El debate de investidura

Rajoy se explicó, clarito como el agua

Sigue hoy el Debate de Investidura, lo de esta mañana me lo ahorro, pero ayer me pasé toda la tarde pegadito al televisor, escuchando y viendo lo que sucedía en el Congreso de los Diputados. Nada muy distinto de lo que describía ayer, cada uno de los intervinientes se atuvo al guión y como en las antiguas películas del Oeste de la serie B, todo el mundo sabía lo que iba a suceder.

Quisiera hacer una reflexión. Salvo Mariano Rajoy que como candidato tiene barra libre para los tiempos de intervención, los demás oradores se empeñan en colocar, en el tiempo que les corresponde, tal cantidad de cuestiones, críticas, propuestas, además del tiempo empleado para meterle el dedo en el ojo a su oponente y al que hay que sumar el que en teoría debe servir para su particular lucimiento personal, que la consecuencia es que terminan hablando atropelladamente a una velocidad inadecuada para que los espectadores puedan enterarse con cierta fiabilidad de todo lo que allí se dice.

Si los que suben a la tribuna, dedicaran más tiempo a las cuestiones importantes, muy probablemente pudieran efectuar un discurso más reposado y coherente, porque si la política es el arte de lo posible, lo que está claro es que, pese a lo que decía Einstein, 30 minutos dan para colocar solo un determinado número de palabras, y como se resisten a aceptar la realidad – pecado mortal en un político -, al final uno no sabe si está escuchando a Durán i Lleida, a Cantinflas, o a los niños de la lotería.

El teórico discurso se convierte en un cúmulo de palabras atropelladas, mal leídas en su inmensa mayoría, un asunto incómodo para los espectadores, es decir para los ciudadanos, que en ocasiones se las ven y las desean para separar el grano de la paja y que muy probablemente, para enterarse realmente de lo que querían decir los representantes de las distintas fuerzas políticas, deban acudir a la prensa para que allí les expliquen de que ha ido el negocio. Vamos, que están, en ocasiones, como aquel autor teatral de vanguardia, que un día de estreno fue preguntado sobre que había pretendido decir con su obra y contestó “No lo sé, todavía no he leído las críticas”.

Por otra parte el propio debate se ha ido desnaturalizando, y se ha convertido en una especie de rito, en el que el contenido va perdiendo su importancia. En el fondo todos, salvo el candidato, que por razones obvias habla de “su libro”, que es de lo que se trata, lo que hacen es presentar su particular discurso de investidura. Ayer era fácil percibir que la gran mayoría hablaba para su parroquia, en lugar de debatir las propuestas del candidato. Puedo comprender que para muchos supone su particular momento de gloria y que después de esta intervención, salvo milagro mediante, no tendrán otra oportunidad de concitar a una audiencia semejante que les preste su atención.

Y en vez de explicarnos lo que opinan sobre las propuestas de Rajoy y oponer en todo caso las suyas, de una manera ordenada, articulada y comprensible, nos arrojan una catarata de palabras, entre las que debemos bucear buscando las opiniones y los conceptos. El encuentro entre Rajoy y Rubalcaba se saldó, con el cumplimiento milimétrico de lo que se esperaba, el guión fue disciplinadamente respetado, un encuentro de guante blanco presidido por una cuestión ajena al propio debate. Ayer Rubalcaba presentaba en el mismo acto que Rajoy, su particular discurso de investidura para la secretaría general del PSOE y se notó y mucho

Cayo Lara habló de la banca pública y de la necesidad de crear más puestos de trabajo en la administración. Vamos que sacó el viejo manual de economía marxista y nos colocó el cilindro completo. Más funcionarios, nacionalización de la banca y supongo yo, que tras la demanda de más inversión pública, lo que quería decir era aquello  de los medios de producción en manos del Estado. Sostuvo que el capitalismo había fracasado y lo más importante de su discurso fue su advertencia de que IU “estaría en la calle” y que no aplicarían lo de los cien días porque no había tiempo. Ya de paso advirtió que se aplicaría a la labor de oposición con “radicalidad democrática” signifique eso lo que signifique.

Durán i Lleida a lo suyo, lo del pacto fiscal y pidiendo que se le pague a Cataluña lo que “España” y el “Estado” le deben. A ver si alguien hace un esfuerzo y le explica al bueno del oscense que la Generalidad, forma parte de la Administración del Estado y que España nada puede hacerle a Cataluña, toda vez que el Principado es España. Cuando Rajoy le habló del mercado único europeo y de la necesidad se normalizar nuestro ordenamiento jurídico, Durán lo dejó clarísimo, a ellos lo del mercado único europeo les da igual, y añadió que lo del “café para todos” fue un error. Vamos que lo de la autonomía está muy bien para Cataluña, pero para el resto fue una equivocación soberana.

¿Y Rajoy?, pues estuvo, claro, preciso y contundente. Advirtió que va a cumplir con el objetivo del déficit al precio que haga falta, Se reafirmó en su voluntad de cumplir y hacer cumplir la ley y decir siempre la verdad a los españoles, señaló que no se conocen las cifras reales del déficit del 2011, y explicó que cuando conozca las cifras sobre este asunto y las previsiones de crecimiento, aplicará el recorte que sea necesario para cumplir el compromiso que España – a través de ZP – adquirió con la UE.

Subirá las pensiones, congelará el sueldo de los funcionarios durante el 2012, advirtió que no quería subir el IVA, pero añadió que habrá que esperar a tomar esa decisión, una vez se conozcan las cifras reales. Recalcó que aplicando únicamente los recortes no solucionaremos nuestros problemas y subrayó la necesidad de llevar a cabo urgentemente reformas estructurales, entre ellas la del mercado laboral. Advirtió a la banca para que limpien sus balances y señaló que piensa tomas medidas al respecto y anunció una modificación para el bachillerato, entre otras muchas propuestas.


Anunció un real decreto ley de medidas urgentes en materia económica y presupuestarias que irá en el Consejo de Ministros del próximo día 30 y manifestó que durante el primer trimestre de su mandato se dispone a aprobar legislación sobre Estabilidad Presupuestaria; sobre Transparencia, Buen Gobierno y Acceso a la Información Pública; además de la que está destinada a proteger y reforzar la independencia de los organismos reguladores. En ese plazo presentará los Presupuestos Generales del Estado para 2012, un proyecto de Reforma Laboral y llevará a cabo el proceso de renovación pendiente en el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, el Defensor del Pueblo y el Consejo de Administración de RTVE.

Así que todos se atuvieron a sus papeles, el único que en todo caso sorprendió, a la oposición, que no a sus votantes, fue el propio Rajoy que estuvo dialogante, respetuoso, receptivo, activo, preciso y contundente.

Quizás debiéramos reflexionar sobre una afirmación que hizo durante su primera intervención: “Abordamos una tarea nacional, un empeño que sobrepasa las posibilidades de cualquier gobierno, una responsabilidad a la que convoco a todos los españoles porque a todos nos concierne y todos somos necesarios”.

Vamos a pasarlo mal, creo que merece la pena insistir en una cuestión: El que no quiera ayudar, al menos que no estorbe.

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