A todos les van mal las cosas… a Pablo Iglesias peor



Las cosas le iban muy bien a Pablo Iglesias y su indisciplinada y bulliciosa horda de transversales, los resultados de las elecciones del 20D les dieron una relevancia inusitada. Él y su gente se paseaban por los medios con una energía arrolladora, le lavaron la cara a Pedro Sánchez una y otra vez, mientras el bronco líder del PSOE se limitaba a tragar saliva y afectar que la cosa no iba con él. 

Se sintieron ganadores y decidieron forzar la mano haciendo todo lo posible por darle dos revolcones de aquí te espero a Sánchez, poniendo su fe en las elecciones del 26J, que estaban seguros les iban a permitir derrotar al PSOE, en su particular contienda por acaudillar a la zurda de este país. 
Tenían unas cartas magníficas que jugar y en un momento de esos que después se recuerdan con extraordinaria amargura, al flamante líder podemita se le ocurrió la idea que a la postre iba a terminar con la fulgurante carrera electoral de Podemos. Nada podía fallar, el asunto estaba claro, todo era cuestión de acoger a IU en una coalición electoral y con el millón doscientos mil votos de los comunistas, iban a darle un palizón histórico a los socialistas.

La cúpula podemita, sonrió con suficiencia cuando desde Ferraz les recordaban que en política dos más dos no dan siempre cuatro, los demoscópicos de cámara de Iglesias, tranquilizaron al líder, iban a arrollar al PSOE, darle un susto de consideración al PP y tras el 26J, no habría más que recoger lo que quedara de las huestes derrotadas de Ferraz y dejarlas pactar con ellos para hacerse con la Moncloa. 
Había posibilidades, insistían los sociólogos y politólogos que estaban más cerca del líder, sin que Bescansa, una reconocida experta en estas lides dijera nada en contra, al menos que se sepa.

Todos sabemos, no lo que pasó, porque en Podemos todavía no han sido capaces de hacer un análisis medianamente presentable sobre la brutal derrota que cosecharon la noche del 26J. En IU hubo gente que no aceptó el pacto con los leninistas de Podemos y parece ser que en muchas organizaciones locales de IU se advirtió de la conveniencia de no votar a las listas de UP y en el Senado, que tiene listas abiertas, se pidió a sus militantes que votaran únicamente a los candidatos presentados por los de Garzón.

Pero fuera por lo que fuera que eso ya no importa, el 26J UP perdió 1,2 millones de votos, una cifra muy parecida a los votos que habían conseguido los comunistas en las anteriores elecciones y a día de hoy todavía anda Alberto Garzón advirtiendo que va a abrir una investigación que aclare que sucedió con aquellos votos misteriosamente desaparecidos. 

Lo de IU fue grave, pero lo fue mucho más, que tras el papelón protagonizado por Pedro Sánchez durante el espacio de tiempo que medió entre las dos elecciones, Pablo Iglesias y sus mariachis no fueran capaces de captar el voto descontento del PSOE, una cuestión muy grave si consideramos que hasta el PP consiguió votos provenientes de las filas socialistas.

Así que tras quedar como Cagancho en Almagro, se reunieron en petit comité y nos dieron la explicación que les pareció mejor darnos, que nada tenía que ver con la realidad, pero ya sabemos que estos “triunfadores” tienen muy mal perder, así que tampoco extrañó la ausencia de un análisis medianamente presentable y para qué vamos a hablar de autocrítica y cosas de esas.

Por mucho que uno intente poner al mal tiempo buena cara, dónde no hay harina todo es mohína y el pacto con Garzón y la administración de la campaña electoral tuvieron numerosos detractores desde el principio, cuando finalmente los números fueron los que fueron, las quejas y críticas se agravaron, hasta tal punto que Echenique se erigió en garante de la voluntad del líder y advirtió que si había que cortar cabezas, por él no iba a quedar.

Puestas así las cosas, las quejas y las acciones de indisciplina pasaron al terreno de lo subterráneo, que a todo el mundo le gusta estar en las listas. Los enfrentamientos de los errejonistas, con los nuevos amiguetes del jefe, nada más y nada menos que los de IAA, con Teresa Rodríguez y Echenique a la cabeza, han ido abriendo la fractura existente.

Por otra parte los movimientos para la investidura, han dejado de lado totalmente a UP que nada pinta en las distintas maniobras que se efectúan. La opinión pública permanece atenta a los movimientos del PP, PSOE y C,s, que por ahora y así debiera seguir siendo, son los únicos protagonistas.  

Por intentar volver al foco mediático y político desde la cúpula de Podemos se intentó una maniobra, que cosechó un sonoro fracaso. La idea no es que fuera descabellada, Iglesias decidió presentar a Xavier Domènech, líder de En Comú Podem, como candidato a la Presidencia al Congreso, en un claro guiño a los nacionalistas y al PSOE, con el que entendía podría negociar una postura común de izquierdas, frente al candidato presentado por PP y C´s.

La maniobra terminó en el enésimo fracaso cosechado por Iglesias, que de rey Midas de la política, que transmutaba en oro todo lo que tocaba, ha pasado a convertir en cenizas cualquier propuesta política que toca. Eso seguirá siendo así, a no ser que al final Sánchez se empecine en su no a Rajoy y protagonice otro intento por llegar a la Moncloa, maniobra que ya ha comenzado con la campaña socialista denunciando el “pacto” del PP con los nacionalistas, que persigue, quitar hierro al acuerdo que prepara Sánchez con Podemos y toda la zurda radical de este país.

Así que por ahora a Iglesias le van muy mal las cosas y algo tendrá que hacer para frenar el desgaste y el peligro de escisión. Les parecerá imposible pero igual Pedro Sánchez es tan torpe que ofrece en bandeja la solución al enemigo más peligroso del PSOE. 

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