De Pepiño a D. José y de Blanco a Pepiño…

Pepiño dice "no hay caso ni lo habrá"...
…Pues sí, lo de pasar de Pepiño a D. José tuvo su aquel, una trayectoria difícil, dura, muchas humillaciones, muchas horas de trabajo, mucho sí jefe ¡qué bueno eres! y en cambio lo de volver a Pepiño raso es que ha sido en un visto y no visto. Una cita en una gasolinera y se acabó.

Este chico es que no aprenderá nunca. Consiguió un ascenso meteórico en Madrid, ascenso que se le negaba en su tierra. Los del PSdeG-PSOE habían prohibido a Pepiño que hablara en público, porque en el partido había quien sostenía que cada vez que Blanco abría la boca, subía el pan. Vamos que perdían 3.000 votos cada vez que a Pepiño Blanco se le ocurría sacar la lengua a pasear.

Tuvo que emigrar a Madrid y allí, para sorpresa y desagrado de los muchos “amigos” que había dejado en su tierra natal, comenzó a lucir de manera escandalosa. Que fue arrimarse a un tal Zapatero, un tipo medio raro de León y en un pis pas, el leonés se había convertido en Secretario General del PSOE y Pepiño, al que ya se le empezaba a conocer como Pepe Blanco, al menos en Madrid, fue nombrado secretario de Organización de la Ejecutiva federal del partido, puesto que ocuparía  entre los años 2000 y 2008.

Ya se sabe que más vale caer en gracia que ser gracioso, el ascenso meteórico de Pepiño a Pepe, provocó inquietud en la organización de los socialistas gallegos, de hecho truncó alguna prometedora carrera y puso lívidos de pura envidia a los supervivientes, que tornaron súbitamente en partidarios de Pepe Blanco. Lo de Pepiño  se sepultó, por democrática y progresista decisión, en la más profunda de las catapultas sitas en la calle del Pino de Santiago de Compostela y cuentan las lenguas de doble filo, en las lluviosas noches compostelanas, que muy pocos valientes se atrevían a nombrar de ese manera a Pepe Blanco, aunque lo hicieran entre amigos y en susurros; que de siempre - fuera Pepiño o Pepe - Blanco había gastado bastante mala leche, sobre todo con los subordinados, aunque miren ustedes cómo es la vida, dicen que con los jefes se producía con una untuosa amabilidad.

Pero a nuestro protagonista lo de Pepe no le terminaba de satisfacer, por otra parte sus enemigos todavía se referían a él de manera intermitente como Pepiño y habrá que recordar que en la vida de Pepe/Pepiño había aún más espinas que rosas. En el año 2003, a cuenta del “tamayazo” y el follón con los “balbases”, jaleo que le dio a Esperanza Aguirre la mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid, los socialistas madrileños se pusieron como fieras y gente hubo que le hizo responsable de los problemas que llevaron a aquella deserción, jamás explicada, de dos votos socialistas  por un quítame allá unos nombramientos.

Todavía y hasta el 2008 había gente, incluso  en el PSOE, que se atrevía a acordarse de aquel Pepiño que lo llevaba por la calle de la amargura. Estuvo a punto de dejar la política activa al menos a nivel nacional, pero Zapatero con esa capacidad para descubrir méritos que permanecen ocultos a todos menos a él, lo convenció para que siguiera y lo nombró vicesecretario general del PSOE, un puesto que sólo había ocupado anteriormente Alfonso Guerra, para ya en el 2009 nombrarlo ministro de Fomento.

Ahí logró Blanco, enterrar definitivamente – eso creía él al menos – a Pepiño, le costó algún rifirrafe con algún confianzudo del partido y ponerle las cositas claras a la prensa, claridad a la que contribuyó sin duda, el jugoso presupuesto de comunicación que manejaba y maneja Fomento. Y  nació José Blanco, Pepe sólo para los amigos de confianza, un hombre nuevo que incluso se operó, para poder dejar de llevar esas gafas que le molestaban para dar esa nueva imagen de hombre dinámico, poderoso y triunfador.

Para un hombre al que su partido le había prohibido hacer declaraciones, bueno vale, para los tiquismiquis, se lo “pidieron”;  convertirse en ministro y además portavoz del gobierno supone una hazaña difícil de conseguir. Hay que tener muchísimo mérito, o como es el caso, mucha paciencia y que el que te nombre sea Zapatero, que vistas las cosas así, el asunto cambia bastante.

Bueno pues ya tenemos en lo más alto a José Blanco, nacido de aquel Pepiño, que se convierte en el azote de la oposición. Sus durísimas intervenciones persiguen a los populares, a los que acusa sobre todo de corruptos. Ha esperado largo tiempo, se ha tenido que tragar muchísimos sapos pero está en la cúspide y en el papel de protagonista. En Galicia los otrora adversarios lo reverencian, le han salido amigos de  hasta debajo de las piedras y se le hacen homenajes públicos.

Pero hete aquí que una visita a una gasolinera para, supuestamente, mantener  una cita con un empresario “dudosillo”; una reunión, en la que dicen, que a D. José Banco se le ocurrió decirle al empresario eso de “Si tú te portas bien con nosotros, nosotros nos portaremos bien contigo”; un encuentro en el que se supone hablaron de una serie de favores que había que hacerle al empresario. Pero ¡hay que ver cómo está el mundo Dª María! se trataba, parece ser, de favores mercenarios y ahora se descuelga el tipo denunciando que les ha aflojado la mosca a uno del PP, a otro del BNG y a Pepiño ¿a quién? ¡coño a Pepiño Blanco!, ¿pero no era D. José?, usted lo ha dicho, era. Ahora vuelve a ser Pepiño. Así es la vida, un error, una cita con el hombre equivocado, en el lugar equivocado y todo está perdido…


La verdad es que la rueda de prensa convocada por Pepiño/Pepe/José Blanco, que los tres estuvieron allí, para dar explicaciones sobre este feísimo asunto, dio para muy poco. Pepiño se agarró a un mantra “no hay caso ni lo habrá” y contestaba con esta frase a cualquier cosa que se le preguntara o dijera. De hecho, al bedel que le abrió la puerta y que lo saludó respetuoso y le dijo que se alegraba de verlo, que cómo era gallego igual se lo dijo con una puntita de mala milk, Pepiño le contestó “no hay caso, ni lo habrá”, con lo que dejó al bedel haciéndose cruces y ya convencido que los 400.000 euros del ala a lo mejor no estaban tan lejos de allí, tal y como alegaba el PSOE.


Cabría recordar que Blanco mantuvo cuatro días de absoluto silencio y cuando por fin se decidió a dar explicaciones, bueno explicaciones, ya saben: “no hay caso ni lo habrá”, resulta que, unas horas antes, se habían producido unos robos misteriosos que se llevaron la contabilidad de las empresas del denunciante. No me digan ustedes que no tiene mala suerte el pobre Pepiño que cuando por fin rompe a hablar, algún malnacido roba la documentación y los discos duros que contenían la información más “sensible” del supuesto caso, con la intención manifiesta de perjudicarle y lo hacen con una profesionalidad que llama la atención incluso a la policía.

Lo de “no hay caso ni lo habrá” me recuerda irremediablemente la afirmación del recuperado Felipe González, cuando en aquel asunto, tan feo y que le tocaba tan de cerca, de los GAL, dijo aquello de “no hay pruebas, ni las habrá” Hay que reconocer, que cuando los socialistas se ven en apuros, beben de las mismas fuentes.

Bueno lo que digo, de Pepiño a José, pasando por Pepe y llegando a D. José para que una entrevista furtiva en una gasolinera, con un empresario inconveniente lo haya puesto otra vez en la línea de salida y con un problema, si los del PP ganan las elecciones, las cosas pueden tender a empeorar.

Aunque Pepiño tiene un consuelo manifiesto si cae, lo que parece muy probable, lo hará a cuenta de una investigación que se llama “Operación Campeón”, seguro que a Pepiño eso lo va a consolar una barbaridad.

Comentarios

  1. Pepiño era el chico de los recados, el que le llevaba el café a los capitostes sociolistos..Y entre cafecito y cafecito y si bwuana, si bwuana se fué labrando un porvenir el hombre..No me digan que no es del Patio de Monipodio esto.

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