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Se acercan las elecciones: Rivero habla de la limitación de residencia.

Acabamos de salir de las fiestas navideñas, fiestas tradicionales que llegan, puntualmente cada año hasta nosotros. Pero también, en Canarias tenemos otros asuntos que llegan, tan puntuales, con el mismo ritmo cíclico, que la navidad, o los festejos del año nuevo. Entramos en año electoral y cual un metrónomo de buena calidad, puntual como un reloj suizo, Paulino Rivero comparece ante la ciudadanía canaria para volver a poner al día el viejo asunto de la limitación de residencia.

Lo esperábamos, sabíamos con la misma certeza que el día sucede a la noche, que los elementos nacionalistas que preparan los fastos electorales, revolverían en el viejo baúl, en el que CC, guarda sus arcanos electoralistas más preciados y en el primer mes de este 2011 que acabamos de comenzar, el presidente Rivero se dirigiría a las masas para tratar de un tema que tiene en un sin vivir a los canarios.

¿El paro? No sea usted mala sombra caballero. Como se atreve usted a mentar la cuerda en casa del ahorcado. Del paro ni hablar.

— Hombre como usted decía que era un tema que tiene preocupados a los ciudadanos canarios, llegué a pensar que…

— Pues no piense usted, que para eso estamos lo que pensamos por todos ustedes, que sin nosotros, no sé dónde irían a parar.

— Mire usted, en las cosas serias, hay que andarse con tiento, para qué va a hablar el Sr. Rivero del paro, con la que está cayendo.

Aclarado que esto no iba del paro ¿de qué podía hablar Rivero? Pues de la limitación de residencia, que pésele a quién le pese, digan lo que digan los expertos y manifieste lo que manifieste la UE, es un tema de mucho lucimiento de cara a unas elecciones, en las que poco hay de lo que presumir.

Que sea un tema, lo de la limitación de la residencia, tan evanescente como lo del mar canario, no va a detener a las huestes nacionalistas. Como decía antes, han abierto el baúl de los arcanos nacionalistas y están quitándole el polvo a las chácaras, al tambor, la bandera de las siete estrellas verdes y… a la limitación de residencia.

Más adelante llegará la hora de echarle la culpa de todo lo que pase en estas islas a Madrid, pero por ahora, se han atenido al guión, con una disciplina y prontitud que merecería, sino fuera por lo sobado del asunto, un fervoroso aplauso.

Dice D. Paulino que: “en reiteradas ocasiones" he expresado la necesidad de llevar a cabo una reflexión sobre la población en las islas. Planteó que la sociedad en su conjunto debe reflexionar sobre el modelo de desarrollo que hemos seguido en Canarias en las últimas décadas y debe analizar "si ese crecimiento -también demográfico- se puede mantener en el futuro".

Ya sé que no ha estado muy afortunado en el uso de los tiempos verbales y otras minucias, pero el fondo de la cuestión queda claro. Hay que hacer una excepción en Canarias y en este territorio no existirá el derecho a la libre circulación de los ciudadanos de la UE. ¿UE? Si hombre, esos que se han hinchado de mandar a las ínsulas millones y millones de euros para facilitar el desarrollo del territorio y de las personas que en el viven.

Y tras hacer la pregunta, como nadie se la va a contestar, el mismo la contesta y afirma que: "Mi opinión es que no", señalando además que "sólo tenemos que fijarnos en los datos: en la década 1997-2007 el crecimiento vegetativo de la población en Canarias fue de 85.000 habitantes, mientras que el aumento de la población fue de 600.000". "Es decir, pasamos de 1,4 millones de habitantes a los 2,1 millones actuales".

D. Paulino nos explica, una vez más, que si viene tanta gente y hay que darles a todos, los servicios básicos, esto se convierte en un lío que su gobierno no es capaz de conseguir. El hecho de que el crecimiento de la población en Canarias, tenga que ver con el desarrollo económico de la década a la que hace referencia y que en ese desarrollo hayan tenido un papel fundamental los fondos europeos y que en ese crecimiento desordenado tuvieran muchísima responsabilidad las distintas administraciones canarias, no detiene al líder de los nacionalistas.

Y claro Paulino Rivero nos propone algo que resulta deseable para estas islas, para el barrio de Gracia en Barcelona o para Pontevedra. Dice que es partidario de "definir la capacidad de carga de cada isla para buscar el equilibrio perfecto entre la población, la ocupación del territorio y la prestación de servicios". Y yo digo que eso es una obviedad, aplicable a la isla de Lobos, a la ciudad de Berlín o el barrio rojo de la ciudad de Hamburgo.

Claro que lo deseable sería que cada territorio soportara nada más la capacidad de carga que asegurara el equilibrio perfecto entre la población, la ocupación del territorio y la prestación de los servicios. No hay nadie en este mundo que no se muestre de acuerdo. El problema no está en la proposición, sino cómo la llevamos a buen fin.

Uno controla la carga del territorio, evitando los crecimientos desordenados en la industria o el turismo, sin olvidarnos de la construcción. Lo que no se puede hacer es permitir ese crecimiento, mientas las administraciones se limitan a cobrar los beneficios de las licencias, impuestos y tasas y cuando las cosas van mal, me acuerdo de lo del equilibrio entre la carga poblacional y el territorio.

Realmente me cuesta trabajo creer que un señor que ocupa un cargo representativo, cual es la presidencia del Gobierno de Canarias, se atreva a decirle a los europeos, que en Canarias serán bienvenidos si vienen dispuestos a gastarse los euros como turistas, pero que no los quiere ni ver  como receptores de empleo o servicios.

¿Es deseable el equilibrio perfecto entre la población, la ocupación del territorio y la prestación de servicios? Claro que sí, aquí y en Tegucigalpa o Rabat, el problema, insisto una vez más, es como conseguimos ese equilibrio.

Lo que propugna el Sr. Rivero es una patochada de tamaño natural. Me encanta recibir dinero de la UE, lo utilizo, mal en muchas ocasiones, produzco un crecimiento desordenado, las administraciones cobran y miran para otro lado y ahora, cuando vamos cuesta abajo, les decimos que si vienen a aflojar la mosca, vale, pero que no los queremos aquí como ciudadanos de pleno derecho.

Ya no vale ni como mensaje electoralista y demagógico. Una pena.







































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