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Treinta y dos años y parece que fue ayer

Hoy celebramos el trigésimo segundo aniversario de la Constitución Española, cierto es que lo hacemos en estado de alarma por lo que la celebración resultará algo apagada pero habrá que reconocer que el citado estado responde a la aplicación de uno de los mecanismos constitucionales que permite utilizar nuestra actual Carta Magna en defensa de nuestros derechos.

Treinta y dos años de vigencia de esta ley fundamental que debe inspirar y conformar el resto de actuaciones legislativas, ejecutivas y judiciales que se sucedan en nuestro país. Parece que fue ayer pero han transcurrido treinta y dos años y todavía esa “ley fundamental” no ha sido desarrollada tal y como prevé su texto.

Este es un aniversario que invita a reflexionar y reclamar - lo de “exigir” se lo dejaremos a los políticos en ejercicio que parece pertenecen a una secta que les impide conjugar el verbo pedir - que de una vez por todas se desarrolle una ley que norme uno de los asuntos que más problemas ha causado a la sociedad española, no por defecto del propio texto constitucional, sino por el pecado de omisión de los que debían ser los responsables de su desarrollo legal.

Dice nuestra Constitución en su artículo 28.2: “Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. La Ley que regule el ejercicio de este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad.”

En esta situación que nos ha tocado vivir, nadie podrá negar la vital importancia que tiene para unos y otros la existencia de esa Ley de Huelga que, señala nuestra Constitución, deberá desarrollarse con una finalidad expresada con claridad meridiana, por una parte velará para que el derecho a la huelga se practique en la mayor libertad y por otra deberá garantizar los servicios esenciales de la comunidad.

En el ejercicio del derecho constitucional a la huelga, siempre ha chocado éste con los que tienen los usuarios de los servicios. Todos tenemos experiencias en las que la declaración de servicios mínimos se ha llevado a cabo con una “generosidad” tal que eliminaba el carácter reivindicativo de la huelga.

Todos debemos aceptar que las huelgas son acciones reivindicativas creadas por la existencia de un conflicto y que tienen por finalidad llamar la atención a la sociedad sobre esas reivindicaciones, produciendo unas molestias a los ciudadanos para que éstos tome conciencia del problema y “apoyen” la solución del conflicto.

Este párrafo me ha quedado muy bonito, pero lo más cierto es que las huelgas se promueven para crear problemas a los ciudadanos como usuarios de cualquier tipo de servicio y cuantos más problemas mejor para que el ciudadano se cabree y empiece a presionar a quien competa para que éste busque una solución, porque yo sin metro, sin pan, sin avión, sin autopista, sin televisión, no me hallo y esto son palabras mayores y una cosa es la libertad y otra muy distinta el libertinaje….

Todos, o casi todos, que tengo lectores que me acusan de dogmático, hemos sufrido huelgas que no han obtenido resultado alguno porque se han fijado los servicios mínimos en el 90% de los que se dan en situación normal, y también hemos vivido experiencias de esas que llamamos huelgas salvajes que nos llevan a sufrir gravemente en el ejercicio de nuestros derechos.

Por tanto creo que todos estaremos de acuerdo y sobre todo en esta semana y en este día que es urgente y más que urgente imperativo que se cree esa ley que debe regular el derecho a la huelga y hacerlo convivir de manera razonable con los derechos de los usuarios. Resulta inadmisible el pecado de omisión de todos los gobiernos desde mil novecientos setenta y ocho hasta la fecha.

Dicen algunos analistas y no les falta razón que sería conveniente que la Ley de Huelga la patrocinara un gobierno de la izquierda por aquello de la cuña y la madera, no voy a discutir eso, pero vista la actual situación y el enquistamiento de una serie de problemas que arrastramos desde hace muchos años, apuesto por llevar a cabo ya las acciones necesarias para que las Cortes aprueben esa ley.

No creo que haya duda que esta norma hay que hacerla desde el más absoluto de los consensos y mejor que la lleve a cabo un gobierno fuerte, con las manos libres de ataduras políticas y capaz de buscar y generar ese acuerdo ¿Qué de eso no tenemos en esta casa? Pues el actual gobierno que desde luego no se parece en nada a lo que sería deseable, deberá ponerse las pilas y la oposición también, pero no se equivoquen sin la presión de los ciudadanos no hay nada que hacer.

Los partidos gobiernan o ejercen la oposición cuando les toca en clave electoral, lo del interés general y la defensa de los ciudadanos les resulta ajeno, por tanto háganles saber a esos irresponsables de derecha, izquierda y centro, que todos han gobernado este país, que resulta imperativo implementar una ley que regule el derecho a la huelga que consagra nuestra Constitución.

Eso es lo importante, lo del cava y los canapés, las celebraciones, discursos, declaraciones a los medios ¿qué corbata me pongo María que tengo que ir al acto de la Constitución? todo eso no son otra cosa que zarandajas, tonterías y engaños.

Hace treinta y dos años que tenemos una herramienta que garantiza nuestras libertades, usémosla y que quienes son competentes para ello la desarrollen al máximo para que esa herramienta fundamental siga protegiendo nuestros derechos y libertades y definiendo nuestras obligaciones.

Que con las cosas de comer no se juega.



Coda:

Por cierto ustedes sabían que el Estado de Alarma impide la disolución de las Cortes, ¿aunque lo pida Europa?, aunque lo pida María Santísima. Oiga ¿será por eso lo de alargarlo durante dos meses más?, pues no sabría qué decirle Dª Jacinta.

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