¿Salvaremos a nuestros jóvenes?


Las cifras del paro en España son tan espantosamente malas, que ya casi nadie las pretende analizar. Hemos superado la cifra negativa más importante de nuestra historia y parece, que sólo nos queda esperar pacientemente, a que las cosas mejoren. Todo el mundo expresa su esperanza: “El año que viene en Jerusalén”, pero si el consumo no aumenta y con él la demanda poco va a cambiar a lo largo de este año.

Llevaba tiempo sin leer nada que hablara sobre el paro juvenil, este domingo estuve ojeando una serie de trabajos sobre este paro específico y la verdad es que se me pusieron los pelos de punta. ¿Qué vamos a hacer con nuestra juventud? Dice el gerente del FMI que “Nos enfrentamos a la perspectiva de una generación perdida de gente joven que sufrirá toda su vida, lo peor del desempleo y sus condiciones sociales” y aunque lo parezca, no se refería a España, hablaba en términos globales. Pero desgraciadamente esta reflexión viene como anillo al dedo a la situación de los jóvenes españoles. Mientras la Eurozona sufre un paro juvenil de 20,4%, en España tenemos un 42,8% y los alemanes se conforman con un discreto 8,5%.

Cuatro de cada diez jóvenes españoles menores de treinta años no tienen trabajo, y lo que es peor, tampoco tienen esperanza de encontrarlo. Estamos hablando de más de un millón y medio de compatriotas que han sido arrojados a las tinieblas exteriores del paro. Curiosamente el sistema ha expulsado tanto a jóvenes con mala cualificación, como a los universitarios, cuya formación no les ha protegido del desastre.

El pavoroso fracaso escolar, en combinación con la demanda de trabajadores en el sector inmobiliario, llevaron hace un tiempo, a este sector a muchos jóvenes que no habían terminado su educación secundaria, y que ahora en el paro tienen serias dificultades para reciclarse.

Pero no nos engañemos al paro contribuyen fundamentalmente la falta de adecuación de nuestra Formación Profesional y la propia masificación universitaria. Todos hemos oído afirmar que tenemos a la juventud mejor formada, lo que no es cierto. Sí tenemos a la juventud, en la que se ha invertido más dinero en su formación, pero el resultado no puede ser bueno. Nuestra FP está fuera de la realidad social, laboral y económica europea y no hay ni una sola universidad española entre las 100 mejores del mundo.

La masificación de la Universidad, ha convertido a nuestros universitarios, en parados y a los más afortunados, en mileuristas. Resulta difícil de creer que un bioquímico, con un doctorado cum laude y varios premios académicos, dedicado a la investigación, esté ganando en nuestro país, algo más que ese sueldo que se ha oficializado en los mil euros de marras.

Hemos duplicado el número de parados jóvenes desde el 2007, pero nadie ha tomado medidas para que el sistema de contratación torne en eficaz y aún mucho menos, para que la formación a la que puedan aspirar, los habilite realmente para el mercado laboral que ha evolucionado, dejando cada vez más descolgado a nuestro sistema de formación, ya sea profesional o académico.

Mientras los políticos, muchos de los cuales han mandado a sus hijos a estudiar a Europa o América, siguen discutiendo sobre temas tan apasionantes como el sexo de los ángeles, el orden de los apellidos o la importancia de llamarse Alfredo, nuestros jóvenes siguen viviendo subsidiados o a costa de sus padres y sin la menor esperanza de encontrar un trabajo fijo y medianamente retribuido.

Un problema pavoroso No existen modelos eficaces de contratación de jóvenes, más allá de las inútiles rebajas en las cotizaciones de la Seguridad Social. Seguimos escuchando de nuestros responsables, que tenemos la juventud mejor preparada de nuestra historia, la realidad desmiente el aserto.

Es mentira, hemos malgastado mucho dinero en una formación irrelevante a la hora de encontrar empleo. Da igual tener o no tener formación, los no cualificados están en el paro y los cualificados también. La diferencia es que en el siglo pasado mandábamos a Alemania a gente en la que no habíamos invertido un duro en su formación, para que nos mandaran remesas de marcos, y cuando volvían,lo hacían en muchos casos como trabajadores cualificados.

Ahora le mandamos a la Sra. Merkel, ingenieros, químicos, arquitectos, que hemos formado a un alto coste y que trabajarán en Alemania creando riqueza, demanda y consecuentemente empleo, sin que ésta haya invertido ni un céntimo en su formación; negocio redondo para los alemanes.

Nadie le quiere poner el cascabel al gato, el análisis es sencillo y las soluciones también. La FP adecuada y los modelos de contratos que hacen posible la contratación de jóvenes están funcionando en Europa, sólo se trata de implementarlos en nuestro país.

Hemos creado una generación de jóvenes, sin porvenir laboral alguno. Ahora se trata de saber si haremos algo en su favor o seguiremos milongueando, hasta que la juventud abandonada a su suerte, estalle.





























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