Bueno ya está, se acabó; al menos por ahora


Una de las tantas tomas de posesión que se celebraron el sábado

Pues sí, ayer se producía el último acto de las elecciones municipales. Asistimos al protocolario acto de la toma de posesión de los concejales que van a componer el Pleno de los distintos ayuntamiento de nuestro país. Ayer por fin se constituyeron los consistorios que si Dios o una moción de censura no lo remedian nos van a administrar durante los próximos cuatro años.

Salvo en las instituciones que han visto como una organización política conseguía la mayoría absoluta, suficiente que dicen algunos cursis, en el resto de ellas hemos asistido, sálvese quien pueda, al deplorable espectáculo que han generado las distintas maniobras que han sido precisas, a lo que se ve, para conseguir encontrar a los concejales necesarios para construir la necesaria mayoría.

Este es el problema, a cada nueva elección creo que resulta más visible para todos salvo para los políticos, que hace falta cambiar el modelo para evitar precisamente el espinoso asunto de los pactos. Acuerdos que resultan, en su mayoría, sospechosos y casi todos fallidos. Probablemente la solución es sencilla, la fuerza política que consiga el mayor número de concejales y de haber empate a escaños, el que cuente con más votos, debería tener de manera automática la mitad más uno de los concejales del pleno, y el resto de escaños, repartidos entre el resto de fuerzas políticas con representación.

Eso nos evitaría esa búsqueda de socios para llegar a la mayoría necesaria, que muchas veces resulta un espectáculo deplorable que haría sonrojar al propio Tamerlán. Pero como por ahora tenemos lo que tenemos, pues hemos tenido que asistir en primera fila a esta penosa tragicomedia.

Ya sé que los pactos son una herramienta perfectamente democrática y consecuentemente lícita, también lo es su hija natural la moción de censura. No discuto la legalidad del pacto; la capacidad de aunar voluntades y llegar a pactos o acuerdos está muy bien, lo que ya no entiendo es la necesidad de establecer un pacto de legislatura con el primero que se pone a tiro, al precio que haga falta.

Los defensores a ultranza de los pactos tendrán que reconocer que hay pactos y pactos: buenos, malos, regulares, horrorosos, naturales, contra natura, vergonzosos, vergonzantes, desvergonzados, esperanzadores, desesperantes, los que ustedes quieran, pero yo puestos pedir y teniendo en cuenta lo de la crisis, me conformo con que sean necesarios, honestos y eficaces. ¿Qué pido mucho?, pues mire usted, yo creo que me limito a pedir, muy respetuosamente eso sí, el mínimo exigible. Aunque tengo que reconocer que siempre he sido un poco raro y algo atravesado.

Pero guste o no guste el resultado final, como decía, esto se acabó. El amor por el diálogo, la filosofía del consenso, la agradable sorpresa que supone la convergencia de los respectivos programas, la cultura del acuerdo, el necesario pragmatismo, el mensaje de los ciudadanos, la necesidad de garantizar la gobernabilidad de la institución y su estabilidad, la sagrada salvaguarda del interés general, han facilitado las excusas necesarias a nuestros concejales y les ha llevado a firmar el pacto correspondiente, a pesar de que en muchos casos, parece ser, eso al menos afirman, esta decisión les haya acarreado sacrificios y penurias sin cuento.

Claro que el servicio al ciudadanos está por encima de todo, amigo mío, hay cosas que se deben hacer sí o sí, pese a los sacrificios que haya que sufrir, sean éstos a nivel de organización política - esto de “a nivel” les encanta- personales o ideológicos. Hemos recibido el mensaje del electorado, lo hemos comprendido y aceptado y estamos dispuestos a llevar a cabo nuestra tarea por duro que nos resulte. Así hablaba, o por mejor decir, pontificaba ante una taza de café, un presunto concejal de Urbanismo, justo un ratito antes de la dichosa toma de posesión.

Ahora tras el terrible ruido producido por la campaña, las declaraciones de todos, las promesas de todos también, las viejas, las nuevas y las "restauradas", tras los anuncios de todos o casi todos anunciando con quién no iban a pactar, las declaraciones de aquellos que manifestaban haber dicho Diego donde realmente habían dicho digo, los discursos pretendidamente justificadores de los que han pactado justamente lo contrario de lo que su organización política les había encomendado. Tras el ruido de los manidos discursos de toma de posesión y las primeras declaraciones de los que ayer ya eran oposición y pretendía fijar su posición, tras todo ese ruido, mediático, político, personal, por fin se ha hecho la calma.

Los pactos de gobierno han conseguido el milagro y por fin se ha hecho el silencio y la tranquilidad. Quiero subrayar que las palabras que más se han escuchado han sido: austeridad, sacrificio, transparencia, honestidad, recuperación y creación de empleo, si me dejo alguna ustedes sabrán perdonar. Bueno pues apúntenlas y verán que desgraciadamente son las que van a ser más incumplidas.

Quizás vea las cosas de manera muy pesimista, yo sostengo que un pesimista no es otra cosa que un optimista bien informado. Hablaba hace un momento de la llegada de la calma, aunque probablemente ésta sea la que precede a la tempestad; ya hay personajillos, con un acta de concejal en el bolsillo, moviéndose para organizar la moción de censura que les permita acceder al poder y ... al presupuesto, para que vamos a engañarnos.

Por otra parte hay que considerar que nutren las filas de los pactos, muchísimos concejales – ustedes los conocen como yo - que son directamente carne de moción de censura o incluso presuntos tránsfugas de manual. Así que nos enfrentamos, en el mejor de los casos, a una situación de equilibrio inestable. Añadamos a todo esto el amargo convencimiento de que a cada elección que pasa, los “elegibles” tienen menos calidad que sus predecesores, sumen o resten la pavorosa situación financiera de los Ayuntamientos abrumados por las deudas, excedidos de plantilla, exprimidos por la cantidad de liberados que viven del dinero que no tienen las instituciones y ya me contarán ustedes.

Ahí están nuestros concejales, agrupados unos en grupos de gobierno heterogéneos, otros, más afortunados, en grupos homogéneos, los unos y los otros se enfrentan a un desafío importante. Que Dios reparta suerte, nos va a hacer falta, a ver cuánto tardamos en ver la primera moción de censura.

Si me ven un poco pesimista, esperen un par de meses, ojalá me equivoque, entonces verán ustedes.































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