No es una inocentada


Probablemente, haya algún alto responsable político, al que de pequeño le decían que era muy gracioso y ha decidido dar la noticia hoy, día de los Santos Inocentes, jornada en la que se acostumbraba a gastar bromas, más o menos ingeniosas.

Hoy en día la tradición va de capa caída, pero alguno, ya saben el gracioso de turno, debe haberla recordado y ha decidido que la mejor fecha para anunciar la “subida de la luz” era precisamente el día 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes y desde hoy, día de la conmemoración laica de los Pobres Consumidores.

No quedaba otra, tras la suicida política energética seguida por todos los gobiernos democráticos que en España han sido: Aqueos, troyanos o mediopensionistas, todos han pretendido ignorar una realidad, que ahora nos pasa por encima como una locomotora. ¿Perdón, como dice?, ah sí, eléctrica, naturalmente. Faltaría más.

La verdad es que producimos una energía eléctrica cara, muy cara. Y todos, centristas liberales -pero poco-. Socialistas - presuntamente socialdemócratas- y conservadores varios, han preferido cerrar los ojos al precio real de la “luz”, lo que ha ido produciendo un déficit monstruoso al que nadie ha querido hacer frente.

Hoy disfrutamos de un déficit acumulado de 16.500 millones de euros, el gobierno Aznar se empeñó en la política de congelación de tarifas. Hoy, tras la aplicación de una política continuista, este déficit se ve agravado por la equivocada decisión de aplicar subvenciones a la producción de energía eléctrica a través del uso de paneles fotovoltaicos.

La fiesta fotovoltaica, nos ha costado por ahora los 20.000 millones de euros de subvención, a lo que habrá que añadir los costes de financiación e intereses de la deuda pública que sustenta nuestra política de subvenciones a costa de lo que haga falta.

Hemos vivido unos años en los que se ha llevado a cabo “una importante apuesta por la implementación de energías renovables”, la consecuencia es que más de la mitad de la factura eléctrica que pagamos, va destinada a primas e impuestos. Pero esa apuesta no ha disminuido nuestra dependencia de las energías fósiles. Seguimos importando petróleo, gas, y subvencionamos carbón a un precio que nos va suponer para el próximo año el pago de una factura cercana a los 20.000 millones de euros.

El gobierno actual, heredero y copartícipe del desastre, emprendió una política de reducción de primas y modificación de tasas a la baja que supuso un duro golpe a las eléctricas: un recorte de 4.600 millones de euros y ahora en coherencia autoriza, a través de la Comisión Delegada del Gobierno, un aumento en la tarifa que utilizan más de 17 millones de hogares españoles, de un 9,8%.

El ministro de Industria, dice que los servicios lo deben pagar los usuarios, y eso es cierto, aunque aquí eso es solamente cierto a medias. Transporte público y otros servicios esenciales gozan de las subvenciones directas o indirectas correspondientes.

El problema reside en que la renta per cápita se ha reducido en un 5%, mientras que servicios tan esenciales como la luz han subido desde julio del 2007 un 43%. Sube la luz, subirá el gas y probablemente el agua. El encarecimiento del precio del petróleo, que ha duplicado el precio del barril en el último año, anuncia subidas en estos asuntos y en otros tan importantes como el transporte.

Mientras, seguimos empecinados en producir una energía que no somos capaces de pagar y que reduce la casi invisible capacidad competitiva de nuestra industria a la nada absoluta.

La dependencia del gas, carbón y petróleo es simplemente suicida. No somos capaces de pagar lo que cuestan las energías renovables, que son muy caras de producir, ¿qué nos queda?, la única solución, posible, eficiente, limpia y barata se llama nuclear.

No me voy a poner a hacer propaganda, no nos queda otro camino. En Francia llevan mucho tiempo utilizándola y no he visto a ningún turista francés de color verde o con dos cabezas. Comprendo que costará vencer una idea, inscrita en el subconsciente de unas cuantas generaciones. Hay mucho ciudadano que está convencido que ser partidario de “Nucleares no, gracias” es la demostración de un progresismo que da caché y lustre a quien lo ejerce.

Pero guste o no, no nos queda otra, es la única solución posible a nuestro alcance, eso o volver económica y socialmente a los años cincuenta del pasado siglo. Alguno habrá que recuerde las restricciones y aquello de la “pertinaz sequía”.

Insisto, no es una inocentada. Es un tema que hay que tratar con criterios muy por encima de los prejuicios y las banderías ideológicas. Nos jugamos el porvenir, el nuestro y el de unas cuantas generaciones de españolitos. Feliz día de los Santos Inocentes.
































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