¿De verdad esto es vida?

Eloy Moreno, autor de El bolígrafo de gel verde

Leía hace bien poco una novela cuyo título llamó mi atención “El bolígrafo de gel verde”, una novela curiosa tanto por su origen, como por su contenido. Debo decir que toda la vida he sido lector, sin adjetivos, lector puro y duro. Esa afición y las vueltas que da la vida me llevaron a presentar un programa de televisión sobre la lectura. Por lo visto debo ser un “palizas” vocacional, lo digo por si alguno pensaba que mi vocación de dar la tabarra a mis semejantes se circunscribía al ámbito de este blog.

Así pues, lo que son las cosas, llevo ya nueve temporadas, presentando un programa semanal en el que a lo largo de una hora comento para los espectadores dos libros. Precisamente la semana pasada comentaba este “bolígrafo de gel verde”. Decía, unas líneas más arriba que la novela tuvo un origen curioso; su autor, Eloy Moreno, es un bloguero, que un día decidió escribir una novela. Tras finalizarla la editó por su cuenta y se puso a la tarea de distribuir su novela, que eso sí es un trabajo duro y no los de aquél Hércules de la mitología.

Poco a poco, el boca a boca, su trabajo personal, el de su familia y las redes sociales consiguieron que se produjera el milagro: la novela se vendía y una editorial de campanillas se interesó por el relato y la ha publicado con un éxito de ventas muy importante. Está claro que Eloy Moreno es un hombre de fe, que aparte de poseer indudables méritos como escritor de ficción, no se arruga ante el trabajo duro y que posee una confianza muy importante en su obra.

Pero esto, con ser un mensaje positivo importante, ya saben, el mérito del trabajo bien hecho, le fe en uno mismo, el triunfo del creador frente a la industria editorial, la importancia de la fe y el esfuerzo, la solidaridad, etc., no es el mensaje más importante que podemos extraer de la lectura de “El bolígrafo de gel verde”.

El relato nos va a contar la experiencia vital de un hombre, que horrorizado, descubre la inanidad de su vida. El protagonista, como tantos de nosotros vive en una estéril, obligada y férrea rutina que no puede evitar, preso como está en la red formada por las artificiales exigencias que él mismo se ha creado: la monotonía, un trabajo estresante y mal pagado, el consumismo, en definitiva, la exigencia de poseer cosas, que nos convierten automáticamente en seres que vivimos en un espacio mínimo y con un horizonte prácticamente inexistente, sin que seamos capaces de percibir hasta qué punto hemos reducido nuestro horizonte vital.

Nuestro domicilio, el trayecto hasta nuestro lugar de trabajo, los lugares que cada día visitamos, el bar en el que desayunamos o en el que comemos al mediodía. Muchísima gente, sobre todo en las grandes ciudades, sale de su casa a primerísima hora de la mañana y llega a casa a la hora de cenar, ese es nuestro mundo, un microcosmos ínfimo. No hay tiempo para nada ni para nadie, y así un día tras otro hasta que la realidad nos aplasta o seguimos, ilusos e incansables en la tarea, hasta que un infarto nos libera de nuestra miserable esclavitud.

A mí me parece una buena reflexión, hemos creído que ser rico supone poseer cosas, para descubrir, que su posesión no da la felicidad. Todos conocemos la frase que afirma “no es más rico quién más tiene, sino el que menos necesita”, pero desgraciadamente no la hemos aplicado a nuestra vida. Todos, sálvese quien pueda, hemos emprendido una carrera consumista que nos ha obligado a actuar como esos hámsters, que presos de por vida en una jaula, corren incansables por el interior de una rueda, en un esfuerzo brutal que no les lleva a ninguna parte.

Ahora la crisis nos da una oportunidad, lo dicen los expertos, las crisis hay que afrontarlas no como problemas sino como puertas abiertas a las oportunidades. Un mensaje que nos puede volver a situar en la rueda sin fin de la jaula. No se equivoquen, hay que hacer un alto, respirar profundamente y reflexionar, esa es la oportunidad.

Hemos creído que era muy importante ganar  dinero, acumular cosas, crecer en el status social, cuando lo más cierto es que, lo importante de verdad es tener tiempo para disfrutar de nuestra pareja, del amor, de nuestros hijos, para contemplar el paisaje; o dedicarlo a la filatelia, la música, la pesca,incluso a la lectura, en definitiva a lo nuestro y a los nuestros.

Piensen si no sería más gratificante tener tiempo para charlar, leer, o incluso no hacer nada, que correr como posesos, como los galgos del canódromo en pos de una liebre que al fin y a la postre, sabemos ya, no es más que un montón de trapos.

Bueno pues de eso trata El bolígrafo del gel verde, un relato que nos sitúa ante una experiencia, frente a la que no vamos a necesitar de la empatía para comprender que se parece, en alguna medida, a nuestro caso y cuya lectura puede llevarnos a una reflexión. Creo de corazón que todos necesitamos una buena dosis de introspección, análisis y autocrítica.

Porque de verdad ¿esto es vida?

PD: Cómo me lo han preguntado dos veces ya, lo de Zapatero y su retirada va para mañana.










Comentarios

  1. La novela no es gran cosa, seamos honestos. Ahora, su esfuerzo para llegar a ser una de las más vendidas en la casa del libro, merece un aplauso.
    Vamos a darle una oportunidad; ahora que es consagrado y conquistó tiempo libre, es cuando demostrará (o no) su talento.

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  2. Bueno yo no he dicho que lo sea, de todas maneras presenta un tema interesante con un nivel decente, no hay que olvidar que es un autor primerizo y que esa obra no ha gozado del favor profesional de un editor para mejorar el texto, como tantos autores. A mí me pareció un relato normal, pero me llamó la atención su origen y me gustó el tema.
    Estoy de acuerdo que ahora tiene que pasar la prueba del próximo relato que publique. Está en "veremos"... Gracias por tu atención y por el comentario.

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