Suena bien


Uno de los argumentos fundamentales de la oposición a la oposición, que ha llevado a cabo el PSOE a lo largo de estos últimos tiempos, contra el Partido Popular, se ha basado en la afirmación de que Rajoy no ofrecía alternativas, limitándose a criticar las acciones del gobierno de Zapatero. Antes había sido su falta de carisma y “gen ganador”, y mucho antes, la falta del respaldo interno a su liderazgo en el PP.

En estos momentos el Partido Popular, camina unido por la senda que, según ellos y las encuestas, les llevará a la victoria. Así que el argumento de la presunta división interna del PP, tiene poca credibilidad. Sobre lo del gen ganador, parece que no le va a hacer falta; el PSOE se ha encargado de allanarle el camino con la actuación de ZP y su gobierno, los anuncios dubitativos sobre el candidato para las próximas elecciones y la implementación de la figura de Presidente “in péctore”, cual es el caso de Rubalcaba.

Ayer se encargó el propio Mariano Rajoy de romper su silencio y lanzó una serie de ideas, que dice van a guiar su actuación como Presidente del Gobierno de España. Se propone Rajoy, privatizar o cerrar la inmensa mayoría de las cuatro mil empresas y entes públicos existentes, además de suprimir la mayor parte de los asesores y del personal de confianza, que en la actualidad, cobran de los exiguos fondos de las distintas administraciones.

En el camino del recorte del gasto público, anuncia que llevará a cabo los cambios legales que le permitan privatizar las televisiones autonómicas. Y se propone cambiar la Ley de Estabilidad Presupuestaria para poder establecer el déficit cero y un techo de gasto y endeudamiento que no puedan sobrepasar las comunidades autónomas. Podría seguir enumerando los distintos propósitos que pone en conocimiento de los ciudadanos el Sr. Rajoy, pero creo que esto excedería de la finalidad de este escrito.

Lo que ha hecho Rajoy ha sido presentar una serie de medidas encaminadas, por una parte a reducir el gasto público e impedir el endeudamiento en todas las administraciones: la central, la autonómica y la municipal. Por otra parte pretende legislar a favor de la necesaria homogenización de las distintas legislaciones autonómicas. No pueden existir legislaciones distintas y aún contradictorias en comercio, medio ambiente, transporte o grandes superficies. Y por otra parte se propone crear un escenario fiscal y financiero propicio, para que las empresas comiencen a reaccionar.

Claro que no nos lo ha dicho todo, pero los tres vectores principales de su propuesta económica, están basados en el sentido común. Aunque estas ideas, que bastarían en un momento de bonanza económica, serán insuficientes en el actual panorama, por tanto tendrá que adoptar medidas, en lo económico, mucho más duras; que naturalmente se reserva.

Ahora bien, tiene clara su primera prioridad, restablecer la confianza de todos los españoles en el Presidente y el Gobierno de España. Sin esa condición no hay posibilidad alguna que se produzca la recuperación. Necesita el gobierno que salga de las urnas, obtener esa confianza, para que ésta trascienda del plano de lo nacional al europeo y sobre todo al financiero.

Nadie tiene una varita mágica, pero la voluntad de Rajoy se mueve en la dirección correcta, conseguir un gobierno respetable, es decir, digno de respeto. Tendrá que adoptar medidas muy duras, manifiesta no cuestionarse el diseño actual de las Autonomías, si bien hace una precisión, no se lo cuestiona hoy por hoy, más adelante, veremos…

Y va a necesitar el apoyo del PSOE para obtener, técnicamente, una mayoría reforzada si no la consiguiera en las urnas. Pero aún obteniéndola, necesitará el apoyo de los socialistas, pues el consenso de los dos partidos nacionales, es vital para despejar de una vez por todas, una serie de asuntos, que precisan de un cambio radical, para lo que es necesario el decidido apoyo de las dos principales fuerzas políticas del país.

Ayer Rajoy nos presentó una propuesta que suena bien, tendrá que profundizar mucho más en la misma, para que los españoles tengamos la sensación de que entregamos nuestra confianza, a quién la va a merecer.


















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