Camps prefirió dimitir antes que declararse culpable


Camps sereno y relajado comunica su dimisión

Bueno esto se acabó, ayer Camps por sorpresa anunció que abandonaba la Presidencia de la Comunidad valenciana. Francisco Camps ha soportado una presión mediática brutal durante prácticamente dos años y medio; el llamado “caso de los trajes” mereció durante todo este tiempo de manera incansable, la atención despiadada de los medios afines al PSOE y soportó el fuego de la artillería pesada de los socialistas.

A pesar de ello Francisco Camps resistió las presiones de todos, incluido su propio partido, se ha dado el gustazo de terminar una legislatura y con el caso de los trajes a la espalda, darles una paliza brutal a los socialistas en las últimas elecciones. Sólo ahora, dos meses después, tras ganar las elecciones, tras que los votantes valencianos le dieran dieron masivamente su apoyo, demostrando que nada les importaba la imputación por un delito de “cohecho impropio”, ahora ha decidido presentar su dimisión.

Y ha dimitido, ante la noticia que se le iba a abrir el juicio oral, lo que inevitablemente le obligaba a sentarse en el banquillo. Un juicio oral, hay que decirlo que llega en función de una presión política y mediática feroz. Muy probablemente en un caso menos mediatizado no hubiéramos llegado a este estadio procesal.

Ante esa tesitura se le abrían dos caminos, el primero le aconsejaba, aceptar su culpabilidad, que siempre ha negado, pero que le permitía hacer frente a la condena, una triste multa, ¡así será de grave el delito! y continuar al frente del gobierno valenciano, el segundo la dimisión.

Con su elección ha demostrado que por encima de su interés político y personal, Paco Camps antepone el interés general de los ciudadanos valencianos y el respeto por la Institución que presidía. Además sin duda, favorece el interés del Partido Popular que prefería no encontrarse durante la campaña electoral, con un barón territorial tan importante, sentado en el banquillo de los acusados.

No habrán faltado voces que le aconsejaran tomar el primer camino. Me imagino los argumentos: “- Che Paco si la gente está contigo, te han votado porque les importa un bledo tu culpabilidad. Vete a la Audiencia, firmas, pagamos y aquí se acabó la historia”. Con su dimisión Camps, del que no puedo afirmar fehacientemente si es inocente o culpable, cosa distinta es lo que pueda opinar al respecto, ha demostrado una cosa fundamental: Se ha comportado como un hombre honesto, que cree en su inocencia.

Ha decidido dimitir y defenderla allá donde haga falta. Lo ha dicho de manera expresa y contundente “abandono la Presidencia de la Generalitat en este instante, lo hago inocente, totalmente inocente”. Y ha subrayado que sale de la Institución con menos dinero que el que tenía al llegar, no todos pueden decir lo mismo.

Francamente tengo que manifestar mi respeto por un hombre – un político – que se niega a sí mismo el camino fácil de aceptar con la boca chica su culpabilidad – que ha negado siempre - y seguir presidiendo el gobierno de la Comunidad y que decide dimitir y abandonar todos sus cargos para ir a juicio y allí defender su inocencia.

Y hay que ver ¡qué importante es el lenguaje gestual! como lo ha hecho. Hizo su declaración, sin acudir al recurso de parapetarse tras un atril o una mesa. Francisco Camps anunció su dimisión a cuerpo gentil, sonriente, relajado y sobre todo dando la imagen de un hombre en paz con sus circunstancias y consigo mismo.

La reacción socialista, la primera que es la más sincera, llama la atención. Si se toman el trabajo de ver la rueda de prensa de Elena Valenciano se darán cuenta que el PSOE no quería la dimisión que exigía hace más de dos años. Lo que les valía a los socialistas era un Camps todavía President sentado en el banquillo de los acusados y en menor medida, aunque útil para montar su particular ruido mediático, un político popular que reconociera su culpabilidad y aceptara pagar la multa correspondiente para aferrarse a su cargo.

Ahora resulta que no se trata, dice la socialista, de cuatro trajes, sino de un terrible caso de corrupción colectiva que afecta al PP y de la que es responsable Mariano Rajoy. Insisto en que merece la pena ver las dos ruedas de prensa. El gesto más que serio, agrio de Elena Valenciano, dice bien a las claras que Paco Camps, con su dimisión, les ha quitado el caramelo de la boca.

Sorprende la ferocidad con la que se le ha perseguido. En un país en que el Tribunal Supremo declara que los regalos que ha recibido Bono, de una clase y un precio muy importantes, son aceptables, extraña que se procese a otro político bajo la acusación de haber aceptado dos, tres o cuatro trajes.

Han procesado a un cargo público acusado de cometer “cohecho impropio”, no recuerdo ningún caso. Este es un delito que de aplicarse de manera habitual iba a producir un terremoto jurídico en nuestro país. El cohecho impropio castiga a la autoridad o funcionario público que admitiere dádiva o regalo que le fueren ofrecidos en consideración a su función o para la consecución de un acto no prohibido legalmente.

No voy a insistir, pero todos, los del PP y los contrarios estarán de acuerdo en que si esta norma se aplicara, pocos políticos se librarían de ser condenados por el dichoso “cohecho impropio”. Basta con que el regalo tenga cierta “categoría” y que se haga la dádiva en consideración a la función que ejercieran y sin que sea necesario actuar ilegalmente o llevar a cabo algo ilícito.

Creo que la gran mayoría de la izquierda bien pensante, la progresía de salón, los pijo progres aplaudirán con las orejas la dimisión de Paco Camps, entendiendo que constituye un éxito para su causa. Como ya he dicho si contemplan la rueda de prensa de Elena Valenciano se darán cuenta que el PSOE no quería eso. Mala suerte, han topado con un hombre, del que muchos afirman su honradez y otros por el contrario ya lo han juzgado y condenado más de mil veces, pero sin entrar en juicios y especulaciones habrá que convenir que actúa, por mal que les pese a muchos, como un hombre honrado a carta cabal. Un hombre convencido de su honradez y dispuesto a sacrificar su ambición política y personal para defender con luz y taquígrafos su conducta.

Ha dimitido Paco Camps, si al final el Tribunal lo absuelve, cuestión más que probable ¿quién pagará el daño producido?





Coda: Por cierto aclarar un concepto, Paco Camps jamás fue santo de mi devoción, debo confesarlo. A partir de ayer me cuenta entre sus seguidores, con condena o sin ella que eso está por ver, mi apoyo, mi consideración y mi aplauso para Francisco Camps.



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