Bañolas ¿Un nacionalista centralizador?


Ayer podíamos leer en la prensa, las declaraciones del Consejero de Sanidad del gobierno nacionalista de Canarias. Aprovechando una reunión con miembros del Consejo Político y Social expresó una serie de ideas muy interesantes, no por lo que explícitamente dijo, sino por lo que expresaban implícitamente sus palabras.

Leyendo las declaraciones del responsable de la Sanidad Pública en Canarias, nos encontramos en primer plano un mensaje de lo más tópico en un político nacionalista. No hay suficiente dinero para que yo pueda llevar a cabo mi gestión, por lo tanto si esto sigue así el Estado tendrá que subir los impuestos, esto es lo que más o menos declaró el Sr. Bañolas.

Nos dice el Consejero que el gasto sanitario ha subido en un 80% en los últimos años. Eso queda claro, no sucede lo mismo con el significado de “los últimos años”. Estamos hablando de la subida del gasto sanitario ¿pero realmente de cuántos años habla el Consejero? Dirán ustedes que soy muy mal pensado, pero en unas declaraciones en la que Bañolas maneja las cifras al céntimo, resulta altamente sospechosa la elipsis a la hora de fijar las fechas, elemento esencial para valorar esta subida en sus justos términos.

Bueno hasta ahora nada nuevo bajo el sol, un nacionalista explicando que no tiene dinero bastante para cubrir un servicio público y pidiéndole al Estado más dinero y si no lo hay que suban ellos los impuestos, que aquí la cosa está muy malita y más con la elecciones para dentro de tres días.

Pero lo que resulta muy clarificador son las declaraciones del Consejero sobre la necesidad de alcanzar un “pacto nacional”, como se hizo con las pensiones. Claro que parece olvidar que ese pacto de las pensiones se negoció entre el responsable de las mismas – el Estado – y los agentes sociales.

Y ahora lo que  necesita Bañolas es un Pacto Sanitario que “unifique criterios” entre las CC.AA. Que se implemente una cartera común de servicios básicos y articular la validez de la tarjeta sanitaria en todo el territorio nacional, al objeto de evitar accesos a unos servicios que se cubren, en la actualidad, sólo en algunos territorios. Propuso además la potenciación de economías de escala, mediante la centralización de compras para todos los centros dependientes del SCS, o la centralización de la toma de decisiones para la introducción de nuevas tecnologías en función de la evidencia científica y la relación coste-beneficio.

Así que lo que se pide, con mucho sentido común, es trabajar en pos de una unificación de servicios y criterios, para entendernos, una centralización. Está claro que de haber pedido esto algún responsable político que no fuera nacionalista, la acusación de pretender someter a la Sanidad Canaria al más rancio centralismo se hubieran escuchado desde la Punta de Teno hasta Teror.

Resulta muy clarificador que hasta los políticos nacionalistas entiendan que así no puede gestionarse la Sanidad Pública, ni en Canarias, ni en el resto de España. Que hace falta una idea común que sustente la filosofía del servicio que se pretende dar y que, de la puesta en común de experiencias y procedimientos, se obtienen grandes beneficios.

Ahora bien, si eso está tan claro para los nacionalistas, éstos debieran reconocer que lo de las autonomías se nos ha ido de las manos. Y lo debe tener muy claro el Señor Bañolas, pues muy clara ha sido su exposición sobre el problema y su solución. Hace falta aunar y no dividir. Creo que habrá que ir pensando en cómo centralizamos una serie de servicios que jamás debieran haber terminado en manos de quiénes ahora los administran.

Si esto no les gusta, hay otra solución y la ha explicado el propio Consejero de Sanidad, subida de impuestos al canto y sólo así evitaremos el colapso sanitario. ¿Qué para este viaje no hacen falta alforjas?, claro, igual piensa el Consejero, por eso digo yo de Bañolas que es un nacionalista a ratos, cuando le conviene acude a la centralización.

Con esa postura niega la misma entraña del nacionalismo y nos da la razón a aquellos que sostenemos que hay que aminorar las competencias autonómicas y devolver algunos servicios a las manos del Estado, si realmente pretendemos cerrar la hemorragia que suponen, para nuestras arcas, los gastos de las autonomías entre los que se cuenta, de manera principal y preocupante, el gasto sanitario.

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