierda que le echaron los de Ciudadanos, empezando por Albert Rivera y terminando por el último de los naranjitos.

Muchos ciudadanos que llevan meses escuchando como se pide  la cabeza del gallego tienden a pensar que algo tendrá el agua cuando la bendicen. Hay quien piensa que si tanto se meten con el líder popular alguna razón habrá. Es lógico, de hecho es la reacción que se persigue con la campaña contra él. Pero en este mundo traidor, como bien saben ustedes, nada es verdad o mentira y mucho menos en el turbio mundo de la política.

Uno de los trucos políticos más viejos es exigir al adversario algo que no pueda dar. ¿Qué eso no tiene sentido? Perdonen ustedes pero están equivocados; tiene todo el sentido del mundo. Le pides a tu adversario lo que no te puede dar y con eso te aseguras que tu argumento no morirá, seguirá funcionando y cada día de manera más potente. Tú seguirás demandando lo imposible y así podrás seguir quejándote de la falta de voluntad del adversario o de su incapacidad para el pacto.

Se le pedía al PP que sacrificara a su líder, que para más INRI, acababa de ganar las elecciones del 20D. Se justificaba la petición por la corrupción habida en el PP, nada importaba que también la hubiera en el resto de los partidos, bastaba hacer un esfuerzo propagandístico constante para que la idea acabara siendo aceptable. 

Si como ocurrió entonces, el discurso viene de varias fuentes, si socialistas y naranjitos afirman noche y día que el PP para poder hablar con ellos debía antes decapitar a Mariano Rajoy, llega el momento en que mucha gente de buena fe, pero poco amiga del análisis, acepta la idea.

De nada valdría que alguien explicara que de ser cierto eso de la relación directa de la corrupción con Mariano Rajoy, su solución sólo se podría acometer desde dos vías. Por un lado la administración de justicia, son los jueces los llamados a decidir si efectivamente es Rajoy un corrupto, rodeado por corruptos, si había indicios suficientes, que por lo visto no los ha habido. Y la otra vía para solucionar este asunto,  le compete exclusivamente a la militancia del PP y más indirectamente a sus votantes, que por lo visto no compartían la opinión de Pedro Sánchez y Albert Rivera sobre la corrupción y su directa relación con Mariano Rajoy, porque resulta que pese a la inmensa campaña en ese sentido, siguieron mostrando su lealtad y lo votaron en las elecciones del 26J, más profusamente que en las anteriores.

Pero hay que reconocer una buena idea cuando alguien la tiene, lo de acusar a Rajoy de corrupto y exigir que su partido lo apartara era una gran idea; simple, mediática y fácil de sostener con el apoyo de los medios. Colocaba al PP ante algo sobre lo que no podía negociar  y suponiendo que alguien cayera en la trampa y decidiera eliminar a Rajoy, aplicando el viejo paradigma político de "muerto el perro, se acabó la rabia", el remedio iba a ser peor que la enfermedad.

Imaginen ustedes la que se podría liar en el PP si liquidaran a Mariano Rajoy. En primer lugar darían una imagen de debilidad que favorecería a sus adversarios y les ocasionaría un desastre electoral si hubiera otras elecciones. Por otra parte el partido sin líder iba a entrar en una debacle organizativa, mientras todos aquellos que se creyeran con derecho a presidir a los populares, se postularan para ello y buscaran los apoyos necesarios en el seno del partido, que automáticamente se dividiría.

Resulta curioso que el partido más atacado, el más denostado en los medios sea el único que no sufre una crisis interna. El PSOE está dividido, los sabemos todos; UP tienen organizado un carajal de primera categoría y se van a comer los unos a los otros; Ciudadanos tiene serios problemas de organización interna, implantación territorial y fidelización de sus votantes. Pues  los que tienen problemas pretenden que el único que no los tiene, se inmole liquidando a su líder.

Lo de pedir la cabeza de Rajoy, lo de explicar, como hizo Pedro Sánchez, que la quería ofrecer como trofeo a la militancia, ha creado escuela. Es ahora Susana Díaz la que la exige como condición para mantener una abstención que no puede asegurar. Estas peticiones me han devuelto a las lecturas de Salgari, he recordado a aquellos piratas de Borneo de la cultura dayaca que coleccionaban cabezas humanas, pero lo que estaba bien y resultaba emocionante en “Los tigres de Mompracem” cansa en los medios y además Pedro Sánchez no es Sándokán ni de lejos y Antonio Hernández no le llega a Yáñez ni a la suela de los zapatos o de las botas de mar.

Mientras, Albert Rivera sigue a lo suyo, como pactó con Rajoy no puede pedir su cabeza, pero ahora exige el acta de senadora de Rita Barberá, no se la pide a la ex alcaldesa como sería lo lógico, ya que ésta es dueña y señora del acta, no porque lo diga ella, lo dice el Tribunal Constitucional, Rivera se la exige a Mariano Rajoy, precisamente porque sabe que Mariano no se la puede dar.

Es una vergüenza que en lugar de unos líderes políticos medio apañados, tampoco nada del otro mundo, nos tengamos que conformar con unos trileros de tercera categoría, tramposos, torpes y desmañados, a  los que se les ve la bolita de lejos.


Comentarios

  1. Buenos días Miguel; de las cuatro décadas que llevamos de democracia, nunca hasta ahora hemos tenido unos políticos tan incompetentes, ni en la época de Antonio Hernandez Mancha y Gerardo Iglesias, que pronto sus partidos supieron como actuar con ellos. Éstos elementos actuales han nacido políticamente en una universidad dominada por la izquierda, sin más criterio y fin que acabar con lo que ellos llaman "la derecha". No veo el horizonte, ésto está nublado y sin vista de despejarse. Un saludo !!

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