La creación de empleo juvenil y el alto politiqués


El sábado pasado Rubalcaba daba a conocer las líneas maestras de ese proyecto que iba a marcar un antes y un después en la vida española, conforme a lo que así declaraba Zapatero. Y efectivamente hubo un antes y un después. Antes del discurso, parecía que Rubalcaba estaba de acuerdo con la gestión de Zapatero, para los que tengan dudas, recordarles que era nada más y nada menos que su Vicepresidente, creo que no hará falta insistir en el nivel de consenso entre ambos. Tras la alocución del sábado, sabemos que Rubalcaba en el fondo estaba en profundo desacuerdo con las medidas de ZP y propone para salir del lío en que nos han metido, lo contrario que mantenía mientras gobernaba.

Una de las medidas que causó mayor sensación fue la de anunciar la creación de un impuesto especial que gravara los beneficios de la Banca, ese impuesto financiaría la creación de empleo juvenil. Ya dije ayer, que el discurso –teóricamente escorado a la izquierda - estaba dirigido al consumo interno y que se iría centrando conforme se acercaran las elecciones. Pues ni eso, apenas unas horas después y tras las reacciones de los interesados, léase la Banca, Valenciano una de las colaboradoras intelectuales del discurso rubalcabiano se apresuraba a matizar las afirmaciones de su candidato.

Como sea que no se encontraba cómoda utilizando el español, realizó las matizaciones en “alto politiqués” que es el idioma que utilizan los políticos cuando quieren decir una cosa pero pretenden que se entienda la contraria. Decía la Sra. Valenciano que los bancos tendrían que aceptar la creación del impuesto sobre sus beneficios, porque España no será el primer país en instaurar un sistema de este tipo.

Pero, la cuestión está, manifestó, en saber "cuál es el momento idóneo para hacer eso" no lo es desde luego "cuando la banca está sufriendo un proceso de reestructuración, ni cuando está en una situación de fragilidad". Y terminó afirmando que "cuando la banca esté saneada, cuando hayamos reestructurado el sector, entonces será el momento de las contribuciones".

Y quien crea que Valenciano está hablando en castellano y no en “alto politiqués” como es el caso – ya saben que se parece mucho y que incluso son idiomas que tienden a confundirse – entiende que este asunto tiene un calado importante y muy satisfactorio ¡por fin le van a meter mano a la banca! aunque la situación actual aconseje prudencia y calma, por lo que hay que tener tranquilidad, que como todo el mundo sabe Zamora no se tomó en una hora.

Y no se da cuenta que estas frases traducidas del politiqués al cristiano, como diría un castizo, lo que realmente significan es: No se confundan, nosotros decimos lo que creemos que va a servir a nuestro propósito electoral y lo del impuesto a los beneficios de la banca es una ocurrencia estupenda. Aunque si reflexionaran aunque fuera mínimamente, se darían cuenta que no se llevará a cabo nunca o en el peor de los casos se implementará para el día del Juicio Final pero por la tarde, o es que no se enteran ¡almas de cántaro! que siendo los bancos los que deben financiar nuestra campaña, no se le ocurre ni al que asó la manteca que lo del impuesto pudiera ir en serio.

Así que ya sabemos que ese impuesto cuyo anuncio llenó de gozo y alborozo a la progresía, no es más que otra “ocurrencia”, que ni siquiera llega a proyecto, porque para implementarlo es necesario que la banca esté saneada y lo de que cuando el sector haya sido convenientemente reestructurado y no se encuentre en un estado de fragilidad, significa exactamente que lo del impuesto sobre los beneficios bancarios es simplemente un cuento de tomo y lomo.

Añadan a estas declaraciones las de la Secretaria de Estado de Empleo, aunque viendo lo del empleo en España, el nombrecito del cargo supone un escandaloso oxímoron, que nos alegra el día manifestando que en nuestro país existen nada más y nada menos que 900.000 jóvenes en el paro que no tienen los conocimientos bastantes para incorporarse al mercado laboral ni tampoco para reciclarse laboralmente a través de la formación profesional, ya que no disponen de los conocimientos básicos para acceder a este tipo de formación.

Y uno empieza a pensar que todo esto no es más que un engaño morrocotudo, porque si estos 900.000 jóvenes no pueden trabajar por falta de formación y tampoco pueden acceder a la FP porque resulta, miren ustedes por donde, que no tienen el título de la Enseñanza Secundaria Obligatoria, para qué diablos se llama Obligatoria la enseñanza secundaria, si realmente no lo es y a los 16 años cualquier mequetrefe se puede dar de baja en el sistema educativo y aquí paz y más allá gloria celestial.

Así que si para salir de la crisis debemos, lo dicen los socialistas y el mundo entero, crear empleo, pero resulta que tenemos 900.000 jóvenes entre 21 y 30 años que habrá que mandar a la escuela de vuelta y eso tiene un coste que no se puede asumir hasta que esto no funcione y se le pueda meter mano, fiscalmente hablando, a la banca. Ya me dirán ustedes si el panorama no resulta desolador

Y no es que la alegría dure poco en casa del pobre, que también; el problema radica en que todavía hay mucha gente que no entiende que nada tiene que ver lo que se promete en los discursos políticos con lo que se piensa hacer. Y que si Rubalcaba promete algo y a los diez minutos ya nos están diciendo que tranquilidad y mucha calma que esto no es para ahora, sino para cuando Dios quiera, está claro que para este viaje no necesitamos alforjas.

Habitualmente utilizo un sistema que me advierte con cierta eficacia. Cuando veo que las palabras contradicen a los hechos, me quedo con los hechos. Es un procedimiento que no da lugar a grandes alegrías ni ilusiones, pero sí permite analizar el entorno con cierto criterio, amargo si ustedes quieren, pero criterio al fin y a la postre.

A este paso ¿cuántas generaciones de jóvenes vamos a mandar al cubo de la basura? Me dan escalofríos cuando contemplo el panorama nacional y reflexiono sobre porvenir al que estamos condenando a millones de nuestros jóvenes. Mientras, todavía hay gente que espera que le resuelvan los problemas a través de soluciones, explicadas en alto politiqués, tan “creativas” como la del impuesto especial sobre los beneficios de la Banca.

Y así nos luce el pelo, a nosotros, lo que está mal. Pero sobre todo a nuestros jóvenes, lo que sin duda, está muchísimo peor.





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