Dicen que arrepentidos los quiere el Señor

Hay que ver lo que se han divertido estos chicos en el Congreso

Será un problema de carácter, no sé cómo los querrá el Señor, pero de lo que estoy muy convencido es que el infierno está empedrado de buenas intenciones y si lo aplicara al “Caso Rivera” debería matizar y decir “las aparentes” buenas intenciones, que aquí, desgraciadamente, nos vamos conociendo todos. 

En este país, somos como somos y me parece que para esa cuestión poco o ningún arreglo tenemos. Me pasa lo que aquél que comentaba nuestra especial relación con la Iglesia Católica y afirmaba que en España nos pasamos la vida detrás de los curas, unas veces con un cirio y en otras ocasiones con una estaca. Es lo que sucede con Albert Rivera al que los medios y algunos “gurús” políticos  han decidido subir a los altares, simplemente por rectificar un error que ha producido muchísimo daño a España y los españoles.

Albert Rivera ha sido siempre el rey del postureo y sigue en eso, ha actuado y actúa únicamente en función de sus intereses y sorprendentemente hay gente que le aplaude con las orejas. Parece que se nos olvida que desde la campaña del 20D su único empeño fue acabar con el Partido Popular, para lo que necesitaba la cabeza de Rajoy y a eso se dedicó en cuerpo y alma. Lo que ha dicho Felipe González, tan amigo ahora de los del IBEX 35, ya saben  “La decisión de Rivera es el primer acto de responsabilidad política desde las elecciones”, sería cierto, si hubiera aclarado que se refería únicamente a Rivera.

Porque aquí tendremos la memoria muy corta, pero tras el 20D, escocido por el fracaso electoral  decidió actuar en su propio beneficio y se negó siquiera a considerar el pacto que SÍ ofreció Rajoy, cuando a la vista está que si hubiera expuesto las seis condiciones que ahora presenta, se las hubieran aceptado y podría haberse llegado a un acuerdo que permitiera un gobierno eficaz, que nos hubiera evitado entre otras muchas cosas, las elecciones del 26J.

Viendo que por ahí no había camino, decidió ponerse a la cabeza de los políticos flexibles, con cintura política y amantes del acuerdo y los pactos y pactó… con Pedro Sánchez un acuerdo que sabía perfectamente  no llegaría a ninguna parte, pero que le permitió llevar a cabo un ejercicio de postureo tan evidente y una búsqueda tan descarada del aplauso de los votantes, que éstos le vieron el plumero y cuando el bloqueo a la situación, que los del PSOE y C,s se empeñaban en llamar pacto, fracasó, los votantes le lavaron la cara en las urnas del 26J.

Después de las elecciones volvió a lo que sabe hacer, el postureo. Siguió instalado en el no a Rajoy, cargando la responsabilidad del bloqueo al PSOE. No hacía otra cosa que ponerse en valor, aunque me parece que no contó con la absoluta torpeza política de Pedro Sánchez, que desapareció del mapa y lo dejó sólo, con su no a Rajoy, por toda argumentación política.

Y ahora cuando las encuestas de fidelidad de voto le advierten que puede perder entre un 20 y un 25% de sus votantes si hubiera unas terceras elecciones, decide iluminarnos con su sonrisa, le da dos besos a Rajoy -ojo con los besos en modo Huerto de Los Olivos- y aquí no ha pasado nada, que acaba de llegar el adalid de la responsabilidad política para arreglar el jaleo… que él mismo organizó.

No me fío, Albert Rivera es un marxista de libro, de la línea de Groucho Marx que conste, de esos que tienen como paradigma ético lo de "estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros". Ahí está la eliminación de la Diputaciones piedra angular de la política naranjita, a la que le han bastado tres o cuatro reuniones con el PP, de esas que dicen desde la cúpula ciudadana que no se han producido, para desaparecer, cambiada por un recorte de 1.000 millones de euros conseguidos en reducciones de personal y competencias a esas instituciones. ¿Piedra angular? Más bien argumento bonito que ayuda cosa mala al postureo político.

Así que como el Señor, arrepentidos los quiero yo, dicen que rectificar es de sabios, me alegra el supuesto cambio de actitud de Albert, que ya ha eliminado a Rajoy de la ecuación porque en las próximas elecciones no podrá presentarse. ¿Qué para eso hace falta otra visita a las urnas?, pues eso es precisamente lo que me preocupa, no saber cuál es el horizonte que ha fijado el niño Albert a este gobierno, que a lo peor,  está en mayo o junio del 2017.

Así que bienvenido sea Albert Rivera a la realidad, me alegra esa capacidad de rectificación que le permite ahora negociar con Rajoy, al que por lo visto le ha dado su bendición apostólica con indulgencia plenaria adjunta.

Ojalá su presencia sirva para que la lucha contra la corrupción vaya más allá de vigilar a su socio de gobierno; pero me van a permitir que diga lo que pienso realmente. Pactar con Albert Rivera es tan peligroso como dormir en la jaula de un tigre hambriento, sin arma que pueda defenderte. 

Ojalá me equivoque, pero sabido es, que quién hace un cesto, hace ciento.

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