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A falta de pan… tendrán que ser buenos los circenses esos del latinajo

Así veían ayer algunos diputados el Congreso de los Diputados


Dicen algunos que cuando en la antigua Roma pintaban bastos y el populacho se subía a la parra, los gobernantes de entonces no es que se preocuparan demasiado, ni  tomaran medidas extraordinarias para evitar la subida del pan, del aceite o aliviar la falta calidad del garum, pero le tapaban la boca a los cabreados – entonces no existían todavía indignados – con una oferta al parecer irresistible: “Panem et circenses”.

La cosa era relativamente sencilla, se repartía pan de gañote a los cabreados y se les ofrecían  los universalmente famosos espectáculos del circo romano del Coliseo, que como sabrán todos ustedes, incluso los que no hayan visto Ben Hur, contaban con el trabajo y el sacrificio de los mejores leones, gladiadores, tigres y cristianos que se podían encontrar en el orbe romano, es decir en el mundo mundial de aquella época.

Era algo que no fallaba casi nunca, ni siquiera en las circunstancias más complicadas y adversas y si fallaba, cosa rara como digo, tras encomendarse a los dioses penates correspondientes, se echaba mano de las cohortes urbanas y si el asunto se complicaba muchísimo se recurría a los pretorianos que arreglaban el  problema en un santiamén. Aunque hay que reconocer que lo del panem et circenses era un  remedio sencillito cuya aplicación se prefería, por no producir grandes problemas ni a los gobernantes ni a los gobernados. Supongo que otra cosa muy distinta opinarían, los gladiadores, cristianos, y el resto del personal y animales que se veían obligados a “actuar voluntariamente” en el circo.

Es muy cierto que nosotros, los españoles, incluidos los nacionalistas de cualquier tipo, idioma o color político, le debemos muchísimo a la cultura de los romanos y también es muy cierto que de vez en cuando, a poco que se observe, saltan a la vista los paralelismos entre las costumbres de aquellos romanos de la toga, las sandalias y el laurel, con  nuestros políticos del traje a la medida, corbata de seda y el mocasín - a ser posible con borlas - tirando de  caro a carísimo.

Comprendo que el gobierno socialista se encuentra en una posición más que difícil, desesperada, se han gastado todo lo que teníamos y lo que no teníamos, así que en mitad de la tormenta perfecta que supone la mezcla de la crisis financiera internacional, más el toque ibérico de nuestra crisis - la burbuja inmobiliaria y la sequía permanente que aflige al crédito - a la que hay que sumar el adanismo, la inepcia y la desidia con la que se ha enfrentado el asunto desde los aledaños del poder político - y el que sea cofrade que coja su vela y el que no lo sea que no la coja y no dé el coñazo - se han encontrado, decía, con que no hay pan o si lo prefieren ustedes, subvenciones y subsidios y han tenido que tirar por la calle de en medio, que es lo que marca la forzada austeridad y lo del panem no se puede aplicar, pero generosamente se ofrecen espectáculos circenses a mansalva.

Digo yo que habrá pensado alguno de los 650 asesores que mantiene en plantilla Zapatero, que si no hay un duro, que si lo del paro no tiene arreglo y ya ni siquiera ZP se atreve a anunciar mejoría, que si la gente empieza a intuir y algunos a comprender que lo que hemos pasado no es más que el prólogo de la tragedia que nos queda por vivir, digo que le habrán dicho a ZP que más vale tener a la gente entretenida, que los ciudadanos son ganado cerril y peligroso que  tiende, no a indignarse, que esos son pan comido y están controlados, sino a montar la de Dios es Cristo en cuanto no tienen ni trabajo ni un euro en el bolsillo y su legítima y los churumbeles les reclaman para que hagan frente a la hipoteca, la comida, la play station y la ropa de los niños...

Porque  sólo así se entiende el circo que ayer montó nuestro amigo José Bono en el Congreso de los Diputados  con la inestimable colaboración de los nacionalistas e IU y la actuación estelar del PSOE como invitado especial, en la sesión  en la que iban a debatir las enmiendas que proponían las distintas fuerzas políticas al texto que va a reformar nuestra Constitución.

A mí me parece que solo un  acuerdo secreto entre todos para, patrióticamente ofrecer un espectáculo que sorprendiera y entretuviera a los ciudadanos, solo la sacrificada decisión de ofrecer ese espectáculo a los españoles con la finalidad de que olvidaran sus problemas, puede justificar el espectáculo que dieron ayer, en la sede de la soberanía popular, nuestros inefables diputados.

Puedo entender perfectamente que haya padres de la patria que estén en contra de la propuesta socialista, entiendo, faltaría más, que estén molestos por la falta de debate y la ausencia del referéndum, pero de eso a montar el espectáculo que ofrecieron, que ofende a la dignidad del cargo que ostentan y a la de la propia institución, me parece inadmisible.

Que me guarden silencio, que si esto es un abuso, que abandonen el salón de plenos los que no vayan a votar, nos iremos cuando comience la votación, cierren las puertas, eso me lo dice usted en la calle…. Un triste espectáculo, a no ser que hicieran el payaso de forma deliberada.

Y si fue así, francamente el espectáculo no rayo a gran altura. Lo de ver a Durán i Lleida imitando la figura de El Pensador de Rodin, transmutada milagrosamente en la de El Lector, mientras se producía la votación, no tiene demasiado mérito, ya se sabe que lo de los mimos y las esculturas vivas está muy visto.

Comprendo además que el pobre Bono, el lustroso jefe de pista del circo en el que se transmutó el salón de plenos del Congreso, lo tenía francamente difícil. Intentar competir en base a una discusión entre Ridao y Bono, con una buena merienda de cristianos llevada a cabo con rabiosa eficiencia por tres o cuatro leones somalíes, resulta tarea muy difícil.

O pretender entretener a los españoles con un triste duelo dialéctico entre Llamazares y Bono, cuando los romanos lo hacían con la contemplación de  un combate  a muerte entre un mirmidón y un tracio, me parece un empeño imposible. Así que lo suyo sería que se dedicaran a cumplir con su obligación, acudir al Congreso para debatir y votar lo que haya que debatir y votar y quien quiera actuar como un indignado que se vaya para Sol, aunque si lo que pretenden es entretener a la parroquia, lo mejor sería que acudieran a Payasos sin Fronteras.

Otra triste jornada la de este viernes para los españoles, la he contado con humor porque muchas veces uno ríe por no llorar.



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