Ahora a relativizar tocan

48 horas necesitó Salgado para decir que la situación no es gravísima.

Hay gente a las que molestan mis críticas que tachan de infundadas y sobre todo partidarias, debo reconocer que desde siempre he sido de derechas. Supongo que muchos pensarán que eso hace tiempo fue muy sencillo, pero se equivocan. Ser de derechas no es lo mismo que ser franquista y entonces no era demasiado sencillo ser de derechas en lo político y liberal en lo económico, de hecho ni siquiera estaba bien visto.
Hay que ver ahora la cantidad de nacionalistas de las diversas “tribus” existentes que en aquellos tiempos  eran uña y carne con el franquismo, por no hablar de tanto socialista de las cosechas de a partir del 78, muchos de los cuales se educaron políticamente en el Frente de Juventudes de Falange y los más “jóvenes” en la OJE. Y si observamos las cúpulas sindicales, para que hablar de tanto sindicalista que en sus buenos tiempos no se quitaba la camisa azul mahón - ya saben ese color entero, neto y proletario, que decía José Antonio Primo de Rivera -ni para dormir.
Así que los de mi edad que hemos sido de derechas de toda la vida, creo yo que debemos ser, como mucho, cuatro y el cabo, para los que no hayan hecho la mili eso significa que cabemos en un taxi. Recuerdo perfectamente los esfuerzos que hice, en vano naturalmente, para explicar a un inspector de la celebérrima Brigada Político Social, que no era necesario ser comunista para estar en contra de la Dictadura y a favor de la democracia. Curiosamente los mismos esfuerzos, inútiles hay que decirlo, los llevé a cabo para intentar explicar a mis compañeros de Facultad, los del FLP, familiarmente conocido como el “Felipe”, o a los todavía más ceporros, por lo inflexibles, del PSUC que se podía estar contra la Dictadura sin ser de izquierdas.
Así que desde siempre me he considerado un bicho raro, más bien inclinado a llevarle la contraria hasta al lucero del alba. Fíjense cómo será la cosa que soy “perico” seguidor de toda la vida del RCD. Español, condición que me supuso el trauma de hacer el bachillerato, siendo el único españolista de la clase, que era “cule” al completo. Está claro que  no veo las cosas como mucha gente, pero si he tenido -léase el si sin acento que es condicional- alguna virtud, asunto más que dudoso, sería la de comprender que hay gente que tiene todo el derecho del mundo y parte del extranjero para opinar exactamente lo contrario de lo que yo pienso y eso no supone desdoro alguno para su honradez, formación intelectual, honestidad ciudadana  y resto de virtudes que puedan adornar su personal carisma y/o personalidad.
Puedo entender que en este país, tan propicio para criar chaqueteros que nos salen buenísimos, cada cual se rasca como le apetece o como puede, pero entendiendo que cada uno es cada uno, me está costando muchísimo trabajo aceptar la última moda que está imponiendo la progresía que –pobrecitos- no saben ya cómo defender el fuerte y se encomiendan a todos los santos laicos y marxistas que se veneran seguro en alguna escondida capilla de la Fundación Ideas, para que les den paciencia para soportar lo que se les viene encima ahora y durante la campaña que se avecina; que las cosas están como están y los ciudadanos en general y los de derechas en particular,  no perdonan ocasión para lavarle la cara a los de la banda de babor, después de casi ocho años de paciencia franciscana y cartujo silencio.
La moda no es otra cosa que la relativización, agotados todos los resortes usados hasta la fecha. Ya nadie se cree que todo lo que pasa en este país es culpa de los del PP – con preferencia Aznar o la Botella- desde la derrota de Guadalete, pasando por la pérdida de Cuba, lo del mundial de Corea y ahora la crisis. Ya no sirve lo de la guerra de Irak, la foto de las Azores, el Prestige, el Nunca Mais, el No a la Guerra, no sirve porque la gente en cuanto le tocas el bolsillo y los padres no tienen dinero para comprarle ropa a los niños y los parados empiezan a ser gente próxima - amigos, parientes - y no cifras en el periódico, te bajan la puñetera paga y a tu padre le congelan la pensión, ya lo de la agitación y propaganda está de más porque los ciudadanos son pacientes, pero hasta cierto punto compadre, que han sido ocho años de aguantar ocurrencias y tonterías.
Así que los paridores de ideas de Ferraz han lanzado el novísimo procedimiento: La relativización. No hay que argumentar, no hay que discutir, simplemente se trata de relativizar y aquí se acabó la presente historia, no es muy brillante pero teniendo en cuenta que la gente en Ferraz empieza a verle las orejitas al  lobo, tampoco es que vayan a complicarse demasiado la vida para conseguir ser brillantes y efectivos.
¿Qué es eso de la relativización? Sencillo, lo están ustedes escuchando o leyendo todo el día. ¿Qué se ha montado la de Dios es Cristo con la puñetera prima de riesgo de nuestra deuda soberana? Sencillo, la respuesta es: “El problema excede de nuestras fronteras, la globalización obliga a contemplar las cosas desde un prisma más amplio y está claro que lo que sucede no puede ser modificado por el gobierno de Zapatero”
¿Qué usted se pregunta qué diablos hace Zapatero haciendo viajes Madrid-Doñana, Doñana-Madrid de manera compulsiva y con una dedicación digna de mejor causa? y a usted humildemente le parece que, con la que está cayendo, mejor estaría en La Moncloa haciendo los deberes urgentes que la realidad le impone. Su amigo progresista le dirá: No entiendes nada de nada. ¿De verdad crees que cambiaría algo las cosas el que el Presidente estuviera en Madrid o Doñana? estás equivocado, nada ni nadie puede cambiar la actual situación.
Nada ni nadie puede enfrentarse al poder del capital, a las oscuras pulsiones de los mercados, vivimos en un mundo ficticio en el que los que mandan realmente no son los gobiernos. De la relativización a la inevitabilidad. Ni Zapatero ni Rajoy pueden hacer nada para mejorar nuestra situación, son marionetas en manos de un poder superior y si a usted se le ocurre preguntar que si eso es cierto por qué no le pasa lo mismo a todo el mundo, si pregunta que cuál es el motivo por el qué Austria, Dinamarca o Polonia están mejor que nosotros le dirán que usted es un fascista arrastrado que lo único que pretende es enredar las cosas y que con gente como así no merece la pena discutir.
Así que ya saben, Zapatero, Blanco, Salgado no son culpables, por el contrario son unas víctimas que sufren el dictado de esa voluntad oculta que todo lo dispone y ordena. Claro que inmediatamente se le ocurre a cualquiera preguntarse qué, si eso es cierto, no se entiende lo de Rubalcaba, que anda el hombre prometiendo urbi et orbi acabar con el paro y poner en marcha la economía de la nación, reconociendo además, bien que tibiamente, los errores del propio Zapatero y de su equipo económico.
No se canse, otro cuento de padre y muy señor mío de los socialistas que ya no saben a quién echarle la culpa y se han inventado al hombre del saco y al coco, en un solo concepto: el poder del capital, que por lo visto está loco por convertirnos a todos en pobres, no sé bien con que finalidad, porque si somos pobres y no podemos consumir ¿quién ganará dinero?
Así que el razonamiento cojea, pero claro que, con las urgencias socialistas, poco más se puede hacer. Se comenzó culpando a todo el mundo y ahora que eso ya no sirve, se inventan lo de la inevitabilidad. Es imposible hacer más de lo que han hecho ZP y sus coleguitas y los que se quejan son una panda de arrastrados o peor, unos fachas irrecuperables vendidos a Rajoy.
Eso es lo que vamos a escuchar hasta el 20  N. Váyanse preparando.


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