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Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros…

Zapatero y Rubalcaba hasta el sábado pasado, amigos...

Volvió el viejo Rubalcaba y el sábado dio a conocer su proyecto. Como todo en esta vida hubo un antes y un después del discurso tal y como anunció Zapatero. Pero si con esa afirmación se refería a la importancia, novedad o profundidad del discurso, tengo que decir, que como desgraciadamente es costumbre, la afirmación de Zapatero se quedó en nada o casi nada.

Antes de comentar lo que prometió, afirmar algo que a mí me parece significativo; desde mi punto de vista el discurso estaba claramente dirigido al consumo interno de la militancia socialista. A nadie se le escapa que en el PSOE no sobra el entusiasmo, la militancia, por mucha fe que pueda poner en sus dirigentes, sabe perfectamente lo que le espera en las generales.

Habrá quien no esté de acuerdo con mi afirmación, pero sí lo estaban los organizadores del acto que pusieron a disposición de la militancia socialista autobuses gratuitos para llegar hasta IFEMA. Una decisión que confirma las dudas internas de la organización sobre la capacidad de convocatoria. En 2.000 personas estaba tasada la capacidad del lugar elegido, capacidad modesta diría yo, si el acto tenía la trascendencia e importancia que anunciaba hasta el propio Zapatero.

A la vista está que se buscó un modelo que asegurara el lleno absoluto y por si las moscas, que estas cosas ya se sabe que las carga el diablo, se pusieron los autobuses gratuitos. Nada que ver con los actos masivos de hasta 12.000 personas que ha organizado el PSOE en Madrid, en otros tiempos y circunstancias sin duda.

Tal y como se procuró, hubo lleno y también como era previsible el contenido del discurso estuvo claramente dirigido a la militancia socialista y, sobre todo, a esa otra izquierda, desencantada con el gobierno de los recortes sociales y de los cinco millones de parados. De ahí que las propuestas de Rubalcaba buscaran más los oídos del votante de izquierda-izquierda que el de centro moderado, que es donde habitualmente se encuentra el caladero de votos que les garantiza el éxito electoral.

El equipo del ex vicepresidente necesita urgentemente insuflar ilusión a la militancia socialista y para ello son necesarias propuestas nuevas. Cosa distinta es que sean aplicables en nuestro contexto o que entren en franca contradicción con la labor del gobierno de Zapatero, no está el panorama, en opinión de Rubalcaba y los suyos, como para afinar en eso de la coherencia. Se trata simplemente de poner en marcha a la organización y llamar la atención de los votantes más a la izquierda del PSOE como primer paso dirigido a evitar el desastre electoral que se avecina.

Porque el horizonte electoral de Rubalcaba está puesto, no en ganar las elecciones, sino en alcanzar los 125 diputados, eso se consideraría un triunfo. Esto supone comenzar la carrera electoral con una finalidad limitada a intentar “salvar los muebles”; dicen los que saben de fútbol que el salir a jugar con la mente puesta en el empate, garantiza la derrota, ellos sabrán.

Tampoco se le puede pedir demasiado al candidato, Rubalcaba tiene un acreditado currículo como “enterrador” político. Ha estado en los descalabros socialistas de Felipe González, la derrota de Bono y ha vicepresidido el desastre de ZP, no tiene más éxitos en su currículo, que los personales, que lo acreditan a nivel individual como un superviviente, pero poquita cosa más.

Loa socialistas se han saltado lo de las primarias con la misma elegancia y sutileza con la que se produce un rinoceronte furioso en una cristalería y se renegó de un proceso democrático del que siempre habían presumido ya que ponía en “riesgo la unidad del partido, nuestra imagen colectiva, la imagen del presidente del Gobierno y la propia estabilidad de éste” y eso ante la opinión pública no ayuda, más bien lo contrario.

Ahora presentan un programa escorado muy a la izquierda y abandonan el centro izquierda que como he dicho ya, hasta la fecha ha garantizado su éxito electoral, eso dice bien a las claras, que Rubalcaba tiene claro que ese centro izquierda, hoy por hoy no le votaría y lo que ahora urge es poner en marcha a su militancia y lanzar un mensaje aceptable para la izquierda que se encuentra más a la izquierda del PSOE.

Apretó a los bancos y las cajas que, parece ser, son los que van a financiar el crecimiento del empleo juvenil, prometió subir impuestos, pero sólo a los más ricos, sabia promesa electoral; habló de la reforma de la ley electoral y se mostró conforme con el modelo alemán, lo de las listas abiertas en un candidato elegido a “dedo” es para nota alta, pero que se le va a hacer. Y ya metido en harina, prometió reformar la Ley Hipotecaria para que la dación finiquite la deuda, aunque curiosamente hace nada votó en contra de esa misma propuesta, que presentó UPyD en el Congreso de los Diputados.

Un discurso con guiños nada sutiles a la izquierda y a los del 15 M, que son lo mismo, pero como todo el mundo se empeña en diferenciarlos, pues ahí queda. Un canto a la igualdad de oportunidades, una defensa cerrada a la educación y a la sanidad pública y en el que coló, casi de rondón, una nueva definición de nuestra economía. Si hasta el momento había defendido la “sostenible” ahora pretende deslumbrarnos con la economía “competitiva”, lo que se significa que está por un mercado de trabajo más flexible que, el que hasta ese mismo día, había defendido como Vicepresidente de Zapatero.

Prometió además, tampoco hacía falta molestar demasiado a la Merkel, a los “mercados” y a Europa, pagar las deudas, cumplir el Pacto del Euro y liberalizar ciertos mercados de bienes y servicios y se alineó con los que defienden la creación de agencias de rating europeas. Con una incoherencia digna de mejor causa Rubalcaba prometió una serie de medidas como si fuera el actual jefe de la oposición, y puso en marcha un proyecto que reniega de la acción de un gobierno al que ha pertenecido desde el año 2006.

Hace bien poco tiempo el socialismo hablaba de continuidad y cambio, desde el sábado el eslogan preconiza “ambición y realismo”. Nadie podrá negarle ambición a Alfredo Pérez Rubalcaba, pero aceptar lo del realismo, es harina de otro costal. Parece que intenta vendernos que todo lo que ha hecho, como ministro y Vicepresidente de Zapatero estaba muy mal hecho, pero en este viaje a la Moncloa ha sufrido una caída y cual Saulo redivivo, ha visto la verdad socialdemócrata de toda la vida y a eso se va a aplicar.

Muchas tragaderas hay que tener como para aceptar una afirmación como esta, únicamente soportada en promesas de candidato, por eso sostengo que es un mensaje dirigido a los ya convencidos. El tiempo y sobre todo la realidad, remodelarán el mensaje, no tengan ustedes la menor duda; ya conocen ustedes el viejo aforismo marxista, sección Groucho. Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros.































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