Albert Rivera y la corrupción selectiva



En este inmenso jaleo que se ha organizado a cuenta del multipartidismo y las dificultades inherentes a su existencia que como es lógico, dificultan en gran manera la consecución de una mayoría parlamentaria que garantice la investidura de algún candidato, en la disputa política que se desarrolla, en esa  batalla semántica, que no dialéctica, ni de ideas, destaca la corrupción como argumento supremo que, supuestamente,  inclina voluntades a uno u otro lado.

La existencia de la corrupción es un problema gravísimo, al menos así me lo parece, pero no puedo por menos que señalar que me preocupa su existencia y sus consecuencias, independientemente del color político de aquél que la practique. Para ser sincero tengo que decir que lo que acabo de afirmar no es exactamente cierto, porque si digo verdad, la corrupción me parece mal en aquellos que piensan de manera distinta a la mía en política, pero me parece mucho peor entre los que están más cercanos a mi pensamiento político.

A lo largo de estos días y aún antes de las elecciones hemos conocido a través de los medios y las declaraciones políticas, acusaciones y contra acusaciones sobre la corrupción en los partidos, aunque hay que decir, porque esa es la verdad, que los medios de comunicación por la razón o razones que sean, se han inclinado por encarnizarse en las que hacían referencia a supuestas corrupciones protagonizadas por gentes pertenecientes al PP y han ignorado, de manera no sé si interesada, pero desde luego difícilmente justificable, las acciones que manchan para la desgracia de esta sociedad nuestros pecados, la ejecutoria de todos los partidos que están en la competencia por conseguir arrimar el ascua a su sardina en la casi imposible resolución del problema de la investidura.

Puedo conceder que resulte hasta jocoso tropezarse con un tuit de Juan Carlos Monedero, el que fuera puntal de Podemos y que tuvo que quitarse de en medio por un turbio asunto de “olvidos fiscales” en el que decía: “Rivera es esa nueva política capaz de decir en tono de cura que la corrupción es intolerable y, sin despeinarse, sostener a los corruptos”. Lo que es cierto, aunque lo diga Monedero, pero al que inmediatamente le respondieron con otro mensaje que decía “Espera que lo de la vicepresidencia de @Pablo_Iglesias era pactando con la facción no corrupta del @PSOE. DTRACA”

Los mensajes tienen su gracia, pero lo malo es que las afirmaciones contenidas en los dos tuits son triste y evidentemente ciertas. Rivera sólo reconoce como repudiable la corrupción habida entre miembros  del Partido Popular y por esa perversión se niega a apoyar al PP, pero sin  embargo sí lo hace con el PSOE, fuerza política con un potente pasado y un descomunal presente de corrupciones y lo hace sin siquiera despeinarse, que curiosamente parece que tanto a Monedero como a mí, nos llama la atención el cuidado capilar del “reformista”.

Ahí está Albert Rivera, que conoce perfectamente la corrupción socialista, porque son de su partido los que apoyan al PSOE-A en el gobierno de una Junta, que es incapaz de ocultar su podredumbre y lo hace impertérrito, siendo muy capaz de poner, no diré yo cara de cura, pero sí cara de buen chico y afirmar que “Quién no ha limpiado su casa no puede limpiar España”, refiriéndose naturalmente a Mariano Rajoy, lo que resulta cínico porque si eso fuera cierto, en el mismo caso está Pedro Sánchez y con él no tiene ningún problema para apoyarlo, al menos que se sepa.

Ninguno de los dos, ni Mariano ni Pedro, han sido capaces de limpiar la basura existente en sus respectivas organizaciones, aunque el PP haya legislado contra esa lacra, con el voto negativo del PSOE; tampoco puede estar muy satisfecho Iglesias de los suyos, que están protagonizando un espectáculo de nepotismo y corruptelas dificilísimas de ignorar; ni siquiera Albert puede tener la conciencia tranquila, ya  que es el cooperador necesario en la ocultación de la podredumbre socialista en Andalucía que los suyos ignoran, no sé yo si peinados o despeinados.

Resulta imperativo reconocer que el único fenómeno transversal que une a todas las fuerzas políticas españolas, es el de la corrupción y la única manera de acabar con ella es reconocer su existencia, en primer lugar entre los que militan en tu propio partido y después la que exista en las filas de los adversarios y  adoptar de oficio las medidas oportunas, sin que a nadie le tiemble el pulso.

Mientras defendamos la corrupción selectiva, mientras veamos la paja en el ojo ajeno e ignoremos la viga en el propio, esto no tiene arreglo. Es cierto que eso de la corrupción selectiva le cae como anillo al dedo a Albert Rivera, que es el que más beneficio pretende sacar del problema, pero ésta es una enfermedad que por lo visto a todos toca.

Y en contra de lo que dice el refrán, mal de muchos… epidemia, azote que acabará con todos nosotros si no nos ponemos en marcha.

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Comentarios

  1. No puedo estar mas de acuerdo contigo, pero me gustaría que hicieras algún comentario de lo que opinas, sobre el porqué o sobre quienes han permitido, que esta situación tan terrible para "todos" los que conforman el Estado Español, haya llegado a ser de tal gravedad.
    A pesar de que no me he decidido a darte una respuesta,he leído todos tus artículos que cada día me parecen mejores. Sabes que en muchas o en particular en UNA cuestión no coincidimos, pero haces que con tus comentarios, cada día te respete mas como persona y amigo.
    Un fuere abrazo Miguel

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  2. Buenos días, no sabes lo que te agradezco el comentario que no hace sino confirmar la opinión que me merece tu amistad. Somos amigos a pesar de la ideología, lo que significa que somos amigos de verdad. Y en este mundo traidor tú como yo sabemos lo que vale un amigo. Un abrazo.

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  3. Buenas tardes.Mucho tiempo de que para los Politicos de nuestras tribus,los
    arboles no les permiten ver el Bosque.Por mucho que salgan a pasear ,al otro
    lado de los Pirineos,pagando nososotros ,por supuesto.
    Un abrazo. JMSS

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