El progresista derecho al pataleo


Decía ayer cuando comentaba el resultado del Comité Federal del domingo y conste que este comienzo nada tiene que ver con Fray Luis de León y sus jaleos con la Inquisición, que “con el PSOE uno no sabe nunca a qué carta quedarse”. 

Las reacciones no se han hecho esperar y me van a permitir que les diga que los socialistas que la andan montando por las esquinas de las televisiones que aún les dan cobijo, rasgándose las vestiduras y que cual nuevos Mardoqueos, echan ceniza sobre sus cabezas y se visten de saco a cuenta de la abstención, en el fondo están encantadísimos de haberse librado de ir por ahora, a unas nuevas elecciones, quedando además como héroes ante la militancia.

Lo siento pero ya tengo muchos años como para tragarme las milongas que están montando los ayer oficialistas y hoy disidentes. Es cierto que muchos de los que reniegan del acuerdo que democráticamente alcanzó el órgano que estatutariamente en el PSOE es competente para ello, casualmente forman parte de los que se conoce en Ferraz como el “club del 12%”. Pertenecen a ese selecto club, los barones que en su territorio no se comen una rosca, son aquellos que representan electoralmente hablando el 12% de los votos que consigue el PSOE, así que a lo peor entienden estos "fenómenos" que por mal que fueran las elecciones, poco podrían añadir o sustraer al triste panorama de sus repetidos fracasos electorales.

Pero no es lógico que gentes que viven del, por y para el voto, decidan suicidarse propiciando un hara kiri colectivo, acudiendo alegres y dispuestos a unas nuevas elecciones en diciembre que saben van a perder. Estoy convencido que han adoptado una postura que cómodamente les permite nadar y guardar la ropa, mientras ganan tiempo para ver si por fin son capaces de obligar a Javier Fernández a convocar un congreso, con sus primarias y toda la parafernalia caudillista que haga falta y vuelven a hacerse con las riendas del PSOE.

Van a evitar pasar por las horcas caudinas de las urnas y a la vez aparecerán ante la militancia como  los acérrimos defensores  del “No, es no”. Como si no supiéramos que al mantra ese se han apuntado todos en el PSOE, desde Javier Fernández al alcalde de Jun. Que nadie se llame a engaño, en el Comité Federal se votaba si Rajoy gobernaba ahora o en diciembre, nadie puede ignorar que esas eran las únicas alternativas y la menos mala era permitir que Rajoy gobernara ahora, que eso al menos les evitaba comerse con papas el sorpasso que iban a sufrir indefectiblemente a manos de UP.

Todos del primero al último - quizás con la excepción de Pedro Sánchez que es la víctima y César Luena que ya saben ustedes que el pobre es un poco lento para asimilar conceptos complejos - están aliviados con la solución. En el PSOE el debate real está en determinar quién va a quedarse con el bastón de mando. Lo de permitir o no permitir gobernar al PP es un simple y molesto daño colateral que en el fondo les importa realmente un bledo, porque por mucho que galleen, todos sabían que si seguían con el bloqueo, el PSOE iba a cosechar la madre de todos los fracasos electorales.

Y ahí están, cada uno interpretando disciplinadamente el papel que le ha tocado en suerte en la emocionante comedia de enredo con la que nos están obsequiando los de Ferraz. Unos callan, otros hablan, otros permiten que hablen en su nombre y que alguien filtre que este grupo o aquel ha manifestado que no acatarán el mandato del Comité Federal, mientras Pedro Sánchez anda recabando informes de expertos por si al final le toca acudir al Tribunal Constitucional.

Todos sabemos lo de que el hombre es esclavo de sus palabras y amo de sus silencios; pero la verdad es que casi nadie se acuerda del jodido consejo hasta uno se ha ido irremediablemente de la lengua. Es lo que le sucede a Sánchez, se ha hartado de explicar urbi et orbi que abstenerse significa traicionar las esencias socialistas, lo que ahora no le permite la marcha atrás y por otra parte si no obedece y se abstiene, la Gestora lo puede sancionar, lo que con seguridad le impediría presentarse a las primarias, una posibilidad que debe evitar a toda costa.

Bien está respetar el sacrosanto derecho al pataleo, no es que sirva para gran cosa, pero dicen que consuela mucho, pero hay que tener bien presente que el pataleo socialista no es a cuenta de la abstención, el pataleo de verdad, la lucha soterrada que va a ir in crescendo es la que pretende dirimir quién diablos manda en el PSOE. Dicho esto, confesar que da vergüenza ajena ver a dirigentes políticos supuestamente responsables de sus actos, haciendo un ridículo tamaño catedral de Burgos.

Si uno es militante de un partido y la organización toma democráticamente - ya saben ese invento que dice que el que más votos tiene es el que gana - una decisión que no comparte, sea porque no le gusta, sea porque le cae gordo el proponente o porque en conciencia cree que está mal, la acata o coge uno el caminito hasta la secretaría y presenta su baja, no hay otra. 

Por eso ver dirigentes regionales del PSOE advirtiendo que se van a pasar por el mismísimo arco del triunfo lo acordado en el máximo órgano de gobierno del PSOE entre congresos, da pena. Habrá gente que disfrute, pero a mí me da vergüenza ajena ver hasta donde ha llegado el encanallamiento de la política.

Así que ya saben, estén atentos a si los rebeldes son capaces o no de obligar a la Gestora a convocar un congreso, con sus primarias y lo que haga falta, que eso es lo que realmente se discute en el PSOE. 

Lo de la gobernabilidad, el servicio al interés general y otras zarandajas lo dejan de lado, que les consta que estas cosas que tienen que ver con la moral y la ética, los de la diestra siempre las han manejado mejor que ellos.

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