El derecho a opinar

Al sol de Fuerteventura

Comentaba ayer tangencialmente, el hecho de que muchos de mis post molestan a personas a las que quiero y considero amigas. Créanme si les digo que lamento profundamente el hecho, aunque quiero señalar que todo el mundo, yo el primero, debiéramos respetar el derecho que tenemos a criticar, en definitiva el derecho que nos asiste a todos a expresar libremente los que nos parezca, sin más cortapisas o límites que los que impone la legislación.

Y yo que acepto muy deportivamente las críticas que se me hacen, unas mejor construidas y otras peor, unas más amables y otras menos, entiendo que todo el mundo tiene derecho a opinar y si escribo y publico debo aceptar, de hecho lo hago, el derecho que asiste a cualquiera a opinar sobre lo que dejo escrito en mis post. Claro está que unas me parecen mejor y otras peor, pero nunca se me ha ocurrido decirle al “crítico” sobre que debe opinar y mucho menos como y sobre que hacerlo aunque todas, incluso las desagradables - que también las hay, aunque sean las menos - me han interesado y, es más, las he agradecido.

Bueno, ayer toqué un tema sensible, con algo de sorna me refería al cabreo monumental de la izquierda con la Enciclopedia que ha publicado la Academia de la Historia. Ya cuando tuve conocimiento del tema, me asaltó una duda que todavía no he logrado despejar, no sé yo si el Presidente, el “responsable”, por hablar en términos aceptables para la izquierda más clásica, no sé yo si ese hombre es un cínico, un “ahí me las den todas” o un iluso.

Lo de elegir a franquistas para que redactaran las entradas sobre personajes del franquismo y que, por el contrario, eligiera gente de la izquierda para las entradas de los zurdos es una idea que sólo puede surgir del intelecto de un cínico o de un iluso. Quizás el hombre ante la tesitura, decidiera equivocadamente ser ecléctico y decidió aplicar el viejo aforismo de “los niños con los niños y las niñas con las niñas”, con poco éxito; eso a la vista está.

Hay que ver qué oportunidad perdió para hacer una enciclopedia perfectamente asumible por la “izquierda” nacional, cuando decidió dar entrada a gente que no opina lo mismo que los de la dichosa memoria histórica. Comprendo que lo de Franco tiene guasa, supone claramente lo de mentar la soga en casa del ahorcado o pretender mantener una distendida charla sobre la necesidad de legislar a favor del aborto libre en un coffee break de una reunión de la Conferencia Episcopal.

No hay manera que los españoles nos centremos en el tema, cuando se nombra la bicha, en cuanto hablamos de Franco y de la Guerra Civil, el poco sentido común que nos asiste, desaparece haciendo fu como los gatos. Pero eso les sucede a los de la derecha y a los de la izquierda. Aunque sepa que me voy a meter en un jardín, voy a decirlo, me parece  hagiografía pura y dura el tratamiento que recibe la figura de Negrín; no voy a extenderme, pero en esto como en todo, la risa va por barrios, quizás sobre Negrín podrían opinar de forma muy distinta la familia de Nin y las de los trosquistas masacrados en Barcelona por el mero hecho de disentir o de estorbar al modelo revolucionario que propugnaban los soviéticos y Negrín para España y los españoles.

Pero claro está que cuando se habla bien de las figuras de la izquierda y se orillan una serie de hechos, eso no es percibido por la izquierda bien pensante como una falta de objetividad histórica. En este país, desengañémonos no queremos libros escritos desde la razón, interesan mucho más los que se escriben desde la víscera.

Soy un hombre de derechas, no del PP, parecido pero distinto, no he sido franquista en mi vida, lo que no pueden decir muchos de los zurdos y progres de hoy en día, pero cuando se nombra a Carrillo Doctor “Honoris Causa” por la Complutense, honradamente he de decir que se me revuelve el estómago.

Cuando se me presenta la figura de Negrín, como un ser seráfico y angelical y pienso en Nin, entregado a los agentes de la inteligencia militar soviética, para ser torturado, despellejado y convenientemente desaparecido, o me acuerdo de la muerte de tantos militantes del POUM y de la CNT, se me revuelve el estómago. Lo del oro y Moscú, lo dejamos para otro día, que conviene no cargar la mano y menos en estos temas.

Así que, guste o no, en la vida reitero, la risa va por barrios, comprendo que mis críticas puedan molestar, pero en ellas reflejo lo que pienso y procuro no faltar a la verdad, claro que no soy ni la mitad de centrado y equidistante que los de Público o el Plural, pero uno hace lo que puede, y les aseguro a ustedes que los leo y procuro aprender.

Y ya por volver al tema, ayer una querida amiga me escribía y citando una frase de mi post, mostraba su indignación por mi manera de ver las cosas y contarlas. Me citaba: "....pues gracias al cabreo monumental que la izquierda tiene con esa enciclopedia de la Historia de España" y decía: “...Y NO SÓLO LA IZQUIERDA, Miguel, sino cualquier persona con un mínimo de sentido común y un poco de formación”

Y yo no puedo estar más de acuerdo con ella, cualquier persona con un mínimo de sentido común y un poco de formación debiera estar indignada por el tratamiento hagiográfico que han recibido muchísimas figuras…, unas del franquismo y otras de la izquierda. En lo histórico sobran los tratamientos maquilladores, el problema reside que en esta España de nuestros pecados nada más hemos escuchado el ruido de la izquierda. Eso debiera llevarnos, y perdonen por la manera de señalar, a una mínima reflexión.

Ya digo, no sé yo si el Presidente de la cosa esa, es un cínico, un “ahí me las den todas” o un iluso, probablemente lo último y además mal informado sobre la realidad actual de nuestro país. Pecado venial en un historiador, pero pecado al fin y al cabo.

Eso sí ha repartido la pasta de la subvenciones entre “todos” y eso también se paga.





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