¡Qué birria de ciudadanos somos!

Presuntos ciudadanos, más bien súbditos, entretenidos en lo que creen una manifestación
En este país de nuestros pecados y también de nuestras virtudes que alguna tendremos, digo yo, parece que todo el mundo hace una aplicación equivocada de la ética aristotélica. Decía Aristóteles que la virtud consistía en un término medio, es decir que a mitad del camino, entre los dos extremos se halla la virtud. Y añadía el griego que el hombre no nace justo. El ser humano –según Aristóteles- no es justo por naturaleza y tampoco lo será por aprendizaje, sino por la repetición de los actos que generan el correspondiente hábito y éste es el que nos pondrá en el camino, el difícil camino, diría yo, a través del cual alcanzaremos la virtud.

Decía que en este país, muchos, cogiendo el rábano por las hojas entienden que la posición justa ante los problemas es la de la equidistancia y eso, hay que hacerlo constar, nada tiene que ver con la ética aristotélica, es más ni siquiera tiene que ver ni de lejos, con la ética. Lo de la equidistancia es fantástico y permite justificar lo injustificable de manera cómoda y rentable, pero como digo, no es ético y debiera repugnar a todos o a casi todos, su obscena y reiterada utilización.

¿Qué tiene usted la desgracia, Dios le perdone, de pertenecer o simpatizar con un partido político (por llamarlo de alguna manera) que da cobertura política a la acción de unos asesinos que matan, torturan, roban y extorsionan en nombre de unos oscuros ideales y le molestan las críticas ante la sangre derramada? pues no hay problema, lo de la equidistancia permite defender a los pobrecitos verdugos de la “violencia venga ésta de donde venga”. ¿Qué las víctimas de los asesinos claman contra los victimarios? pues se equiparan sus sufrimientos a los de los asesinos que están los pobrecitos en la cárcel sufriendo la violencia del Estado.

¿Qué estamos viviendo un momento durísimo, en el que se está poniendo irremediablemente de relieve la ineficacia y la falta de honradez de los que se dicen servidores públicos y hay gente que critica a los responsables políticos por cuestiones que resultan indefendibles? Pues no hay problema, se saca la equidistancia a relucir y se utiliza el consabido “y usted más”, y asunto solucionado.

¿Qué cuando se critica a los corruptos, naturalmente presuntos, resulta que a los que han pillado con el culo al aire son del partido de su corazón o de su cartera? ¡La equidistancia al poder!: “todos son iguales” y aquí se acaba el problema, porque es sabido que cuando la culpa es de todos, curiosamente, la responsabilidad no es de nadie, hay que reconocer que esto de la equidistancia es un auténtico chollo.

Y así nos luce el pelo. ¿Qué resulta que los hospitales públicos deben 5.000 millones de euros en medicamentos a los proveedores y 4.300 millones más a cuenta de las compras llevadas a cabo para adquirir tecnología sanitaria y no hay un euro para hacer frente a las deudas?, pues no pasa nada, se repasan los números de los hospitales de los “otros” a ver si hay suerte y deben unos céntimos más que los de los “nuestros” y ya está, se aplica el “y tú más”... todos tan contentos y mañana será otro día.

¿Qué las CCAA están en su mayoría al borde del abismo? “Nema problema” que diría un bosnio en Mostar en 1993, defiendo las “mías” frente a las de los “otros” acusándolos de lo mismo de lo que se me acusa y pongo en marcha las terminales afines para que el ruido mediático tape los problemas, que no sus consecuencias y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga compañero, que así son las cosas y la vida está muy mala.

Y mientras, aquí nadie pone nada de su parte para limpiar sus filas de corruptos, nadie es capaz ni siquiera de plantearse lo de devolver la independencia al poder judicial, nadie quiere que el Congreso de los Diputados vuelva a legislar eficazmente al servicio del interés general y lleve a cabo el control al Ejecutivo que le marca la Constitución y por tanto seguiremos viendo una Cámara que funciona como una especie de supermercado donde se compra y se vende el vicio y la virtud, los votos, los apoyos y lo que haga falta ante los ojos de los ciudadanos, que tampoco es que se indignen demasiado, ocupados como están escandalizándose ante la maldad de los “otros” y agradeciendo con sus votos la bondad de los “suyos”.

Para ser claro, conciso y concreto esto es una mierda y me da igual si se ofenden los “unos”, los “otros”, los mediopensionistas o los de la asamblea “transmaricabollo” -que ya les vale también con el nombrecito de marras- esto es una mierda, no hay mejor definición. Y que quede claro, que no es cierto que todos sean iguales, ni es verdad que esto no tenga arreglo; nada o casi nada de lo que vendemos y compramos cotidianamente en el terreno de las ideas y de la opinión es cierto.

Pero mientras tanto, todo el mundo afecta que la culpa es de los “otros” y si se lía mucho, será de todos, no vaya ser que un día alguien tenga que pagar por su responsabilidad, que eso son palabras mayores y además de sacrificar la vida propia y la familiar al servicio de los ciudadanos, lo que faltaría es que los políticos tuvieran que pagar por cuatro euros de nada o algún favor a un amigo, que el amor y la amistad son los motores que mueven este mundo, a ver si nos vamos enterando.

Y así nos luce el pelo, actuamos como consentidores y aplaudimos complacidos a quiénes nos esquilman y engañan todos los días. Hemos dejado que desnaturalicen el sistema y ahora nos explicarán que la culpa la tiene el propio sistema. Creo llegada la hora de que empecemos a exigir lo que es nuestro y recordar nosotros primero y recordárselo a los políticos después, que son ellos los que están al servicio del ciudadano y no al revés.

Pero no, seguiremos pasteleando, discutiendo por defender a los “nuestros” de los malvados ataques de los “otros” y esperando, con un par, que los del M15 nos solucionen el problema; ya ven ustedes: tras cornudos apaleados. Pues miren ustedes yo si de una cosa estoy convencido es que “para ser puta y no ganar nada, mejor ser mujer honrada”, así que seguiré escribiendo lo que me parezca, criticando con la verdad por delante a quien me pete y si a alguno no le gusta, oiga ¡qué le ponga azúcar!























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