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La infanta imputada

Cristina de Borbón

Ha llegado el momento de  la imputación de la Infanta Cristina para satisfacción de la inmensa multitud de españoles que reclamaban la adopción de esa medida. Deseo de corazón que ésta sea útil para que tanto la justicia como la verdad brillen, de una vez por todas, en este feo asunto.


No es que tenga mucha esperanza de ello, porque me parece que a lo largo de la instrucción del “caso Noos” el interés de muchos, se limitaba a exigir la imputación como medida ejemplarizante más allá del valor que tuviera para aclarar el sucio asunto del “caso Noos”. Ahora  tocaría decir que con la decisión del juez Castro se ha demostrado que en España todos somos iguales ante la ley, pero tampoco creo que la imputación de Cristina de Borbón  consiga que esa gran mayoría de españoles que reclamaba que se la procesara vean colmadas sus esperanzas y ahí están las redes sociales para confirmar mis dudas.


Muchísima gente sigue con la matraca de que esto es un pasteleo y que la infanta saldrá con bien de este problema por ser hija de quien es. Naturalmente cada uno piensa lo que mejor le parece o acomoda, no voy a criticar ni de lejos ninguna actitud al respecto, aunque si he de señalar que de todas maneras la Infanta Cristina ya había sido condenada por la opinión pública hace mucho tiempo. ¿Y eso le parece mal a usted?, pues me van a permitir que afirme que mi opinión al respecto no es relevante y no creo que deba hacer juicios de valor sobre lo que piensan muchos de los españoles sobre este asunto.


Sí puedo decir, sin ánimo de crítica alguna, que me ha resultado muy incómodo el clima de violencia verbal con el que se han despachado muchos de los ciudadanos que conforman ese confuso concepto que conocemos como opinión pública. Pero que nadie se moleste porque vuelvo a repetir que no estoy haciendo juicios de valor, simplemente reflejo mi incomodidad ante esa terrible violencia verbal con la que se han producido algunos. Me resulta incómoda y simplemente lo señalo.


Lo substancial del asunto es que el juez Castro ha decidido, en el uso de su libérrima independencia, que era necesario imputar a Cristina de  Borbón y Grecia porque a su leal saber y entender la causa de la justicia sería mejor servida con la adopción de esta medida. Y ante eso nada hay que decir u opinar, más allá de que esta decisión como todas las que se practican en el terreno del ejercicio de la función jurisdiccional que les es propia a los miembros de la judicatura, deben ser estrictamente respetadas, por tanto la imputación de la infanta cuenta con mi máximo respeto.


Entiendo que es una medida que ayuda poco a la imagen de España como muchos han señalado, pero creo que éste es un argumento que en nada debía influir en la decisión del Juez Castro. Es muy cierto que la imputación de una persona tan cercana a la Corona perjudica la imagen internacional de España, pero creo que mucho peor sería si se permitiera la impunidad de personas a cuenta de su relevancia social o política. En este caso, como en todos, mi opinión es que quien la haga, la pague.


En ese sentido ayer no pude por menos que reír ante el contenido de un tuit, del que no voy a nombrar ni el destinatario ni mucho menos el remitente que decía algo así: Ahora que se ha demostrado que nadie es impune ¿para cuándo Ana Mato? 


Me hizo gracia la elección de la persona que denotaba la ideología de la remitente, aunque debo decir que estoy totalmente de acuerdo con la idea que se expresaba en ese tuit. Ahora que por fin se ha imputado a la Infanta Cristina, con lo que en buena lógica hay que suponer que muchos de los ciudadanos que reclamaban la adopción de esa medida han visto satisfecha su exigencia, es el momento de pedir a los jueces de instrucción de este país, se pongan en marcha y con decisión, eficacia y premura comiencen a imputar a todos aquellos que estando incursos en procesos de instrucción ven cómo pasan los días y los meses y, sin que nadie sepa cuál es el motivo, permanecen en el limbo de los sospechosos sin pasar a la realidad de los imputados.


Entiendo que no debo ser el único que siente que hay que llevar a cabo urgentemente una limpieza profunda de esta sociedad y en ese sentido me parece que hay que excitar la diligencia de los jueces para que éstos en total libertad, actúen con rigor y eficacia. Lo mismo cabe decir de la Agencia Tributaria, la Fiscalía Anticorrupción y la General del Estado, la Inspección de Trabajo y la del Banco de España, de lo contrario vamos a continuar manteniendo esa imagen deleznable de país poco serio e inconsecuente que desgraciadamente tenemos.


Resultaría aberrante que en España se imputara a una Infanta, mientras que los chorizos que se han llevado el dinero destinado a paliar las consecuencias del paro se fueran de rositas, o lo hicieran los responsables de las Cajas de Ahorro, no resulta aceptable que nadie investigue que se ha hecho con la pila de miles de millones destinados a formar a los parados. Podría seguir pero no creo que sea necesario. Nadie puede negar que la corrupción haya alcanzado unos niveles insoportables y por tanto resulta vital para todos actuar en consecuencia.


Es el momento de la limpieza y pediría de corazón que se produjera sin que el color político tuviera que ver en la resolución del asunto. No se puede poner uno estupendo exigiendo que no haya sombra de parcialidad con la infanta para seguidamente colocarse de perfil con los corruptos que son de una determinada ideología. No hay corruptos de derechas o de izquierdas, no hay corruptos fachas o progres, simpáticos o antipáticos, sólo existen los corruptos y para ellos no debe existir escapatoria. 


Caiga sobre los corruptos, sin distinción de color político o cualquier otro matiz a los que somos tan aficionados,  todo el peso de la ley.

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